Las horribles medianeras. Almería, tierra de trampantojo

Almería

El arte del trampantojo. En palabras de la RAE: “Trampa o ilusión con que se engaña a alguien haciéndole ver lo que no es”. Almería cuenta con varios de estos recursos artísticos tridimensionales

Medianera del Paseo de Almería
José Luis Ruz Márquez

15 de enero 2023 - 08:00

Almería/Si usted va por el Paseo de Almería y en vez de a un escaparate echa un vistazo al paisaje urbano no tardará en ver sobresalir por encima de la línea general de las antiguas edificaciones unos grandes paredones, lisos y desangelados… Son las horribles medianeras aquí más visibles por la anchura de la vía, aunque las hay por toda la ciudad y tantas como especulaciones se hicieron a partir de la década de los sesenta en que se abrió veda de destrucción y entre los que obraban y los que consentían convirtieron Almería -si no de monumentos sí monumental en su conjunto- en una de las ciudades más feas de España.

No estoy yo en contra de la medianera, la sé inevitable pero esos blocazos achicando a las casas antiguas, tan discretas ellas, dejan a las claras que todo es un problema de medida, proporción y estética. Sin simpatías, siempre ha existido el deseo de camuflarla por medio de diferentes métodos: desde la pintura al relieve real recreador de una falsa fachada lateral y hasta se ha dado el caso de la medianera que yendo para trampantojo se convirtió en realidad tal como ocurrió cuando la casa que hubo en la plaza de la Catedral esquina con Eduardo Pérez fue derribada para ampliación de esta vía dejando a la vista un feo muro y al negársele al solar posibilidad alguna de obra, la "medianera" consistió en construir un edificio para provecho municipal que si hoy no existe y es ampliación de la calle es gracias a la protesta de la gente que lo consiguió parar cuando ya estaba en la estructura… Lo mismo que sucedió cuando para dar anchura a la Rambla de Alfareros en la Puerta de Purchena se derribó una bonita casa que se nos aparece desde el más allá de las postales antiguas. En ambos casos la solución fue incorporarla como fachada lateral al edificio que la produjo.

La medianera nace fruto de mal apareamiento y solo es una; las que recoge la arquitectura: constructiva, artística, comercial, jardín colgante, fotovoltaica… no son otra cosa que disfraces. Potente y agresiva, a nada teme, ni siquiera los monumentos consiguen salvarse de ella: ahí tienen a la iglesia de San Pedro a la que un nuevo edificio le ha echado el brazo por el hombro, por la torre, y a punto está de morir por asfixia. Pero si esta medianera es mala por "cercana" miren hacia la iglesia de San Sebastián y verán cómo le sienta de fondo la "medianera lejana" de un bloque inmenso o sin ir tan lejos a la propia Puerta de Purchena los mazacotes edificios Tauro, Vulcano… o a la Estación el par de modernos bloques del Toblerone.

Siempre atento al beneficio, el comercio fue el primero en percatarse de que podía sacar provecho de la desgracia de estos espacios tan grandes y tras usarlos de meros letreros pasaron pronto a ilustrarlos y ahí está a la vista desde el inicio de la calle de las Tiendas el borroso anagrama de los almacenes La Sirena, o el anuncio de confección en la plaza de los Burros.

Medianera decorada con un trampantojo en el Paseo de Almería / D.A.

Al final, a buena hora mangas verdes, se fue tomando conciencia de los efectos nocivos de la medianera y esta se ha convertido en soporte para su propio camuflaje merced a unos artistas escaladores que colgados -dicho sea esto con todo los respetos- ponen su doble vocación al servicio de apocar los grandes paramentos transformándolos en cualquier cosa que esconda su fealdad: en la plaza de los Burros un reloj de sol que a todas horas le recordará al observador la del cierre del comercio al mediodía y el hallarse junto a la que fue Puerta del Sol de la antigua muralla; en Obispo Orberá la medianera que sirve de fondo horrible al Colegio de la Compañía de María…

Pero es en el Paseo dónde la medianera adquiere más protagonismo y en él vemos desde el simple ajedrezado a la recreación de ventanas falsas, ilegales de haber sido ciertas, y una buenísima fuente de pleitos para el vecino; pasando por prismas, que avanzan y retroceden; falsas estructuras de hormigón que unas veces albergan a unos personajes desconocedores del vértigo y otras al exótico árbol del columpio…

Raramente en geometría plana, la mayor de las veces se sirve de la perspectiva caballera para lograr la tridimensión del trampantojo, una técnica de la pintura que ya se empleaba en el tiempo de los romanos, aunque no tan a lo bruto. Y no me refiero a los artistas que se han vistos obligados por las dimensiones a trabajar a lo grande; emprenderla con ellos sería como matar al mensajero, sólo han tratado de aminorar fealdades por lo que les felicito y hasta ganas tengo de darles buena nota, pero no puedo cuando reparo en lo escrito por un epigramista del siglo XVIII:

"El señor don Juan de Robres,

con caridad sin igual,

hizo este santo hospital...

y también hizo los pobres."

Está claro que la mejor medianera, como la mejor pobreza, es la que no se crea.

¿Y piensan ustedes que ahora cuando en teoría existe mayor conciencia han cesado las medianeras? ¡Qué va! Siguen las mismas con otras más pequeñas pero igual de indignas que están acabando por dar la puntilla a las últimas casas buenas que quedan en el Paseo con el engañabobos de conservar la fachada, lo que ve la suegra… como si esta, tonta, no supiera del vaciado de la casa y, ciega, no hubiera advertido el añadido de unas plantas retranqueadas que la agobian, la clara muestra de lo difícil que resulta estar al mismo tiempo bien con el dios de la estética y con el demonio de la especulación urbanística.

Como auténtica creación, en el cine nada es lo que parece, pero además el que se hizo aquí, que no fue de mucha enjundia ni fuste que digamos, se limitó al uso de la luz, del paisaje y de los jóvenes como extras, nada por encima de un mero escenario. Ahora que la nostalgia anda empeñada en recobrar el cine y el pavimento de la calle de la Fama, la prima pobre de la de Hollywood, es el firmamento de unas estrellas que apenas brillan, las medianeras falsos paisajes y las antiguas casas, cascarones como las del far west tabernero… es el momento de declarar a Almería, tierra del trampantojo.

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