La magia del tarot y la santería

Ángel Franco, parasicólogo y tarotista, abrió hace varios años una tienda esotérica a la que acuden multitud de ejidenses · Ocho de cada diez consultas que tiene son sobre amor y ninguna sobre salud

La magia del tarot y la santería
La magia del tarot y la santería

Es pequeña, pero muy curiosa, por dentro y por fuera. Simplemente, "mágica". En la calle Granada de El Ejido, junto al Círculo Cultural y Recreativo, se encuentra ubicada desde hace tres años una tienda de artículos esotéricos. Su propietario, Antonio Ángel Franco, parasicólogo y tarotista, asegura que él nunca había pensado en abrir una tienda esotérica. Desde hace casi 20 años, y mucho después de haber estudiado Parasicología, abría una consulta de tarot, en la que ha venido leyendo las cartas a mucha gente desde entonces. "Muchas de las personas que venían me pedían distintos productos, desde aceites, incienso, amuletos o velas específicas, entre otros. Esa demanda me llevó a abrir la tienda en 2006, aunque después cambié de ubicación y me trasladé a este local", afirmaba.

De hecho, asegura que los ejidenses son muy amantes de todo lo esotérico, "a veces me piden cosas que no sólo no tengo sino que ni he escuchado jamás", sostenía. Siempre intenta conseguir a sus clientes cuanto le piden, pero hay veces que hasta en la distribuidora madrileña donde él compra sus productos, se sorprenden del pedido porque son cosas bastante atípicas. En los cuatro escaparates hay un amplio despliegue de artículos esotéricos como bolas de cristal, velas, productos de ritual para atraer el amor, ganar dinero, aumentar las ventas, encontrar trabajo, imágenes religiosas como vírgenes, santos o budas, péndulos, piedras zodiacales, amuletos, libros y un sinfín más, que se encuentran en el interior de la tienda.

Nada más abrir la puerta, suena una pequeña campana. En el interior, un dulce olor a incienso. Un gran cuadro con la imagen de un buda preside una de las paredes y junto a él, estanterías con decenas de velas, cada una con un destino, inciensos, productos para el karma, la suerte, el amor… Además, una gran vitrina en el centro que acoge distintos tipos de cartas del tarot. Tras el mostrador, un joven alto, moreno, delgado, de ojos grandes y mirada penetrante, aparentemente tímido y amable, que sonríe a cada cliente. Es Ángel Franco. Tras él, una pequeña puerta que esconde grandes secretos. Es su consultorio. Un cuarto rectangular, oscuro, con paredes negras, multitud de títulos y diplomas, que avalan su profesionalidad, colgados en una pared y al lado la figura de un elefante junto a un ventanal que cubre la imagen de una virgen. En el centro, una mesa, cubierta con un tapete de antelina negro con símbolos serigrafiados en tinta dorada, un libro religioso, una cruz de madera con Cristo crucificado, velas y una pequeña caja de madera que guarda las cartas del tarot. "Yo aquí soy una persona y fuera de la consulta, otra muy distinta. En la tienda soy un vendedor y aquí no vendo nada", afirmaba.

Y es que tal y como relataba sólo resuelve dudas a la gente, aquello que desconocen, y que él ve a través de las cartas del tarot. "La gente cuando viene a consulta a veces te pone a prueba, para saber si les digo la verdad o no. Yo no engaño a nadie, el día que deje de acertar con la lectura de las cartas dejaré de leerlas". Siempre le ha atraído la Parasicología por eso la ha estudiado ampliamente. Sus inicios leyendo las cartas fueron con una baraja española. Él no se planteaba ser tarotista. Todo comenzó porque "un día, hace muchos años, entré en una tienda esotérica y vi una baraja de cartas del tarot. La dueña de la tienda me dijo, cómprala y aprende a usarla. Y eso hice. Aprendí y tras muchos años estudiando comencé a echar las cartas del tarot". A su tienda acuden muchos ejidenses, jóvenes y mayores, pero a sus consultas sólo acuden hombres y mujeres de entre 35 y 50 años, de clase media-alta.

De hecho, Ángel asegura que "esas noticias que salen hablando de si la crisis ha aumentado el número de clientes de las tiendas esotéricas y que acuden a que les hables sobre su futuro laboral o económico, no son verdad". Ocho de cada diez consultas que tiene son sobre amor y dos de ellas sobre dinero o trabajo, pero ninguna sobre salud.

Sus consultas suelen durar entre 20 minutos y media hora, y cuestan 60 euros. A lo largo de sus años como tarotista se ha encontrado de todo, gente con la que se ha sentido cómoda y con la que no. Asegura que antes le afectaba mucho cuando salía algo negativo sobre alguien en las cartas, pero ahora, ha aprendido a no implicarse. Se alegra, dice, cuando a alguien le espera algo bueno, pero si es al contrario, lo dice sin más, aunque con mucho tacto. "Hay que tener mucha psicología para saber decir las cosas sin hacer daño a la gente. Por ejemplo, no es lo mismo decirle a alguien que conduzca con precaución si en las cartas le sale peligro en la carretera, que decir, vas a tener un accidente mortal con el coche", afirmaba.

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