Las hipnóticas estampas crepusculares de Leo Lázaro

FOTOGRAFÍA

El fotógrafo granadino, con raíces almerienses, se ha especializado en captar el patrimonio monumental y natural en hermosos atardeceres; le atraen los torreones, faros y castillos

‘La Mojaquera’ y su escultora se reencuentran después de 35 años

Fotogalería: Las impresionantes imágenes nocturnas y de atardeceres almerienses de Leo Lázaro

Atardecer en la plaza Carlos Pérez Siquier de Olula del Río, donde residió en su juventud y se alza el anillo museístico de la localidad
Atardecer en la plaza Carlos Pérez Siquier de Olula del Río, donde residió en su juventud y se alza el anillo museístico de la localidad / Leo Lázaro

Almería/“Almería es una tierra que motiva bastante mi afán creativo porque está plagada de torreones, ermitas, faros y castillos que se elevan sobre el paisaje para permitir inmortalizalos besando los astros”. Leonardo Fernández Lázaro (Granada, 1980) es un fotógrafo de raíces almerienses (su madre, sus abuelos y varios de sus tíos nacieron en esta tierra) que se ha especializado en captar hipnóticas estampas crepusculares empleando telescopios a modo de teleobjetivos con los que logra composiciones muy plásticas utilizando como atrezzo el rico patrimonio monumental y natural de la provincia.

La afición surgió, como todas las cosas que brotan del corazón, por un chispazo romántico: “Fue allá por 2015, una noche que iba observando cómo la Luna caía sobre una atalaya, mientras conducía para reunirme con mi novia. Aquella noche capturé una impresionante Luna cayendo junto al torreón de Albolote, que se parapetaba sobre un cerro de Sierra Elvira”. Dicho así pareciera sencillo, pero el proceso es mucho más complejo y requiere una laboriosa preparación previa. Primero selecciona el entorno y luego, con las condiciones lumínicas y atmosféricas adecuadas, planta un pequeño telescopio astronómico con el que empezó a experimentar realizando fotografía de fauna, un Maksútov-Cassegrain con objetivo de 5 pulgadas (127 mm) de diámetro, de la marca Sky-Watcher.

Playa de los Genoveses, uno de sus rincones predilectos al evocarle los veranos con sus abuelos, al anochecer
Playa de los Genoveses, uno de sus rincones predilectos al evocarle los veranos con sus abuelos, al anochecer / Leo Lázaro

“Suelo emplear telescopios pequeños y no muy costosos, a modo de teleobjetivo, para conseguir de una forma impactante lo que se llama ‘compresión de perspectiva’. A diferencia de un objetivo de baja potencia, que enfatiza las distancias entre los elementos de la escena, un teleobjetivo parece comprimir la perspectiva, haciendo que los objetos lejanos y cercanos parezcan más próximos entre sí de lo que realmente están. De este modo, la Luna puede parecer estar increíblemente cerca de una torre, viéndose a veces impresionante, repleta de detalles en la superficie lunar. Los objetivos y telescopios los combino con cámaras diferentes, que me permiten conseguir mayor o menor ampliación con una misma lente en función del tamaño del sensor de imagen, sin perder resolución. Un sensor pequeño, como el de la Panasonic Lumix GH6, multiplica por dos el tamaño aparente de las cosas en relación a un sensor grande, como el de la Canon EOS 6D”, narra Leonardo con la soltura del experto en la materia.

No en vano ha unido su hobby con su profesión, ya que dirige una empresa, AstroNatura, de observación astronómica: “Estoy trabajando para traer nuestras actividades astronómicas a todos los pueblos y centros educativos de Almería que pueda. Mi dedicación a la fotografía se ha forjado a raíz de mi trabajo como vendedor de equipamiento para observación, que a su vez ha derivado en la creación de una empresa destinada además, y sobre todo, a la divulgación de la astronomía. Con mi empresa y colaboradores llevo unos cuantos años acudiendo a Mojácar cargado de telescopios cada verano para plantarlos en la Plaza del Castillo durante la Noche de las Velas. El mes pasado, llevé los telescopios de AstroNatura por primera vez a Tabernas, para realizar un taller de astronomía en el castillo. Pero, sobre todo, vengo con frecuencia para trabajar con mi amigo Iñaki García Ferrón, de Experience Cabo de Gata, que organiza sesiones de astronomía muy especiales bajo un cielo estrellado increíble en la Playa de los Genoveses”.

El icónico faro del puerto de la capital con la luz crepuscular.
El icónico faro del puerto de la capital con la luz crepuscular. / Leo Lázaro

Tabernas y Genoveses son dos escenarios recurrentes en su afición: “El castillo de Tabernas lo veo elevándose sobre el horizonte cada vez que viajo a San José para trabajar en Genoveses. Y las playas de Cabo de Gata-Níjar son, sin duda, mi espacio natural predilecto porque solía pasar una semana de finales de agosto en San José con mis abuelos maternos y unos amigos suyos. Mis abuelos, José y Angelita, dejaron de venir hace bastantes años, pero yo sigo volviendo cada año, por trabajo o por puro placer, para reavivar el recuerdo de aquellos días”.

De su incipiente trabajo por diversos rincones de la provincia almeriense se queda con la postal que ofrece el icónico Faro del puerto de la capital: “El punto que más inspiración y flexibilidad creativa me ha aportado es el Faro del Puerto de Almería, pero yo diría que todavía no he realizado mi composición ‘favorita’ en esta tierra. Lo que sí te puedo contar es la composición que más me apetece conseguir: la Luna elevándose sobre el castillo de Tabernas, desde una distancia considerable que magnifique el tamaño aparente del astro respecto al castillo”.

"El punto que más inspiración y flexibilidad creativa me ha aportado es el Faro del Puerto”

Para conseguir la mejor toma el tiempo de preparación es arduo y no siempre se obtiene el resultado esperado: “Primero me suelo fijar en alguna construcción que sobresale del paisaje y empiezo a pensar si sería posible fotografiarla junto a la Luna. Salvo contadas ocasiones, en que dispones de un amplio margen para desplazarte por el entorno buscando el ángulo necesario para conseguir la alineación entre la luna y el objeto terrestre desde larga distancia, sin obstáculos en el encuadre, lo normal es que tengas que estudiar bastante las posibles ubicaciones sobre el mapa o directamente sobre el terreno. Para facilitar esta tarea, suelo combinar herramientas digitales de planificación específicas, como PhotoPills, con la función Street View de Google. La complicación añadida es que el lugar de salida o puesta de la Luna varía cada día, de manera que la segunda parte, la de encontrar el momento preciso, es generalmente la más complicada, obligándote en ocasiones a ir aplazando la foto hasta encontrar ese momento en el futuro”.

Y una vez conseguido el emplazamiento y la perspectiva idónea toca afinar con la luz: “Para mí es la clave de una foto verdaderamente buena. De entrada, tengo que valorar si necesitaré cierta cantidad de luz natural para que el objeto se vea bien o si podré trabajar completamente de noche porque el objeto reciba iluminación artificial suficiente. Luego, conseguir un buen resultado cuando no es de día, sin necesidad de combinar dos exposiciones en la mista foto, requiere de cierta experiencia e intuición, y depende mucho del brillo de la luna según su fase y, lo más impredecible, las condiciones atmosféricas”.

Leo Lázaro, de espaldas, toma una foto en el campillo de Genoveses.
Leo Lázaro, de espaldas, toma una foto en el campillo de Genoveses. / D.A.

En su afán por lograr la instantánea más plástica Leonardo no ha dudado en atravesar España: “La excursión más lejana que he realizado para captar una imagen concreta ha sido a Tauste, a unos 750 kilómetros de distancia de mi casa por carretera, en la provincia de Zaragoza, para fotografiar la Luna llena elevándose junto a la formidable torre de la Iglesia de Santa María. Semanas antes, gracias a un encargo para un proyecto de promoción turística, había estado varios días realizando fotos nocturnas en aquella comarca, Cinco Villas, plagada de castillos medievales e iglesias románicas, y me quedé pensando en volver cuando hubiera una luna llena para conseguir esa foto”. Y así es como Leonardo consiguió conjugar su afición con su profesión.

Su madre, Mari Ángeles Lázaro Guil, tiene esculturas repartidas por toda la provincia

Afincado en el barrio de Santa Ana de Guadix, a Leonardo de casta le viene al galgo. Su nombre, que evoca a una de las más grandes figuras del Renacimiento italiano, se debe a su madre, Mari Ángeles Lázaro Guil, una profesora y escultora que tiene repartidas obras suyas por toda la provincia.

El nexo de unión con esta tierra surge en la década de los noventa, cuando entre los 12 y 14 años de edad vivió en Olula del Río, donde su progenitora fue destinada como profesora en el IES Rosa Navarro. Ella residió en la Comarca del Almanzora más años y mantiene un estrecho vínculo con la zona porque allí se especializó en la talla del mármol.

Tanto es así que acometió numerosas esculturas en talleres y su obra empezó a repartirse por diversos puntos como Mojácar, que cuenta con su representativa Mujer Mojaquera, que hace apenas unos meses festejaba el 35 aniversario de su creación siendo un punto fotogénico de la localidad; Garrucha, donde en el paseo Marítimo se ubica un bonito homenaje a sus Pescadores; Roquetas de Mar, donde se encuentra la Fuente del Mediterráneo; Laujar de Andarax (Busto del Padre Montero); numerosas esculturas en el municipio de Vícar o el Monumento a la Tolerancia en recuerdo de las víctimas del campo de concentración de Mathausen que se encuentra debajo del cargadero del Cable Inglés en la capital. De tal palo...

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