En estos lares

De puertas adentro, suelen ser recónditas las estancias de las casas. Aunque la hospitalidad, sobre todo si es practicada sin reservas, lleva a compartir los espacios del hogar. Como, además, en esas nuevas formas de intercambiar viviendas que permiten a sus moradores pasar días o temporadas en otros lares. Término este, en plural, que no se refiere, propiamente, a otros lugares, aunque de buscarlos se trate, intercambiando las casas, sino al propio hogar. De manera más concreta, el lar es el sitio de la lumbre en la cocina. Así, por mor de la sinécdoque, de aplicar al todo el nombre de una de sus partes, o de reunir las partes, del lar a los lares. También se llaman lares los dioses de la casa o del hogar, que recibían culto de los antiguos romanos, ya que preservaban, además de otros sitios, los aposentos de la casa, como divinidades domésticas cuya representación no faltaba en las comidas y los acontecimientos familiares importantes, celebrados en el hogar. Suele decirse también, con la imprecisa seguridad -no tiene que ser contradictorio- de las máximas, que en pocos lugares se está mejor que en la propia casa, aunque no lo parezca con el sencillo recurso de las comparación. Mas acaso se trate de sentirse a gusto entre las paredes que acogen la vida doméstica, y de contar con una buena vecindad al otro lado del tabique, dioses lares aparte.