Entrevista a Antonio Fernández Ortiz, el atleta que dio a España su primer récord de Europa

Protagonista

En enero de 1971, Ortiz logró la plusmarca europea de 500 metros lisos en pista cubierta con un tiempo de 1:04.1.

Fue un auténtico coleccionista de récords, llegando a conseguir hasta 5 récords de España.

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Antonio Fernández Ortiz, exatleta olímpico
Antonio Fernández Ortiz, exatleta olímpico, en el estadio Emilio Campra / Rubén García Felices
Rubén García Felices

25 de junio 2024 - 08:00

Antonio Fernández Ortiz nació en Abla (14 de mayo de 1948) y se trasladó a Madrid siendo un adolescente, para acudir a la llamada de la Real Federación Española de Atletismo (RFEA) que lo quería incluir en el grupo de entrenamiento que vivía en la Residencia Joaquín Blume. Una oportunidad de oro que aprovechó, aceptando la oferta, y que determinó el resto de su vida, pues ya nunca ha dejado la provincia de Madrid. Desde entonces, su carrera deportiva ha sido imparable. Cuenta en su haber con 4 nacionales (más 3 subcampeonatos y 2 medallas de bronce), 23 internacionalidades absolutas, 5 récords de España y 1 de Europa. También disputó los Juegos Olímpicos de Múnich de 1972. Ya jubilado, en 2005, fue homenajeado con motivo de los XV Juegos Mediterráneos de Almería y, en 2012, su pueblo natal, Abla (Almería), impuso su nombre al complejo deportivo municipal. Además del deporte, Antonio igualmente se dedicó a la enseñanza primaria en colegios. Actualmente vive en Alcalá de Henares (donde prácticamente ha vivido desde que llegó a Madrid), junto a su mujer, Rosario, y sus dos hijos, Susana y Antonio. Su pasión es la poesía, y prueba de ello son los libros que ha escrito 150 años Escolapios Alcalá (autoedición, 2011), Mira Abla (es autor de los textos literarios) (Ed. Asociación ArteSOSlidario, 2013) y Retazos de pueblo. Por entre tus yos, Abla (autoedición, 2023). Antonio Fernández Ortiz es uno de los trece deportistas que forman parte de la exposición de retratos “Almerienses olímpicos y paralímpicos”, que exhibo durante estos días en el Museo de Arte de Almería – Espacio 2.

 

R. G. F.: Hola Antonio, encantado de poder entrevistarte. ¿Cómo empiezas tu relación con el deporte?

Antonio: En este, mi pueblo natal, Abla, veía por las tardes en El Paseo, en aquellos tiempos, los años 60, a corredores que se preparaban para ir a correr a Almería: El Mingo, Chan “el Palomares”, Juan Ortiz (responsable del Frente de Juventudes del pueblo), mi hermano Juan, etc. Pero donde realmente yo empecé a correr fue en el Colegio Diocesano y en la Escuela de Magisterio de Almería, en las competiciones del Frente de Juventudes organizadas por sus profesores de Educación Física: Briones, Juan Ortega, Más Páez, Salmerón...

 

R. G. F.: Siguiendo con tus inicios. Te entrenó el gran maestro Emilio Campra Bonillo, ¿qué crees que fue lo más importante que aprendiste con él?

Antonio: Cuántos quisiéramos dejar el legado humano y de sabiduría que nos dejó, a tantos almerienses, don Emilio. Recuerdo cuando en la plaza de la catedral, pues yo estaba estudiando en el Diocesano, me esperaba con su moto para llevarme a entrenar al Estadio de la Juventud, hoy Estadio Emilio Campra. Esto era hacia las siete de la mañana. Y después de entrenar, seguidamente de una ducha fría (pues no había agua caliente), a desayunar y empezar las clases. Yo, de D. Emilio Campra, lo aprendí todo y no sólo de atletismo, sino también de su profunda filosofía y vida. D. Emilio era incansable, aún lo recuerdo a sus 92 años, disfrutando de su amor nunca perdido como entrenador. No hay duda, ha sido y es el mejor referente para todo almeriense de este nuestro deporte, el atletismo.

 

R. G. F.: Cuéntame algunas anécdotas o momentos significativos que hayas vivido a su lado.

Antonio: D. Emilio con muchísimo cariño me llevaba a su casa algunas semanas en vacaciones para entrenar y me decía: "pero cateto, ¿no me dirás que nunca desayunaste una tostada con mantequilla y mermelada?" Yo tímidamente le contestaba: "no, nunca". Entonces Araceli, su mujer, le decía: "deja al muchacho tranquilo". También reseñar que era un apasionado de la investigación deportiva, e íbamos a menudo a las dunas de Villa García a practicar la salida de tres apoyos, que más tarde se oficializarían para algunas pruebas.

 

R. G. F.: En 1967 ingresaste en la residencia deportiva Joaquín Blume. ¿Fue duro irte a Madrid y dejar a tu familia?

Antonio: Bueno, tienes que pensar, Rubén, que desde los 9 años estuve siempre fuera de casa. Me costó por lo que dejaba en Almería, dejaba a D. Emilio, a Miguel Bueno, a J. Antonio Amate y a mi primo Juan Ortiz Fernández.

 

R. G. F.: Estuviste a las órdenes de otra gran figura de nuestro atletismo como es el incomparable José Manuel Ballesteros. ¿Cómo lo recuerdas como entrenador?

Antonio: A Ballesteros lo recuerdo con el mismo cariño y respeto que a D. Emilio. A Ballesteros lo recuerdo como entrenador exigente, entrenador de élite; y a D. Emilio como entrenador donde el atletismo se humaniza. Pero "en las dificultades se hayan escondidos los éxitos". Corría el año 1968, a los pocos meses de llegar a la Residencia Joaquín Blume de Madrid, enfermaba de tuberculosis. ¿Enfermedad de pobres o de ricos? No sé, poco importa. Lo que sí sé es que después de un gran revuelo en el Gabinete Médico de Medicina Deportiva sito en el INEF, me mandaron a un lugar y de ese lugar a otro lugar: Sanatorio de Tablada, donde aprendo a nacer y siento que existo. Después de un año, del sanatorio, desahuciado, a las calles de Madrid. Estaba desahuciado desde el punto de vista deportivo, y por mucho que lo intentaron don José María Casero López-Picurio (director de la Blume) y José Manuel Ballesteros (mi entrenador), la Federación Nacional de Atletismo y el Gabinete Médico de Medicina Deportiva se negaron a que cohabitase (por el contagio) con otros deportistas. Eso sí, el Sr. López-Picurio, persona con gran humanidad, me proporcionaba bajo su responsabilidad pases para que pudiese comer y el Sr. Ballesteros me daba algo de dinero para la pensión. El Colegio Tajamar y mi amigo Paco Gil me dieron su apoyo incondicional. Yo, a cambio, aunque los médicos me lo habían prohibido entrenaba un poco pues quería entrar en el Ministerio del Ejercito como deportista y así fue. Sin duda, José Manuel Ballesteros, fue amigo y entrenador. Sé que él pensaba algo grande para mí, para la Olimpiada de Montreal o Moscú y en los 1.500 metros.

 

R. G. F.: Hablando de Olimpiadas... ¿Qué crees que pasó en los Juegos Olímpicos de Múnich? Descalificado al salirte de tu calle antes de lo permitido.

Antonio: Uno, en esos momentos anda como ido, no sabe ni dónde está, estás totalmente descentrado y cometí ese error. Pero es importante que sepan que por pisar la línea que delimita las calles, está bien que el juez descalifique, pero se reclama y te recalifican. Es un error muy, muy leve. Lo mismo le pasó al keniano Boit en series (después sería medalla de bronce en 800 m). El Comité Olímpico Español (COE) al no clasificarme no cursó la reclamación, aunque debiera haberlo hecho, pienso yo.

 

R. G. F.: ¿Te veías con opción a ganar?

Antonio: No, en absoluto. Quisiera decir que tres años antes estaba desahuciado y sin opción a competir. Mis olimpiadas eran las de Montreal y Moscú y en 1.500 metros.

 

R. G. F.: ¿Cuáles eran tus armas como atleta?

Antonio: Unos últimos 150 metros imparables. Tengo un amigo, Ignacio Gómez Pellico, que siempre me dijo: "Antonio, con ese final mágico que tienes, no tienes rivales en Europa, y serás el primer campeón olímpico español en 1.500 metros".

 

R. G. F.: Récord de Europa de 500 metros lisos (1:04.1) en Madrid, en 1971. Describe ese momento.

Antonio: La verdad es esta fue una carrera compendio de muchas cosas, muchos hechos y pocas personas. Te cuento 30 de enero de 1971 y de casualidad. Después dicen que no existe la casualidad, que no existe la suerte, pero todo estaba previsto, pensado para que en el Mitin Internacional de Atletismo de Madrid se intentase batir el récord de Europa de 500 metros en pista cubierta. Se habían invitado a los atletas más destacados del continente y del país. Se había llenado el Palacio de los Deportes, un Palacio de los Deportes repleto. En aquella época aún había muy buen ambiente dentro del atletismo nacional y era fácil ver los graderíos de las pistas de atletismo llenos de aficionados. Más no se podía pedir. También recuerdo, que hacia media tarde terminaba mi examen de árabe en la Facultad de Filosofía de Madrid (por cierto, con muy buena nota) y que terminado el examen salí rápido de la facultad para tomar el metro en Moncloa y dirigirme a Goya donde estaba y está el Palacio de los Deportes. Ya allí, me senté tranquilo para disfrutar de una tarde de atletismo de gran nivel hasta que me tocase, casi al final de la tarde, participar en una de las carreras a nivel local de 800 metros lisos. Pero el disfrute no duro tanto como yo esperaba, pues un compañero de entrenamiento me comunicaba que mi entrenador José Manuel Ballesteros me estaba intentando localizar con urgencia y que estaba en la Cámara de llamadas o en secretaría. Me dirigí rápido al lugar y entonces, José Manuel, muy nervioso, me comunicó que, como faltaba un atleta en la serie A del 500 m lisos en el que se intentaría récord de Europa, había logrado que la organización aceptase que yo pasase a ocupar su plaza. Y así fue cómo yo corro en esa carrera de la que sólo recuerdo que salí y llegué. Salí primero y llegué primero. Y el récord lo hice yo. Primer récord de Europa de un atleta español. La Residencia Blume abría otra vez sus puertas al desahuciado y lejos, muy lejos queda en mí la sensación de abandono.

 

R. G. F.: ¿Esperabas ser Campeón de España en 800 metros tanto en pista cubierta como al aire libre?

Antonio: Una vez que estás a esos niveles de entrenamiento, sí.

 

R. G. F.: ¿Cuándo y por qué dejaste definitivamente tu etapa de corredor?

Antonio: En 1975 decidí dedicarme a ser entrenador. No es compatible ser entrenador y entrenarse uno mismo. Hay que atender a los atletas y siempre con tu presencia. Por lo que ese año di por terminado mi andar como atleta. Aunque realmente, para mí, el atletismo de alta competición terminó con la Olimpiada de Múnich. Esta Olimpiada, que concluyó con la matanza del "Septiembre negro", nos enlutó a todos. De pronto me vi en un multitudinario funeral, con muchos féretros en el centro del Estadio Olímpico. ¡Cuánta tristeza! A partir de estos acontecimientos y después de que se me propusiera en 1972 una beca para irme a entrenar a Estados Unidos, para preparar el 1.500 de Montreal, decidí casarme y ponerme a trabajar como maestro de colegio. A partir de 1973 ya sólo entrenaba una hora, también trabajaba en el Colegio Valdeluz, y así era imposible preparar un 1.500 con objetivos olímpicos. Tampoco era mi intención.

 

R. G. F.: En 1975 fundaste el Club Ajalkalá, que hoy día con sólo atletas de la ciudad de Alcalá de Henares se encuentra entre los mejores clubes de Madrid. ¿Qué me puedes decir sobre este club, su historia y sus logros?

Antonio: El Club de Atletismo Ajalkalá es un club que cuenta con un equipo técnico muy completo y profesional, y que abarca todas las disciplinas de este amplio deporte, teniendo tanto en chicos como en chicas a sus equipos en la Liga de Oro de la Comunidad de Madrid. Tiene en campeonatos de España a atletas de todas las categorías, y es muy emocionante sentir la emoción de sus veteranos cuando compiten por toda la geografía y hasta en los campeonatos de Europa con varias medallas en su haber. Es un club donde ves padres, abuelos, hijos y nietos que juntos hacen ese otro deporte llamado, Club.

Antonio Fernández Ortiz
Antonio Fernández Ortiz / Rubén García Felices

 

R. G. F.: De 1978 a 2008 fuiste el organizador de la carrera popular Legua Cervantina y del mitin Nocturna Internacional de Alcalá de Henares. ¿Estoy en lo cierto?

Antonio: Cierto, Rubén, siempre metido en hacer bien cada cosa y bajo el respaldo de este, nuestro club. Al hablar del Club Ajalkalá diré también que es un club al que se le ha puesto alma: la carrera popular "Legua Cervantina" de Alcalá de Henares desde 1978 (casi cincuenta años ya), con más de 100.000 participantes y con una filosofía desde sus inicios de total gratuidad. Y se le ha puesto cuerpo: el mitin Nocturna Internacional de Alcalá de Henares desde 1988, con varios récords nacionales absolutos y muchas mínimas olímpicas. Un mitin con una filosofía peculiar y que ha estado siempre entre los cinco mejores mítines nacionales (según puntuación de la IAF) y con muy, muy bajo coste.

 

R. G. F.: Para terminar. Has sido durante casi cuatro décadas profesor en el Colegio Escolapios de Alcalá de Henares. Pero no ha sido hasta después de jubilarte cuando has desarrollado tu faceta como escritor. ¿Por qué antes no y ahora sí?

Antonio: Hay muchas formas de expresar lo que uno siente y piensa y yo, hasta mi fecha de jubilación, me he expresado básicamente en el deporte. En el deporte se pueden hacer maravillas, si te basas en el buen hacer y una sana filosofía de vida.

 

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