¡Herbelita, marchando un café y un carajillo!
Hostelería
El Pub Herbel incorpora una nueva ‘camarera' que se desplaza sobre un raíl y sirve las consumiciones, lo que favorece la distancia social
El Español del Alquián presenta su nueva indumentaria
Los cafés en el centro, la coca-cola junto al pecho de hojalata y los platos de frutos secos en los laterales. Los vasos pueden ir poco más llenos que de costumbre, Herbelita lleva las consumiciones a las mesas con la misma suavidad que se desplaza un coche eléctrico. Bandeja firme, sin vaivenes, mansa parada si un cliente se le cruza y mascarilla del Español del Alquián en su robótico rostro. No va a estornudar, ni toser, pero ella la porta para concienciar a la ciudadanía de que en los recintos cerrados es muy importante cumplir todas las medidas de seguridad a rajatabla.
Herbelita es la nueva camarera del Pub Herbel, la cafetería más futbolera de todo El Alquián. No es de carne y hueso, no cobra una nómina, pero el dueño Ginés Belzunces no la ha conseguido por ahorrar dinero, sino para tratar de ahorrarse los disgustos del dichoso coronavirus. Se mueve por raíles, atraviesa los salones con la soltura de un veterano y con la agilidad de un gato y permite mantener las distancias entre camareros y clientes. Al final, en los pubs de barrio hay afecto entre dueños y consumidores, pero en este momento es conveniente mostrar el cariño con algunos metros de distancia.
Su negocio, familiar y con su mujer, su hijo y él mismo a los mandos, cuenta ahora con una siempre sonriente trabajadora que sirve tapas y bebidas en ocho idiomas y que prefiere que la enchufen a la corriente para cargar la batería a que le den una propina. Es la niña mimada del pub, no sólo le pone buenos ojos Ginés, sino que amigos y clientes pasan un buen rato viéndola servir. “¡Gracias Herbelita!”, le dicen al unísono Enriqueta madre y Enriqueta hija mientras reciben su café y su zumo de naranja. ¡Lástima que el presi emérito del Español del Alquián todavía esté mirando el libro de instrucciones y no la haya programado para responder un “You’re welcome!” o “De rien!”. Incluso en chino “Bù kèqì, meilì!”. Y es que además de 'apañá' con la bandeja, Herbelita es políglota.
“La pedí durante el confinamiento. Esas semanas de cierre estaba estudiando qué máquinas nuevas podía meter en el pub para atraer a la gente cuando volviéramos a abrir y me ofrecieron un robot camarero. La verdad es que me llamó mucho la atención y dije que sí, que quería probarlo. Ha tardado un poco en venir, puesto que viene de China y ya sabemos todos los problemas que hay ahora para enviar mercancias, pero desde hace unas semanas ya la tenemos a pleno rendimiento”, comenta Ginés mientras le pone con mimo la mascarilla jabegote, esto es, alquianera: “En cuanto puse en las redes sociales que ya la teníamos aquí, la gente venía a verla. Es un complemento más que ofrecemos en el pub, una atracción principalmente para los niños, que son los que más disfrutan cuando la ven pasar”. Algún llanto que otro ha costado a los más pequeños, aunque Herbelita siempre va con esa característica sonrisa de E.T.
Ginés Belzunces, dueño del Pub Herbel
"A los clientes les ha llamado la atención, los niños se quedan atónitos mirándola”
La suerte del Pub Herbel es que es amplio, cuenta con dos grandes salones. No es un tugurio a la antigua usanza, de música alta, paredes que desprenden olor a humo y luz tenue para que la copa entre en el cuerpo bajo el anonimato de la siniestralidad. En este pub los clientes lo pasan bien y los virus mal. Lo primero porque las mesas están bien separadas, lo segundo porque las ventanas y la puerta son los ventiladores más ecológicos y saludables que existen y lo tercero porque la gente se está mostrando muy respetuosa. “Mira que éste es un sitio donde siempre nos hemos juntado mucha gente, donde hemos visto el fútbol desde la barra y donde hemos celebrado con los salones a tope los éxitos del Alquián [su Español, licencia de periodista la que me tomo]. Estoy muy sorprendido y agradecido a la gente, todos los que están viviendo, repito todos, están respetando las normas y las distancias. No he tenido que separar mesas donde se junten más de diez personas porque no lo hacen”, dice orgulloso el alquianero, que como todos los profesionales de la hostelería, lo pasó mal durante el confinamiento: “Lo hemos notado mucho, hemos tenido que tirar de ahorros y pedir algún crédito. Por suerte, nosotros tenemos nuestra clientela fija, que no falla, y como la gente este año no se ha ido de vacaciones, ha sido un buen verano”, apunta mientras Javi, el fotógrafo, le comenta que hay un estudio que asegura que los negocios de barrio han crecido, muy levemente, al amparo del miedo a la movilidad de estos días.
Además del confinamiento del estado de alarma de marzo y abril, los Belzunces tuvieron otro encierro por motivos sanitarios: el coronavirus consiguió entrar en sus vidas, no así en el pub. “Hemos estado 17 días cerrados, dimos positivos mi mujer, mi hijo y yo. Por fortuna, no hubo ningún tipo de brote en el Herbel, no lo cogimos ahí”, asegura Ginés, que no ha soltado ni un estornudo, la COVID no le hace ni cosquillas a un corazón pulido a base de sufrimiento en el campo de Los Pinos: “Yo lo he pasado sin problemas, mi mujer y mi hijo sí tuvieron algo de fiebre y molestias, pero fueron un par de días. Una vez que dimos negativos, dejamos unos días de margen antes de volver a abrir”, y cuando lo hicieron “la gente venía a preocuparse por nosotros, nos escribían mensajes... He notado el cariño del barrio”.
A todo esto, Herbelita sigue dando vueltas por el pub. Se dirige ahora a las mesas que hay al fondo, cercana al simulador de Fórmula 1 y a la canasta. Allí, con algunos amigos, toman café el director deportivo y el preparador de porteros del Español del Alquián. La robot lleva unos cuencos de frutos secos y otros con gominolas. “Me apetecería una coca-cola”, “¡Marchando!”, dirá de aquí a nada Herbelita, cuando Ginés termine de configurarla.
Ginés deja la presidencia del Español del Alquián tras casi 30 años
Si de algo pueden presumir los clubes de categorías humildes es de la fidelidad de sus aficionados, de sus jugadores y, por supuesto, de sus directivos. Ocurre en el Español del Alquián, pero también en La Cañada, Los Molinos, Pavía, Plus Ultra, Zapillo... y en los equipos de los diferentes pueblos. De hecho, rara es la temporada en la que no tienen que poner de su patrimonio personal para cuadrar las cuentas. Por no hablar de los fines de semana en los que se llega a casa con ganas de meterse directamente en la cama tras el enfado de la derrota de este o aquel conjunto. En fin, así lleva 30 años Ginés y ahora, aunque oficialmente hace traspaso de poderes, todo el mundo sabe en El Alquián que va a seguir estando ahí. “Llevaba dos o tres temporadas meditándolo y creo que lo dejo en muy buenas manos. La directiva es de gente muy seria. Yo voy a seguir ayudando, vendiendo lotería o en todo aquello en lo que me necesiten”.
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