“Un jefe de Servicios de una prisión está en primera línea, tomando decisiones en un minuto”
Instituciones Penitenciarias
Se jubila Francisco Martínez, un abrucenero que durante décadas ha ejercido este puesto en ‘El Acebuche’
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Almería/Francisco Martínez estuvo a punto de dedicarse al mundo de la cocina, pero el destino tenía para el otros planes que lo han llevado a trabajar durante casi cuatro décadas entre rejas. Hasta hace unas semanas ha sido el jefe de Servicios del centro penitenciario ‘El Acebuche’, labor que este abrucenero ha desarrollado durante la mayor parte de su carrera profesional como funcionario de prisiones. Ahora ha llegado la hora de una merecida jubilación y del reconocimiento de sus compañeros, incluido el nuevo director de la prisión almeriense, Nahum Álvarez, que han podido compartir con él un almuerzo de homenaje en el Club de Mar de Almería.
Aunque en su día, para poder salir de Abrucena, optó por la Formación Profesional (FP) en la Escuela de Hostelería de Almería y más tarde en la Escuela Superior de Hostelería y Turismo de Madrid, con apenas 18 años tuvo claro que quería ser jurista y estudió Derecho y posteriormente Criminología porque exigían ambas titulaciones universitarias. Acabaría opositando en 1986 al cuerpo especial de Instituciones Penitenciarias. “Me di cuenta de que quizás lo de jurista no era lo mío, lo de jurista, no veía lo de estar en un despacho haciendo informes y demás, sino que prefería estar en primera línea”, asegura.
Hizo sus prácticas a primeros del 87 en la Escuela de Estudios Penitenciarios y en el antiguo centro penitenciario de Carabanchel en Madrid. Su primer destino fue el centro penitenciario de “Foncalent” en Alicante, donde trabajó como especialista de vigilancia y de jefe de centro, hasta que, en el año 90, consiguió el traslado definitivo por concurso de méritos a ‘El Acebuche’. “He hecho toda mi carrera administrativa aquí, en Almería. Vine de jefe de centro y luego, primero en una comisión y luego por concurso, cogí la plaza del puesto de jefe de Servicios y ya hasta la jubilación he estado ahí”, añade.
A lo largo de estos años ha podido ver de todo, como un reo que “apenas tenía familia en la calle” y que prefería estar entre rejas, pero se queda especialmente con “la huella que dejan y dejas en todos los internos, que cuando salen a la calle y te ven, te reconocen y valoran, agradeciéndote todo el trabajo que has hecho”. “Eso no quiere decir que siempre haya dicho que sí o concedido todo lo que me pedían, sino que he intentado ser justo. El derecho penitenciario está ahí, las leyes están para hacer justicia”, apostilla.
Y, por supuesto, también ha vivido en primera persona todos los cambios normativos y legislativos de su ámbito en las últimas décadas. “Lo bueno que he tenido es que mi cultura es toda jurídica y me encanta, porque estaba al día siempre, también por mi otra faceta, porque siempre he preparado a opositores. He tenido academias en Murcia, en Madrid, en Almería. Ahora estamos online y he metido a más de mil funcionarios. De hecho más de la mitad de la plantilla de ‘El Acebuche’ son alumnos míos”, explica orgulloso.
Muchos de ellos han acompañado en el almuerzo de homenaje a este funcionario que insiste en que ha estado permanentemente en primera línea, “tomando decisiones en un minuto; decisiones que tienen mucha trascendencia y tienen mucha repercusión”. “Tienes que tomarlas rápido y tener capacidad de decisión para no equivocarte, porque luego te va a venir una denuncia en el Juzgado de Guardia o el Juego de Vigilancia; o la inspección. Un jefe de Servicios puede tomar cada día cien, doscientas decisiones que limitan o no los derechos de estas personas, resolviendo expedientes. Siempre he tenido claras dos cosas. La primera, que se trata de personas a las que mañana podía encontrarme en la calle y a los que ahora disfruto viendo, y la segunda, que podían pedirme estas explicaciones. En algún caso he visto como se ha abierto alguna diligencia por haber aplicado medios coercitivos, y he tenido que explicar si se habían aplicado correctamente . Me congratulo de que todas las informaciones reservadas han terminado archivándose porque habíamos actuado correctamente. Luego hay casos que no pueden evitarse. Si alguien quiere suicidarse, o si la familia le ha metido droga el día anterior y ha tenido una sobredosis…”, detalla.
Sobre su faceta como preparador de oposiciones, precisa “ahora hay más academias, pero hubo una época en la que éramos el referente en Almería y casi en España. Estuve yendo a la Academia Marsán, en la calle Jacinto Benavente de Madrid, todas las semanas en tren durante 15 años. También he dado clases en Murcia, y luego aquí en Almería, sobre todo con mi amigo el abogado Pedro García Cazorla”, desvela.
“Me jubilé oficialmente el 21 de septiembre pero el último día fue el 18 de septiembre. Desde entonces ya no he trabajado. Soy una persona que tengo muchas aficiones me gusta mucho el coleccionismo. Colecciono de todo. M gusta mucho la cocina porque vengo de ahí, de cocinero profesional. Y me gusta mucho la familia, los amigos. Me gusta mucho la literatura leer, tengo un montón de libros y muchas cosas por hacer. Necesitaría otra vida para hacer todo lo que tengo pendiente. Creo que aburrirme no me voy a aburrir”, confiesa al ser interpelado sobre qué espera ahora que se retira de la actividad profesional.
Homenajes
Aunque para él el mayor reconocimiento es el de una labor bien hecha, en su haber destacan algunos como el Premio Extraordinario en la Escuela Superior de Hostelería y Turismo de Madrid y la Medalla de Bronce al “Mérito Penitenciario” concedida por la Secretaría General del Ministerio del Interior, así como haber recibido el “Escudo de Oro” de Abrucena ocasión de su nombramiento como pregonero de sus Fiestas Patronales en 2014, o el homenaje de la Escuela de Taller de Empleo del pueblo , por haber ayudado a muchos paisanos a conseguir su plaza de funcionarios.
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