Los mantecados almerienses de hace un siglo
Almería
En 1922, el registro de tasas e impuestos de la capital contabilizaba 39 obradores y tahonas donde se elaboraban exquisitos dulces de Navidad

Almería/Hace un siglo, Almería capital estaba llena de panaderías y tahonas; unas buenas y otras aún mejores. En 1922, el registro de tasas e impuestos de la capital contabilizaba hasta 39 propietarios. En algunas calles, como la de Real del Barrio Alto, había cuatro diferentes: las de Juan Abad Felices (1890-1974), Miguel Luque Martínez (1893-1974), José Orta Suárez y Joaquín Rodríguez Martínez.
Todas elaboraban mantecados y dulces con los que nuestros bisabuelos y tatarabuelos festejaban la Navidad. El proceso de elaboración y cocción era similar, aunque la calidad y variedad de los ingredientes modificaba el resultado final del producto. Sobre recipientes de hoja de lata se colocaban los mantecados alineados y, cubiertos con manteles, se introducían en el horno de leña. Una vez apartados, se procedía a liarlos en papeles a los que se les hacía unos cortes en los extremos, a manera de flequillos, para darles vistosidad al ser servidos; incluso estas tirillas del papel se llegaban a introducir en recipientes con anilinas de diversos colores, que le daban gran prestancia. Cada mantecado ya envasado solía pesar entre 38 y 40 gramos y en un kilo entraban unas 25 unidades.
“Bollería Suiza”
La “Bollería Suiza” de Juan García Cadenas estaba situada en 1922 en la actual Plaza Flores, que en esa época se llamaba de Canalejas. La dulcería fue fundada en 1890 por su madre, la vecina de La Almedina Piedad Cadenas Rodulfo (1855-1923). Hace un siglo estaba especializada en “pan dormido de azúcar y de aceite; roscos, magdalena y mantecados de aguardiente”, aunque el manjar más solicitado era el llamado “bollo de Ámsterdam”. Los dulces estaban tan solicitados que a La Suiza le salieron imitadores y revendedores que usaban su nombre, vendiendo por las casas un pan muy malo, por lo que Juan García repartió entre sus distribuidores oficiales un carnet donde se demostraba la autenticidad y la garantía del producto.
El propietario de la bollería residía muy cerca del negocio: en la calle Aguilar de Campóo, en la Circunvalación de la Plaza del Mercado. Estaba casado con Josefa Hernández Guerrero (1891) y era habitual ver tras el mostrador a alguno de sus cinco descendientes –solo un varón-. Una de las hijas, Antonia, se casó en el verano de 1936 con el apoderado de “Almacenes Plaza”, Francisco Valencia Santana. Juan García Cadenas falleció a las dos de la madrugada del 18 de julio de 1929, pero desde junio de ese año la “Bollería Suiza” ya había apagado la tahona, a pesar de haber obtenido una cruz de honor y la medalla de oro de la Exposición Universal de París.
“El Cañón”
“El Cañón” estaba en la calle Conde Ofalia número 14. Se promocionaba como “gran la fábrica de pan de lujo”. En la Navidad de 1922 agotó su producción de mantecados de limón y de almendra y del exitoso pan de aceite, por lo que necesitó aumentar las existencias con una hornada extra para la víspera de la festividad de Reyes. El kilo de mantecados de limón o de avellana costaba 3,50 pesetas; el de almendras, 4 y el de roscos, 6. También para Pascua elaboraba alfajores a 4 pesetas y pan de aceite y de azúcar, huevo y almendras a 25 pesetas la arroba. A diario ofrecía tortas de manteca y de chicharrones recién hechas y tenía una promoción con regalos para las ventas superiores a 50 pesetas.
La panadería la fundó José Pradal López (1821) en el año 1862; tuvo una larga vida comercial hasta mediados del siglo XX y su nombre lo tomó del cañón que existía, primero pintado y luego como escultura, sobre la puerta principal del negocio. Hace un siglo la regentaba el comerciante de la calle Real José Martínez Zea (1875-17/12/1956) que fue quien popularizó, junto a su mujer Rosario del Pino Castillo (1889-1978), los mantecados para Navidad. El empresario residía en la calle Rueda López, 2 y sus hijos José y Manuel Martínez del Pino (1923-2009) se dedicaron a la sanidad como farmacéutico y médico pediatra respectivamente.
“Panadería Santo Domingo”
En la esquina de la calle Real con la de Trajano - “Las Cuatro Calles”- estaba la “Panadería Santo Domingo” propiedad de Juan Salvador Zea. Su obrador comenzaba a funcionar a destajo a finales de noviembre con los dulces de Navidad. De allí salía una gran variedad de mantecados elaborados con almendra, limón y avellana. También se vendían muy bien las tortas de manteca, los roscos de aguardiente y el pan catalán y de aceite, aunque su especialidad eran los roscos de almendra. Juan Salvador, en 1922, ya permitía encargar productos para recoger en fechas concretas y además tenía un servicio de entrega a domicilio. Juan Salvador Zea, que se casó en junio de 1906 con Dolores Muñoz González (1885-12/12/1935), era concejal y socio fundador de “La Panificadora Almeriense”, una gran industria que servía a innumerables comercios de la capital y de la provincia en vehículos propios.
Tahona de Emilio Téllez
“La Antigua Tahona de Emilio Téllez Rodríguez” estaba en la Plaza Bermúdez, 8 (hoy Plaza Vivas Pérez). Para la Navidad de 1922 elaboró un amplio surtido de “roscos finos y exquisitos mantecados”; además, el pan de aceite era muy demandado porque se elaboraba “con las mejores harinas” que compraba en Cataluña.
Su dueño había abierto veinte años atrás un obrador en la calle Granada, 62, muy cerca de su vivienda en la calle Amalia, 7. El 10 de marzo de 1920 inauguró el negocio de la plaza Bermúdez. Emilio Téllez Rodríguez falleció el 19 de mayo de 1928 y uno de sus seis hijos, Rafael, continuó la tradición familiar con otra panadería en la calle Mariana.
“Sevillana”
La confitería “Sevillana” se estableció en la capital a mediados del siglo XIX, pero en 1922 estaba regentada por Santiago Frías Somohano, hijo de los primitivos fundadores, y su esposa Antonia Jiménez Quiles. Ofrecía sus dulces de Navidad en la Puerta de Purchena elaborando sus propias recetas. También traía viandas de Jijona, Toledo, Alcoy o Alicante. Santiago Frías falleció el 29 de marzo de 1932 pero su viuda siguió con el dulce negocio una vez concluida la Guerra Civil.
“La Dulce Alianza”
“La Dulce Alianza” de Miguel Mateos Hernández o Enriqueta Sánchez Moncada data de 1888 y estuvo en la calle Castelar, junto al Café Suizo, y luego en el Paseo. En 1922 ya endulzaba a los ciudadanos con lindos escaparates de viandas azucaradas. Lo mismo que el “11 de septiembre” que la familia Collado abrió en 1891 y luego continuaron Joaquín Nieto y Joaquín Gallardo.
La confitería “La Primera” estaba situada en el número 2 de La Almedina. Sus especialidades eran el mazapán de frutas y los bizcochos rellenos, aunque en estas fechas también salían del horno bizcotelas, turrones de almendra, “aniz de rosa” y figurillas de azúcar.
En definitiva, nuestros antepasados, dentro de sus posibilidades, se endulzaban la Navidad con recetas ancestrales y productos elaborados con ingredientes naturales como la harina, huevo, aceite de oliva, limón, azúcar y almendra. Vamos, comían manjares.
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