¿Cómo actuar si te topas con un jabalí en las calles de Almería?
Almería
El fenómeno ‘jabalíes urbanitas’, cada vez más frecuente en barrios como el de Cabo de Gata
Hay encuentros en los que uno puede continuar su caminar con disimulo, pero si se trata de un animal salvaje la cuestión se torna bien distinta. Hasta hace bien poco lo habitual hubiera sido salir a la calle y, como mucho, cruzarse con alguien no deseado, si bien en los últimos tiempos la estampa de jabalíes en el interior de las ciudades se está repitiendo de forma inesperada ante la expansión de estos animales y la necesidad de la búsqueda de alimento en los núcleos urbanos. Almería no es, desde luego, una excepción.
En los alrededores del Mercado Central, en la Rambla, en El Zapillo, por la Universidad o en Costacabana y Cabo de Gata. Son algunas de las zonas del término municipal de la capital en las que en los últimos meses los jabalíes han sorprendido a los viandantes, algunos de los cuales seguramente se hayan llevado un buen susto. Otros le han echado cierto valor y han osado hasta grabarles en vídeo vídeodurante largos minutos.
R.T. Vecino de Aguadulce
"Dejé de grabar y uno de los jabalíes me vino lanzado. Por suerte, estaba en el coche”
R.T. se engloba entre estos últimos. “Fui a cenar a Cabo de Gata y me encontré con unos diez, tan campantes, en mitad de la calle como si no pasara nada”, comenta este vecino de Aguadulce, quien, durante la grabación, optó por chasquear la lengua entre los dientes y el paladar para espantar a la piara, que se dirigía a los contenedores de basura, justo en las proximidades del bar. “Fue dejar de grabar y uno vino lanzado hacia a mí. Menos mal que estaba en el coche”, resume. ¿Hizo bien?
La presencia de jabalíes en las calles de Cabo de Gata ha sido el espectáculo del verano. No se ha producido ataque alguno, pero ahí siguen, fieles a su cita nocturna con los contenedores, por lo que no está de más saber cómo actuar.
Lo primero es diferenciar a los jabalíes salvajes que no tienen contacto con el hombre de los habituados, como es este caso, a las personas, ya que optan por aprovechar los recursos alimenticios que pueden encontrar en los núcleos urbanos. Suelen ser más grandes y corpulentos al estar mejor alimentados y se comportan también con menos miedo, de ahí que ronden por las puertas de viviendas y las terrazas de bares y restaurantes.
Lo primero, desde luego, es respirar hondo, mantener la calma –todo lo que sea posible–, y sopesar la situación. Si se trata de una hembra acompañada de sus jabatos puede comportarse de forma agresiva en la defensa de sus crías. No lance piedras, ni alce palos,ni grite ni tampoco haga gestos amenazantes, pues el animal podría identificarlos con el ataque. Si tiene cerca un sitio elevado o un árbol donde pueda trepar con facilidad y seguridad, aproveche esta vía de escape y, si no, lo recomendable es seguir andando -evidentemente, en dirección contraria–, despacio , sin perder de vista al marrano o marranos y sin hacer ruido, según recomiendan los expertos.
Si los jabalíes se encuentran a cierta distancia, puede intentar ahuyentarlos como hizo R.T., porque son pacíficos por naturaleza, normalmente se esconden de los humanos y los ruidos suelen espantarlos.
Pero en el caso de que estén cerca, se deben evitar los movimientos o ruidos bruscos, ya que podrían enfrentarse.
En cualquier caso, se debe se debe avisar a las autoridades, al 112 o a la Policía Local que, a su vez, contactarán con el personal del Centro Municipal Zoosanitario para conseguir capturar a los animales y retornarlos a su medio natural sin daños.
Otros consejos que conviene tener en cuenta si se va al campo es recoger la basura producida. Nunca se debe alimentar a los animales salvajes y procurar no salirse del sendero, así como mantener a los perros atados al objeto de evitar que salgan corriendo tras el animal y el consecuente estrés innecesario tanto para el can como para su propietario.
Es difícil que los jabalíes ataquen a las personas, pero la colmillada es potente y tiene de diana la misma que la cornada de un toro: cerca de la ingle y buscando la femoral. Un mordisco de una hembra puede partir cualquier hueso del cuerpo.
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