Florentino Castro Guisasola (1893-1945). Un sabio humanista

A Dios rogando

Gran escritor de principios del siglo XX nacido en Almería

José Padilla. Maestro Padilla (1889-1960). Un compositor universal.

El ilustre escritor almeriense Florentino Castro Guisasola / D.A.
Rafael Lázaro

04 de agosto 2024 - 08:00

La indignidad de la memoria que tantas veces ha reinado en una sociedad avara de presente, ha permitido que el más grande de los investigadores en filología e historia  que ha producido esta provincia haya quedado postergado al reconocimiento singular de unos pocos estudiosos. Este es el caso de Florentino Castro Guisasola, un sabio que llegado de la lejana Asturias se incardinó plenamente en la ciudad almeriense produciendo en nuestra tierra los más maduros frutos de su investigación.

De ascendencia vasca y asturiana se formó de joven en diversos seminarios donde adquirió pronto un profundo conocimiento del latín, al tiempo que fundamentó sus enraizadas convicciones cristianas que le acompañaron toda su vida hasta el punto de ser el motivo de la persecución religiosa que sufrió en 1936, aunque por fortuna para la ciencia, gracias a la protección que le brindaron algunos amigos, pudo sobrevivir a los devastadores excesos de la guerra. Catedrático de Lengua Latina en el Instituto de la ciudad desde 1920 se unió tan profundamente a la vida de su ciudad de adopción que no hubo actividad científica, social o política en la que no participara. Puede decirse que Castro Guisasola perteneció a la estirpe de los grandes humanistas para quienes, como dijo su tan querido Terencio, nihil humanum mihi est alienum, “cualquier cosa humana me interesa.”

A pesar de la parquedad de su vida que acabó cuando contaba tan sólo 52 años de edad, la obra de Castro Guisasola abarca con intensidad trabajos que han marcado el método filológico apropiado para entender y profundizar en el contenido de un texto literario, como es el caso de su obra más conocida y laureada, Observaciones sobre las fuentes literarias de la Celestina, Tesis doctoral que publicó en 1923 y que ha merecido una última reimpresión en 1973, muestra indiscutible de su merecida actualidad.

Los lógicos condicionantes de un artículo periodístico divulgador apenas permiten un ligerísimo recorrido por su amplia y variada labor investigadora, pero en todo caso es obligado recordar que sus estudios filológicos abarcan el ancho campo de la literatura latina, tanto clásica como medieval, de la que son ejemplos su estudio sobre Los metrosgreco-latinos o su completísimo estudio sobre El Poema de Almería que dejó inédito y que por fortuna vio la luz de la mano de J.J. Tornés en 1992.  Sobre literatura castellana, además de la ya mencionada sobre la Celestina, Castro Guisasola le dedicó un amplio estudio al libro del Buen Amor de Juan Ruiz, el Arcipreste de Hita y otro sobre el Poema de Alexandre, de autor desconocido, aunque algunos lo hayan atribuido a Berceo. Como descendiente de vascos se atrevió también con una aproximación a la lengua vasca que denominó El enigma del vascuence entre las lenguas indoeuropeas, publicado en 1944, un año antes de su muerte.

Pero esto es tan sólo una parte del esfuerzo científico de nuestro personaje. Un segundo frente investigador constituye un referente mucho más cercano: sus estudios históricos sobre Almería y sus incursiones en el mundo de la tradición popular. De entre todos estos trabajos, el más reconocido es sin duda El esplendor Almería en el s. XI que vio la luz el año 1930, y del que se han hecho varias reediciones, entre ellas la magnífica que coeditaron en 2003 el IEA y Cajamar, además de numerosísimos trabajos de divulgación sobre prehistoria, historia, folclore, toponimia, etc. de alta calidad científica, en periódicos de la época, especialmente en la Independencia que se convirtió en asidua tribuna de su investigación sobre historia local.

En dicho periódico publicó los resultados de dos de sus excursiones arqueológicas acompañando al célebre arqueólogo alemán Schulten en 1933, dirigidas a intentar esclarecer la ubicación de la antigua Urci, una, y otra a las ruinas de la antigua Murgi de la que llegó a describir la existencia de muros y calles de su núcleo urbano y la posible existencia de una basílica paleocristiana.

Y cómo no, deseoso de conocer como nadie su entorno, se preocupó, en una faceta más de su quehacer intelectual, de las costumbres y tradiciones de nuestra tierra. Castro Guisasola, es sin duda, el primero y más concienzudo folclorista almeriense. Un solo libro bastaría para ello: Canciones y juegos de los niños de Almería que dejó inédito y que publicaría en 1973 el Padre Tapia. En este libro se recogen 203 piezas de juegos, dichos y canciones de niños de Almería, tesoro inapreciable a punto de desaparecer por desuso y tránsito cultural vivido en nuestra tierra. Se preocupó además de las fiestas de Morosy Cristianos y toda una serie de tradiciones populares.

No fue menos meritorio su preocupación por recuperar y rescatar del olvido insignes escritores de nuestro pasado publicando una Antología de poetas almerienses en 1935 en la que se han basado estudiosos posteriores. Y no menos digno de mención, su Biblioteca de Autores Almerienses que, en un arranque propio de su amor a esta tierra y generosidad, costeó de su propio bolsillo.

Por todo ello la memoria de D. Florentino Castro Guisasola merece bastante más que una escondida callejuela de nuestra ciudad. Espero que la sociedad almeriense y su Ayuntamiento tome nota.

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