La gran noche de Alaska y Mario

Más de 3.000 personas disfrutaron del concierto de Fangoria y Las Nancys Rubias en el Ferial almeriense. La mediática pareja versionó a Raphael para poner el broche final a una gran actuación multicolor.

Los espectadores vibraron con un concierto que se prolongó hasta pasadas las una de la madrugada.
Marco Rueda

29 de agosto 2016 - 01:00

Contaba Mario Vaquerizo en la entrevista concedida a este periódico, publicada el sábado, que su música pretendía no dejar a nadie indiferente. La indiferencia es, probablemente, lo que menos suscitan Fangoria y Las Nancys Rubias a cualquiera que les preste atención. O les amas, o les odias. Ante los más de 3000 asistentes que abarrotaron el recinto de conciertos del Ferial almeriense, los críticos más acérrimos tuvieron que contener su ímpetu ante el derroche de energía protagonizado por los grupos musicales de la mediática pareja.

Fueron dos horas y media largas de fiesta divididas asimétricamente en dos partes: la primera, la actuación de 'Las Nancys Rubias'; la segunda, el concierto de Fangoria.

Las muñecas más irreverentes calentaron motores con uno de sus himnos, Me encanta, en el que versionan la canción I love it del grupo sueco Icona Pop. El público se derritió al ver aparecer en el escenario a Mario, vestido con una estética de lo más punk.

Una vez roto el hielo, las cuatro Nancys hicieron del escenario su casa. La carpa se empapó de la lírica original y desenfada de canciones como Adolescencia terminal, Nancy Ramone, Cohete a Nancylandia o Pecadora.

Ya se sabía que una de las perdiciones del cantante de 'Las Nancys Rubias' son las fiestas populares, por lo que no fue extraño ver a Vaquerizo entonar el "Viva la feria, viva Almería", con lo que aprovechó para meterse a los oyentes en el bolsillo.

De repente, las luces del escenario se apagaron dando pie a pensar que el concierto llegaba hasta ahí. Nada más lejos de la realidad, se fueron y volvieron hasta tres veces en amagos que más de uno, sobre todo el primero, creyó ciertos.

Como colofón final, declararon la guerra a la competencia con su Barbie debe morir, para reconciliarse con Amigas y, en el último suspiro de su divertida actuación, reivindicar las Peluquitas que tan bien les sentaron.

Cerraron Las Nancys y llegó Fangoria, no sin una interrupción de diez minutos para montar la decoración del escenario que se hizo demasiado larga. El dúo formado por Alaska y Nacho Canut se presentó con una vigorosa puesta en escena compuesta de figuras geométricas gigantes, juegos de luces multicolor y dos bailarines que acompañaron a la cantante mexicana durante toda su actuación.

El concierto de Olvido fue, simplemente, excepcional. Hubo momentos para todas las épocas de la dilatada carrera musical de la artista: Alaska y los Pegamoides, con Bailando, ("y los vecinos, mientras tanto, no paran de molestar") en la que hizo un homenaje a las canciones de los años 80 que llevaban el verbo "bailar" en su título; Alaska y Dinarama, con éxitos como Perlas ensangrentadas, Mi novio es un zombi o Ni tu ni nadie; canciones de anteriores discos de Fangoria como Retorciendo palabras; y 'singles' del último disco, Canciones para robots románticos: Fiesta en el infierno o, el primer single del último álbum, Geometría Polisentimental.

Alaska volvió así a ponerse su disfraz de antihéroe para cantar al desamor, al desengaño amoroso, al desenfreno. Una artista atemporal que dio un recital a la altura de muy pocos, que sigue cautivando a toda una generación adulta que disfrutó con sus comienzos en los 80 en medio de la 'Movida Madrileña'.

Además, los últimos discos de Alaska y Nacho demuestran la capacidad de adaptación de esta dupla a los tiempos modernos, para lo que colaboran con productores de la talla de Guillermo Milkyway, consiguiendo un sonido electrónico fresco y contemporáneo.

El concierto tuvo su momento más especial de la velada en la última canción. Cuando parecía que estaba todo el pescado vendido, Alaska y Mario le rindieron un homenaje al genial Raphael y a su himno, cargado de misterio y de esperanza, Mi gran noche. Una oda a la vida la que se vivió el sábado para despedir la Feria.

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