Entrevista a una mujer de 101 años. Mª Eugenia, ciento un años de salud
Protagonista
María Eugenia Bernabé, de más de un siglo de edad, afirma que no tiene ninguna enfermedad, se mantiene saludable junto a sus nietos y bisnietos
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María Eugenia Bernabé Cortés, que el próximo mes de agosto cumple 102 años, es la persona viva más longeva de Albanchez. Nació el 15 de agosto de 1923 en zona rural de este municipio almeriense, que es donde actualmente aún reside. A su marido, Juan Jiménez Gilabert, lo conocía de toda la vida, "éramos vecinos y quien nos criamos juntos", como dice. Tuvieron dos hijos, Francisco y Vicente, "ellos están pendientes de mí durante todo el día", comenta. También tiene cuatro nietos y cuatro bisnietos, de los que se siente muy orgullosa. Cuando cumplió los 100 años, en 2023, el ayuntamiento de su pueblo le conmemoró con una placa por haber llegado a esa edad. Y al año siguiente, la Diputación de Almería le entregó un diploma como usuaria excelente del Servicio de Ayuda a Domicilio y por su enorme vitalidad a sus 101 años. La mañana que la entrevisté me recibió con una sonrisa nada más llegar a su casa. "Aquí estoy para lo que necesites", me dijo con su buen ánimo. Me sorprendió su vivacidad y su memoria: no sólo recuerda fechas y vivencias de su juventud, sino que también es muy consciente del momento presente. Mª Eugenia es una persona sana y sonriente, amable y paciente. Irradia sabiduría y serenidad, aunque tras su mirada tranquila, transparente, se vislumbra también una mujer con carácter y fuerza. Una mujer que ha vivido más de un siglo. Casi nada.
R. G. F.: Hola Mª Eugenia, ¿qué es lo que ha hecho hoy en la mañana?
Mª Eugenia: Desayunar y estar aquí sentada como todos los días.
R. G. F.: ¿Dónde vive, con quién, y quiénes le cuidan?
Mª Eugenia: Vivo en Los Morillas, una barriada de Albanchez, con mi cuidadora Dayana, que está conmigo las 24 horas del día. Ella me cuida de lunes a viernes, y los fines de semana estoy con mis dos hijos, Francisco y Vicente, que también están pendientes de mí todos los días. Aparte, me visitan dos chicas de ayuda a domicilio, una por la mañana y otra por la tarde.
R. G. F.: ¿Cómo se encuentra de salud?
Mª Eugenia: De salud me encuentro bien. Por suerte no tengo ninguna enfermedad, únicamente tomo medicamentos para el colesterol y la tensión. (Lo comenta sonriendo con una alegría contagiosa).
R. G. F.: Hábleme un poco sobre su infancia y sus padres.
Mª Eugenia: Yo era una niña muy tranquila, no hacía travesuras. Mis padres, Paco Bernabé y Práxedes Cortés, trabajaban en el campo y con los animales, en un cortijo de aparceros en la barriada de Arboleas "Los Cerrillos". Éramos cuatro hermanos (dos chicos y dos chicas), Joaquín, Pedro, María y yo. Todos ayudábamos a mis padres a segar el trigo, la cebada y la avena, también recogíamos la oliva y ordeñábamos y pastoreábamos las cabras. Tengo muy buenos recuerdos de mis padres, se llevaban muy bien.
R. G. F.: La vida de cortijo y campo es dura. Lo sé por mis suegros que también se han dedicado a la ganadería y la agricultura. ¿Qué tareas le gustaba más desempeñar y cuáles no?
Mª Eugenia: Lo que más me gustaba era sembrar garbanzos, présules (guisantes) y guijas, igual que escardar para quitar las malas hierbas. El segar con la hoz es lo que menos me gustaba porque luego me dolía la cintura. Tampoco me agradaba pastorear con los animales pero lo hacía, tenía que hacer de todo.
R. G. F.: ¿Qué animales tenía y cuáles eran sus preferidos?
Mª Eugenia: Una burra y una mula, gallinas, cabras, ovejas, perros, conejos,... Las ovejas eran mis preferidas.
R. G. F.: ¿A qué escuela asistió usted? ¿Se acuerda de sus amigas del colegio?
Mª Eugenia: A una escuela rural en Los Quiles (barriada de Cantoria). Allí estuve estudiando hasta los 14 años, donde aprendí a leer y a escribir, lo básico que se enseñaba en las escuelas de la época. Mis mejores amigas eran Josefina y Jerónima. Me acuerdo que jugábamos en el recreo a la comba y a la rayuela.
R. G. F.: ¿Cómo se vivía en Los Cerrillos en tiempos de guerra?
Mª Eugenia: Se vivía mal. Mi padre en tiempos de guerra iba a buscar el trigo a Campo Cisnares, porque aquí no había. Y para evitar que le robaran en el camino, tenía que venir de madrugada. Por suerte, ningún familiar mío fue a combatir a la guerra.
R. G. F.: Seguramente recordará muchas anécdotas de su juventud...
Mª Eugenia: Ahora mismo no recuerdo... (Se pone a pensar). Solía ir a los bailes y fiestas de las barridas rurales y me gustaba arreglarme mucho, siempre he ido bien vestida (con lo poco que tenía) y arreglada. Recuerdo que cuando iba a una fiesta, si tenía la alpargata un poco sucia, la limpiaba con un trozo de yeso blanco... porque antes no había de nada.
R. G. F.: ¿Tuvo muchos pretendientes? ¿Cómo conoció a su marido?
Mª Eugenia: No tuve muchos pretendientes porque yo me eché pronto uno y no me dio tiempo a tener más. (Reímos). A mi marido, Juan Jiménez Gilabert, le conocía de siempre ya que éramos vecinos (sonríe). Yo sabía que era buen muchacho y por eso me gustaba.
R. G. F.: ¿Y cómo le pidió matrimonio? ¿Con qué edad se casaron?
Mª Eugenia: Ambos teníamos 23 años cuando nos casamos. Éramos de la misma edad. Estábamos en un baile en Los Molineros cuando él me pidió matrimonio. No tuvimos luna de miel, nos casamos y al día siguiente a trabajar.
R. G. F.: ¿A qué se dedicaron?
Mª Eugenia: Mi marido era barbero, tenía una barbería en Los Morillas y yo una tienda de comestibles, en esa misma barriada. Con una bestia (una burra) solía ir de Los Morillas a Albox a comprar mercancía o productos, para luego venderlos en mi tienda. Recogía todos los huevos de la barriada y los vendía en Albox, y con las ganancias que obtenía compraba allí para revender en mi negocio. El viaje me llevaba dos o tres horas acompañada por mi burra.
R. G. F.: ¿Cuándo y de qué falleció su marido?
Mª Eugenia: Él siempre se encontraba en el hospital, estaba enfermo, tenía leucemia. Cuando él falleció y quedé viuda ambos teníamos 58 años de edad.
R. G. F.: ¿Cuántos hijos, nietos y bisnietos tiene? ¿Le visitan con frecuencia?
Mª Eugenia: Dos hijos, cuatro nietos y cuatro bisnietos. Mis dos hijos si, casi todos los días. Mis nietos viven más lejos pero también vienen a verme. Cuando viene mi nieta Eugenia con sus dos hijos, Francisco Adrián y Lucía, los tres siempre jugamos a las cartas, a la brisca, nos encanta.
R. G. F.: Me dijo su nieta Eugenia que uno de sus hermanos fue poeta.
Mª Eugenia: Sí, mi hermano Joaquín era poeta. Hay un libro publicado sobre su vida y obra.
R. G. F.: Una pregunta típica e imprescindible. ¿Cuál es el secreto para vivir tantos años?
Mª Eugenia: Trabajar mucho, no hay otro secreto. La vida me ha tratado bien, y Dios es el que decide cuantos años vive uno.
R. G. F.: Quiero saber cuáles eran sus aficiones.
Mª Eugenia: Antes me gustaban mucho las novelas de la tele y escuchar música en la radio, ahora ya no porque no oigo bien. También disfrutaba haciendo ganchillo y molde; hacía manteles, abrigos,... A cada uno de mis nietos le hice una colcha de ganchillo.
R. G. F.: ¿Le hizo ilusión la visita del pasado mes del presidente de la Diputación de Almería Javier Aureliano, acompañado por Amador López, alcalde de Albanchez?
Mª Eugenia: Me alegré de verlos. Los dos son muy simpáticos. Estuvieron un ratillo en mi casa, me trajeron un ramo de flores y una caja de productos de nuestra tierra. Además, me entregaron un diploma como usuaria excelente del Servicio de Ayuda a Domicilio de la Diputación de Almería en reconocimiento a mi trayectoria vital a mis 101 años.
R. G. F.: ¿Qué es lo que le apetece comer y hacer hoy en lo que queda de día?
Mª Eugenia: Seguir aquí sentada y comer caldo de pollo que es lo que almuerzo casi todos los días, es mi comida favorita. Y por la noche comer asado de pescado o de carne, o tortilla.
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