Gacelas a salvo de la extinción, pero no de los decibelios en La Hoya de Almería
Parque de Rescate de la Fauna Sahariana
El centro de referencia mundial en la cría en cautividad lamenta la decisión municipal de organizar conciertos en el parque anexo por su impacto negativo sobre una especie amenazada y su periodo de reproducción
Propuesta del consistorio para trasladar la finca experimental a la zona norte del barrio de Retamar
El Ayuntamiento de Almería busca nuevo enclave para el Parque de Fauna Sahariana
A los pies de la Alcazaba, entre el Cerro de San Cristóbal y el barrio de Pescadería, se encuentra una instalación singular de la Estación Experimental de Zonas Áridas del CSIC en la que desde hace más de medio siglo se viene desarrollando un proyecto de referencia mundial que ha permitido la salvación de las gacelas mohor, una especie en peligro de extinción que se rescató del Sáhara occidental para criarlas en cautividad con la finalidad de reintroducirlas posteriormente en el norte de África. La colaboración de una treintena de instituciones zoológicas de hasta una docena de países europeos ha permitido que la población haya ido creciendo desde 1971 y que la del parque de rescate de la fauna sahariana sea una historia de éxito porque se ha garantizado su supervivencia. Sin embargo, los 80 profesionales de la EEZA se han encontrado en los últimos días con un obstáculo que podría poner en peligro los buenos resultados del programa pionero y no entienden que esta “zancadilla” proceda de una administración pública como el Ayuntamiento de la capital al que cedieron un solar anexo para la construcción de los Jardines del Mediterráneo en el barranco de La Hoya.
La decisión de organizar varios conciertos este verano a escasos 60 metros de la finca experimental sin tener en cuenta los perjuicios que ocasionarán para el bienestar y salud animal ha puesto en pie de guerra a los investigadores de una institución que se debería poner en valor por lo que ha conseguido. La directora, Teresa Abáigar, exige al consistorio que recapacite porque el emplazamiento no es adecuado y disponen de un sinfín de lugares repartidos por toda la ciudad para los eventos musicales sin poner en peligro cuestiones tan importantes como la etapa de reproducción de las gacelas. La doctora en Biología por la Universidad de Navarra nos recibe en el acceso por la puerta de la Almudaina. Este miércoles no pudo acceder con su coche como hace cada día porque en la vía de servidumbre ya se han instalado urinarios para los conciertos. Un incumplimiento en toda regla de lo acordado en la cesión del terreno. “Están ocupando la carretera que no es de su propiedad y bloquean la salida de emergencia que tiene la finca para evacuar animales”, le comenta a uno de los vigilantes de seguridad del espacio público.
Una vez dentro nos explica que en el parque de rescate de la fauna sahariana trabajan una veterinaria y cinco cuidadores que atienden a las más de 300 gacelas y arruís que tienen en la actualidad, de los que medio centenar se encuentran en edades tempranas, más sensibles a cualquier impacto humano que se pueda ocasionar. Lleva más de dos décadas en el CSIC y asegura que nunca vivió un atropello igual. “El proyecto nació en los setenta y ha hecho posible la salvación de una especie condenada a la extinción. Es incomprensible que se ponga en peligro ese trabajo, este pulso no tiene ningún sentido”, argumenta. “Nosotros no tenemos ningún plan B para proteger a las gacelas del ruido, no podemos moverlas de sitio, pero el Ayuntamiento si tiene otros recintos y se acabaría el problema”, añade Abáigar Ancín.
No tenemos un plan B para proteger a las gacelas, no podemos moverlas a otro sitio, pero el Ayuntamiento si tiene otros recintos”
Eulalia Moreno, al frente del área de Recursos Naturales del CSIC desde Almería, explica que en el año 2020 cuando se planteó esta posibilidad de realizar conciertos, en aquella ocasión en el Cooltural, se emitió un informe técnico en el que desgranaban los motivos por los que no era recomendable. Y en aquella ocasión se aceptó la tesis que esgrimieron los científicos en su análisis del impacto negativo en la fauna. Lograron pararlo, pero a los cuatro años el consistorio que preside María Vázquez ha vuelto a la carga y no saben qué es lo que ha cambiado porque sigue siendo el mismo concejal de Cultura, Diego Cruz, y se mantienen las premisas. La alcaldesa visitó la instalación de la EEZA a principios de año y ya les planteó que retomaría la idea pese a su rechazo frontal. Ahora se han encontrado un correo procedente del buzón de Cultura con una nota interna entre concejalías en la que un técnico argumenta que no hay "incompatibilidad urbanística" para celebrar conciertos en La Hoya. “No hay criterio científico, hablan del bajo impacto sonoro, pero no valoran en qué medida afectan los decibelios a los animales”, explica la coordinadora del programa, la veterinaria Sonia Domínguez.
A su juicio, el documento tiene “imprecisiones” cuando hablan de “semiacústicos” sin especificar las escalas ni qué tipo de espectáculo porque las ediciones anteriores de los festivales que acogerá el parque incluyeron flamenco y músicas del mundo en recintos como la Plaza Vieja o las Almadrabillas. Durante el recorrido por las instalaciones de la EEZA hay que hablar bajo y andar despacio, en la finca viven animales salvajes que no están acostumbrados a la presencia del hombre porque no está abierto al público ni habituados a los ruidos. Son una especie muy sensible que sufre estrés y ansiedad cuando las personas que los cuidan cambian el color del uniforme. “Cuando se ha producido alguna intrusión en el parque las gacelas se ponen muy nerviosas y causan estampidas en las que se lastiman”, asegura. “No es un recinto en el que puedan irse de un lado a otro, están encerradas en cautividad y las reacciones son imprevisibles, sobre todo en las que son más jóvenes”. Al lado de la muralla están precisamente las que tienen menor interacción con los humanos, viven en silencio, a las del otro extremo si les llegan los sonidos del barrio del Chamberí.
Las gacelas están en un periodo de reproducción que dura aproximadamente un mes y alterarlo puede ser crítico”
La veterinaria pone el acento en un aspecto clave en el perjuicio del ruido sobre la fauna. Están en un periodo de reproducción que dura aproximadamente un mes y que se vea alterado puede ser crítico. “La gacela mohor se ha salvado gracias a este programa, es un reservorio de la biodiversidad mundial que se debe proteger”, añade. También le preocupa la incidencia sobre las crías a las que sus madres pueden descuidar por la ansiedad siendo los primeros meses vitales para su supervivencia. Eulalia Moreno también valora el posible daño sobre la capacidad auditiva de los ungulados, lo que complicaría una reintroducción de las especies como objetivo último. “No están habituadas al ruido ni a la presencia de personas, no deben someterse a un estrés innecesario porque alguien quiere hacer aquí un concierto”, añade. A su juicio, el Ayuntamiento comete un grave error que tendrá consecuencias en el desarrollo del programa. “No se puede echar por tierra el trabajo de tantos años”, concluye la responsable de Recursos Naturales del CSIC.
Iluminación de la Alcazaba adaptada al descanso animal
Los profesionales de la EEZA recuerdan que son un “instituto público” cuya responsabilidad e interés pasa únicamente por la conservación de las especies y la defensa de la investigación y ciencia. Aseguran que en todo momento han colaborado con las administraciones públicas y ponen como ejemplo que hace unos años, cuando se renovó la iluminación de la Alcazaba, se encargaron de hacer un informe de impacto lumínico para que no se alterara el descanso de los animales y la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía tomó buena nota para incorporar esas condiciones a las luces que se instalaron finalmente en el conjunto monumental de referencia en la provincia.
El Ayuntamiento ofrece un terreno en Retamar
La EEZA tiene en cartera el traslado del parque de rescate de la fauna sahariana desde el año 2019. El plan estratégico de la entidad perteneciente al CSIC contempla la mudanza a una parcela similar en la que puedan seguir desarrollando el programa de cría en cautividad de las gacelas y la investigación paralela de más especies tanto animales como de la flora. En los últimos años se mantienen reuniones periódicas en las que se valoran las opciones y se han estudiado varias como la que ofreció la Junta hace poco y que se desestimó porque no ofrece las condiciones necesarias. Los responsables de la EEZA han elaborado un decálogo con los requisitos imprescindibles que debe reunir la futura finca para que sea viable el traslado, entre los que figura un acceso seguro y extensión de terreno llano con cerro aledaño, y hace poco más de un mes se lo remitieron al Ayuntamiento. Y en plena polémica por los conciertos que se van a celebrar en los Jardines del Mediterráneo del barranco de La Hoya, este martes a mediodía, llegó una propuesta municipal en la que se ofrecen unos terrenos que están ubicados en la zona norte de Retamar. Durante las próximas semanas, el CSIC se encargará de analizar la viabilidad del emplazamiento que le ofertan, ya que ahora no es el momento más indicado y lo que preocupa es la salud y bienestar de las más de 300 gacelas y arruís que tienen en La Hoya. “Es un proyecto sobre el que tenemos que decidir nosotros y nadie más, no vamos a tolerar presiones y lo único que se tendrá en cuenta es el criterio científico”, aseguraba ayer la directora de la EEZA en relación al traslado. El CSIC adquirió la finca de 19 hectáreas en la que se construyó el parque de rescate de la fauna en 1950 y cinco años después lo hizo con otras 2,8 hectáreas anexas, al otro lado de la muralla de Jairán. Ese terreno es el que se cedería al Ayuntamiento de Almería con un convenio de 2007 que ahora está en el centro de la controversia por los conciertos: se les indicaba que debería ser actividad compatible con la protección de fauna y flora. De hecho, recuerdan que ya antes de construirse el parque urbano se incumplió lo acordado porque el plazo de ejecución era inferior al que tendría. “El terreno ha sido aparcamiento y basurero durante 16 años y no recibieron ninguna presión por nuestra parte”.
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