El parqué
Álvaro Romero
Tono alcista
Crisis migratoria en Almería
El drama de la inmigración irregular atraviesa uno de sus peores momentos en la provincia con el goteo incesante de pateras desde principios del verano y la llegada a las playas en los últimos días de casi una decena de cadáveres, entre ellos el de un niño. Una imparable ola migratoria argelina ha desbordado por completo las capacidades de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado en Almería que se enfrenta a una "situación especial" que requiere de "respuestas especiales", como ha reconocido esta semana el propio subdelegado del Gobierno, Manuel de la Fuente.
“Están llegando a tierra más pateras que nunca”. Lo admiten abiertamente a este periódico agentes de la Guardia Civil con más de una década de trabajo en primera línea de control de unos flujos migratorios que han evolucionado de las grandes infrapateras atiborradas de subsaharianos a rápidas y pequeñas lanchas con argelinos promovidas por redes que trafican con personas a las que cobran una media de 3.500 euros por trayecto.
Por su situación geoestratégica, Almería se ha convertido hoy en el punto más caliente de la península y con la llegada del buen tiempo no ha dejado de recibir oleadas de pateras taxi con descargas masivas de hasta 500 personas en menos de 72 horas como ocurriera, por ejemplo, entre el 6 y 9 de mayo. Del 18 al 19 de septiembre fueron auxiliados por los equipos de respuesta inmediata ante emergencias de Cruz Roja 376 inmigrantes y a principios de esta semana, entre lunes y miércoles, otros 380. Esta permanente avalancha de pateras viene generando una situación de colapso en el Centro Temporal de Atención a Extranjeros del Puerto que en ocasiones ha forzado desplazamientos en autobuses y furgones a los CIE de Algeciras y Barcelona, así como a instalaciones de Málaga y Motril.
También implica un despliegue extraordinario de Policía Nacional y Guardia Civil en la interceptación, auxilio y traslados de los inmigrantes que en la mayoría de ocasiones, según indican los propios agentes con cierta resignación, “son puestos en libertad a las 72 horas con su correspondiente orden de expulsión y un chándal de Cruz Roja”. De manera habitual hay grupos en la estación intermodal a los que se pagan billetes para ir a otras provincias del norte del país y apenas se están produciendo repatriaciones a Argelia.
Pero lo que más frustra a los guardias civiles que están trabajando hasta la extenuación para responder ante el drama humanitario de la inmigración que llega y muere en la costa es la falta de recursos materiales y humanos. Fuentes del Servicio Marítimo del Instituto Armado explican a Diario de Almería que disponen de tres embarcaciones que no son precisamente las más idóneas para sus principales actividades que son combatir a las mafias migratorias y las del narcotráfico y a veces mantienen un estrecho vínculo.
La más pequeña (18 metros de eslora) cuenta con potencia suficiente para abordar a las narcolanchas, pero no tiene capacidad para traslados masivos de personas. La de mayor tamaño (30 metros) está pensada para navegaciones largas, patrullaje e inspección de pesqueros y recreativos y no está adaptada a la recogida de personas, como las embarcaciones de Salvamento Marítimo que cuentan con bandas bajas para facilitar el trasbordo. Y la mediana (21 metros) es muy lenta e incapaz de interceptar las pateras taxi, si bien compensa su falta de velocidad con mejores capacidades para el rescate en alta mar.
De hecho, la Dirección General reconoce en un documento oficial en el que avala la incorporación de nuevos barcos a su flota cambiando los anteriores criterios técnicos y de seguridad y siendo Almería una de las provincias receptoras. Mientras tanto, las limitaciones de las embarcaciones no son el único problema, es más preocupante aún el déficit de plantilla. Rara vez está operativa más de una tripulación por las rotaciones de una unidad cuyos integrantes, en torno a medio centenar, tienen turnos de 24 horas y descansos de 72.
En los últimos meses han contado con dos agentes más en comisión de servicio pero una situación como la que atraviesa la provincia requiere el funcionamiento simultáneo de las tres patrulleras. “No es sólo inmigración, tenemos narcos, ahogados y emergencias, desaparecidos y este verano la repanocha con las mayores restricciones del balizamiento en el parque natural y las motos de agua”, reconocen. Sin refuerzos aéreos -el helicóptero de Málaga sólo ha venido una vez en los últimos meses-, sin más personal y con las limitaciones de sus embarcaciones no pueden ganar la batalla contra las mafias que “cada noche sueltan todas las pateras taxi a la vez conscientes de que sólo se puede interceptar una o dos”.
La estrategia de la oleada argelina requiere de otro tipo de respuestas que la Guardia Civil no tiene hoy. “Están llegando a tierra más pateras que nunca, salen en tromba desde Orán y a 20 nudos se plantan en cinco o seis horas en diferentes calas de Almería”, añade otro de los tripulantes. De ahí que los cálculos de agentes y organizaciones humanitarias como CIPIMD inviten como mínimo a duplicar, sino triplicar, la estadística oficial de inmigrantes del Ministerio del Interior.
Las patrullas que prestan apoyo terrestre también están desbordadas. Víctor Vega, portavoz de la Asociación Unificada de Guardia Civil (AUGC), viene denunciando las condiciones de trabajo, además de la “lamentable organización policial" que impera en la gestión del flujo migratorio ilegal: “La triste realidad es que nos están llegando más pateras y se están interceptando menos. El paradigma ha cambiado durante la pandemia y no estamos preparados”. No disponen de agentes suficientes para investigar las redes de trata de personas y el desconcierto en los cuarteles es absoluto cuando dan cobijo a grupos grandes de hasta 50 inmigrantes. El atasco del CATE también genera malestar y produce situaciones deplorables indican desde AUGC: “Policía no recepcionaba y Cruz Roja no atendía sin la PCR. De manera que nos tuvieron que echar una manguera por encima del muro, desde el Servicio Marítimo de Guardia Civil, para que estas personas, incluyendo a mujeres y niños, pudieran beber agua después de muchas horas al sol en los vehículos sin aire acondicionado”.
“Las mafias están cobrando una media de 3.500 euros por persona”
El Centro Internacional para la Identificación de Migrantes Desaparecidos (CIPIMD) está jugando un papel muy importante ante el aluvión de pateras de los últimos meses gracias a la labor de su joven delegado, Francisco José Clemente, siempre en contacto con las familias y organizaciones al otro lado del Mediterráneo. Les ayuda a localizar a los ocupantes de la pateras y también contribuye a la identificación de cadáveres. Su estrecho vínculo con las personas que llegan a la provincia le convierte en una de las voces más autorizadas para explicar la crisis migratoria: “El 90% son argelinos y las mafias les están cobrando una media de 3.500 euros por persona, a veces hasta 8.000 si son embarcaciones de mucha potencia (hasta 150 CV)”.
El delegado de CIPIMD reconoce que los inmigrantes están llegando en los últimos meses tienen cierto poder adquisitivo, una posición que percibe claramente cuando ve móviles de última generación, ropa de determinadas marcas y cantidades de dinero significativas. Clemente Martín también constata el colapso de los recursos asistenciales y explica que la estación de autobuses está llena de inmigrantes que han llegado al puerto y los dejan en libertad con su orden de expulsión. “Apenas hay repatriaciones con Argelia y las mafias lo saben y están haciendo el negocio del siglo”.
El subdelegado reclama soluciones al Gobierno para una “situación especial”
El subdelegado del Gobierno en Almería, Manuel de la Fuente, ha trasladado al Ejecutivo de Pedro Sánchez la necesidad de urgencia en la respuesta ante la “situación especial” que afronta la provincia en la crisis migratoria. “Somos la esquina de toda la Unión Europea de mayor presión migratoria”, ha reconocido. Defiende que las de este año serán cifras de llegadas de pateras similares a las anteriores, si bien reconoce que están llegando más a la costa por el modus operandi de las mafias que emplean lanchas rápidas con menos inmigrantes en algunos casos ligadas a actividades ilícitas como el tráfico de estupefacientes.
En una visita de principios del verano de la directora general de la Guardia Civil, María Gámez, destacaron el trabajo en la contención de las redes que están operando principalmente desde Argelia con 44 patrones de pateras taxi y 56 colaboradores detenidos entre 2020 y junio de este año. Sobre la falta de agentes, reconoce que el Gobierno de Pedro Sánchez entró con plantillas al 80% en base a una RPT de 2008 y se han aumentado estas plazas cada año. “Es un problema que no es de ayer y no terminará mañana”.
Conscientes de sus limitaciones en la persecución e intervención de las lanchas rápidas que vienen usando las mafias en los últimos meses, sobre todo cuando llegan en oleadas, las embarcaciones del Servicio Marítimo de la Guardia Civil han recibido la consigna de desactivar el retorno e impedir así que puedan seguir empleándolas en sucesivos trayectos. Tal y como confirman agentes de la primera línea de combate, cuando reciben el aviso del Sistema Integrado de Vigilancia Exterior (SIVE) hacen seguimiento permanente de estos pequeños botes de fibra que están equipados con potentes motores y articulan un dispositivo con la patrullera de turno y el apoyo de los medios terrestres que estén disponibles en el momento de la operación. Gracias a las cámaras y radares del SIVE consiguen establecer un punto de desembarco con cierta antelación y así llegar a la playa o cala lo antes posible para evitar el viaje de vuelta. Si han completado la fuga, los agentes mantienen la vigilancia desde mar y tierra de la lancha hasta que se persona en la zona el depositario judicial que inmoviliza la embarcación. En la provincia hay cuatro depósitos de este tipo de vehículos y no han dejado de recibir botes en lo que va de verano. La Fiscalía General del Estado alertaba en su Memoria del último año la existencia de un “mercado negro” de embarcaciones rígidas y semirrígidas y motores que desde España permiten retroalimentar la ruta argelina de la mafias. Una vez alcanzada tierra, según argumentan agentes del Instituto Armado, es prácticamente imposible detener a los inmigrantes. “El que tiene buenas piernas no lo coges”. Si el dispositivo policial es amplio pueden detener a varios, aunque a veces es más fácil localizarlos a pie de carretera, una estampa que se ha venido repitiendo durante los últimos meses principalmente en los municipios del levante. Se van agrupando donde se puede y, después, un furgón de la GuardiaCivil los traslada provisionalmente a los cuarteles a la espera de que se puedan derivar al Centro de Atención Temporal a Extranjeros de Almería (CATE) en el Puerto de la capital. A veces pasan hasta 12 horas en los calabozos grupos de 12 personas y 20 en un almacén habilitado sin que se les haya realizado test COVID-19.
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