La invasión consentida de las autocaravanas
Las colonias se multiplican sin control en espacios públicos de la capital y costa almeriense mientras que otros ayuntamientos andaluces reaccionan en los últimos meses con restricciones para poner coto al boom de las casas sobre ruedas en pandemia
El autocaravanismo está de moda y ha venido experimentando un fuerte tirón durante la pandemia. En las principales localidades de la geografía almeriense campa a sus anchas sin ningún control ni regulación y las colonias de casas sobre ruedas se han multiplicado como setas en los últimos meses. Están invadiendo espacios públicos que no reúnen condiciones adecuadas para este tipo de vehículos como el antiguo recinto ferial, playas de Retamar y la desembocadura del Río Andarax en la capital, al igual que ocurre con estacionamientos de los paseos marítimos y zonas privilegiadas del litoral en toda la provincia.
Esta saturación de caravanas, que en su mayoría están en manos de franceses, alemanes y centroeuropeos que se han desplazado al sur de la península en invierno en busca del buen tiempo, generan un serio problema de imagen, convivencia y salubridad en aquellos puntos estratégicos de la costa andaluza que se están viendo obligados a tomar medidas ante el colapso de instalaciones y zonas públicas no habilitadas para la estancia de las casas ambulantes. Ayuntamientos de la Costa Tropical de Granada y el de Málaga han aprobado en los últimos meses bandos y ordenanzas con las que poner coto a esta oleada de autocaravanistas que repelen las áreas específicas para evitar el gasto que conlleva -en torno a 15 euros al día- y optan por enclaves privilegiados totalmente gratuitos pero sin prestaciones.
Almuñecar ha prohibido ya las acampadas en vías urbanas del municipio mientras estudia crear una zona de pernoctación y el de Motril tiene en vigor desde hace poco tiempo un reglamento que no permite el estacionamiento más de dos días seguidos en el mismo sitio que suele ser el paseo marítimo y zonas junto al mar. El consistorio de Málaga acaba de aprobar una drástica prohibición para la explanada situada junto al Palacio de Deportes José María Martín Carpena donde se había improvisado una pequeña ciudad rodante con más de un centenar de caravanistas a modo de camping. Las múltiples quejas de los vecinos han empujado al consistorio a determinar que sólo se pueda acceder al aparcamiento desde las nueve de la mañana a doce de la noche. Normativas que han ido surgiendo en respuesta a una situación que se expande por el litoral andaluz, pero que ya se venían aplicando en otras comunidades más estrictas como la de Cataluña.
Desde hace un tiempo, Almería es una de las provincias con mayor demanda y tirón del turismo de autocaravanas, pero sus grandes pueblos costeros no han logrado avanzar prácticamente nada en la regulación de un segmento que ha vivido un crecimiento exponencial desde el comienzo de la crisis sanitaria del coronavirus. No existe una regulación a nivel provincial, más allá de las establecidas para los espacios protegidos de la comunidad, y la mayoría de localidades no están afrontando una realidad cada vez más palpable en sus recintos y paseos marítimos, sobre todo durante los meses de invierno. Los consistorios, incluido el de la capital, están haciendo la vista gorda ante una invasión consentida de autocaravanas en espacios que no están habilitados ni acondicionados para pernoctar.
No solo ocupan aparcamientos de primera línea de playa, sino que también vacían cada dos o tres días el depósito de aguas grises y negras, del denominado poti en el argot caravanista, en el alcantarillado público. Una decena de establecimientos de la provincia, concentrados en Carboneras, Aguamarga, Pujaire, Albaricoques, Cabo de Gata y Roquetas, se concibieron para este servicio y disponen de instalaciones para evacuar esos vertidos, además de duchas y otras prestaciones que no existen en los ‘poblados’ clandestinos. Los usuarios de estas ubicaciones alegales afrontan inversiones de más de 180.000 euros en sus casas móviles, los que las tienen en propiedad, pero no están dispuestos a abonar los entre 10 y 20 euros diarios que cobran las áreas habilitadas y campings en la provincia.
En la capital las caravanas han realizado varias migraciones en los últimos años, si bien no ha dejado de crecer su presencia. Eran frecuentes en la zona de El Palmeral hasta que la presión vecinal por los ruidos y saturación las acabó desplazando al Paseo de Ribera en la playa del Bobar. Durante la primera parte de la pandemia pasaron de los aparcamientos del Auditorio Municipal Maestro Padilla a la desembocadura del río Andarax y desde finales de año la principal colonia de autocaravanas y furgonetas camper adaptadas se ha instalado en el antiguo recinto ferial, junto a las instalaciones deportivas al aire libre y parque de las familias de la avenida del Mediterráneo. No todos optan por compartir campamentos masivos y a veces se pueden encontrar pequeños grupos en otras zonas como el muelle de Levante del Puerto. Durante el último fin de semana había también caravanas en Las Salinas y Retamar.
Aunque el caravanista responde a un perfil de turista ecológico, que se autoabastece y es un amante de la naturaleza, en ocasiones de alto poder adquisitivo, estos camping clandestinos y gratuitos que han improvisado por media provincia nunca podrán entenderse precisamente como un ejemplo de turismo sostenible porque, más allá de la competencia desleal que ejercen sobre los empresarios que han acondicionado instalaciones para tal efecto, las autocaravanas tienen que realizar con frecuencia el vaciado de sus depósitos y en muchas ocasiones estos residuos acaban en el mar, cauces o alcantarillado.
Conscientes de su impunidad no dudan en desplegar mesas y sillas junto a sus caravanas, aparcar otros vehículos secundarios como remolques, bicis y motocicletas o colgar la ropa a secar con cuerdas atadas a los árboles. Estas colonias no sólo se multiplican ocupando vías y espacios públicos de la capital, sino que se dispersan prácticamente por puntos no regulados de todo el litoral almeriense desde Adra hasta Pulpí. De ahí las fuertes críticas en los últimos años desde el sector privado que ofrece este tipo de servicios a los caravanistas por invertir en espacios públicos que no eran rentables.
Por parte de las administraciones públicas se ha sancionado duramente este tipo de pernoctaciones en espacios protegidos naturales, como las playas del parque natural de Cabo de Gata -más de 500 multas este último verano-, pero en núcleos urbanos como la capital los ayuntamientos se sienten desbordados yaseguran que el control sobre las rotaciones es prácticamente imposible. En temporada alta estiman que se aproximan al millar los autocaravanistas desplegados por la provincia, si bien los principales incumplimientos se producen en invierno cuando se alejan de las zonas acondicionadas.
Los caravanistas han descubierto que en ciertos lugares de confluencia la Policía no actúa mediante sanciones económicas y las colonias se comunican entre sí para determinar zonas de pernoctación en rincones tan singulares como las playas de San José, Aguamarga, Las Negras, Garrucha o Vera. En verano la afluencia se intensifica, principalmente en torno al litoral del parque natural, pero el mercado doméstico suele acudir a las áreas destinadas a las autocaravanas, específicas a las de los campings de la provincia. Sin embargo, en invierno llegan en oleada los extranjeros que han optado por no invertir ni un sólo euro en sus estancias generando un grave perjuicio económico a los propietarios de zonas habilitadas que están prácticamente vacías hasta la Semana Santa.
Más de 500 multas en el parque natural
Agentes de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía levantaron durante el pasado verano más de 500 actas de denuncia por el incumplimiento de la normativa vigente en el Parque Natural de Cabo de Gata-Níjar, la mayor parte de ellas por pernoctar con vehículos habilitados como viviendas, tales como caravanas, autocaravanas o furgonetas ‘camper’, en espacios no habilitados entre el ocaso y el orto. Fuentes del Gobierno andaluz han precisado que desde comienzos de julio hasta el final de la primera quincena de agosto se han emitido 511 multas de las que 430 han sido a personas que han tratado de pernoctar fuera de los espacios habilitados para ello en el interior del parque.A pesar de su cercanía y la difusión de normas para el correcto uso y disfrute de los espacios del parque natural, el 30 por ciento de las personas denunciadas por cometer alguna de estas infracciones corresponde a la provincia de Almería, mientras que el 70 por ciento restante -con unas 358 multas- son personas foráneas que llegan a la zona en la época estival.
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