El enigma del asesinato de Juan Asensio
El lado oscuro de Almería
El pasado miércoles se cumplieron 15 años de la muerte del empresario almeriense, que fue atacado en el portal de su residencia sin que a día de hoy se haya resuelto el caso
El empresario cinematográfico almeriense, Juan Asensio Rodríguez murió alevosamente asesinado por dos disparos de arma de fuego la madrugada del pasado 6 de febrero de 2004 cuando el industrial se encontraba en el interior de su edificio en la calle Méndez Núñez, 1 de la capital donde el fallecido tenía su residencia. Cuando se cumplen quince años de su alevosa muerte, el caso está cerrado y el autor o autores del asesinato no han llegado a sentarse en el banquillo de los acusados.
Juan Asensio fue alcanzado a bocajarro de dos disparos, uno en la frente y otro en la boca cuando el industrial cinematográfico ya se encontraba en el interior del portal de su edificio donde en uno de los recovecos de la planta le esperaba oculto su asesino que a quemarropa le descerrajó dos tiros en el momento en que la víctima se disponía a subir al ascensor.
Al parecer los disparos fueron efectuados con un arma corta y posiblemente –extremo este que no fue nunca confirmado ni desmentido- provisto de silenciador, ya que la mujer que en aquellas fecha convivía con él, no escuchó estruendo o ruido alguno que la alarmase. Ella conoció la noticia de la muerte de su compañero sentimental poco antes de las seis y media de la mañana al ser informada por la dotación de un patrullero zeta del 091 alertado por la sala operativa de la Policía Nacional por los propios vecinos del inmueble.
El suceso se produjo en torno a las tres menos cuarto de la madrugada. Según se dio a conocer entonces a través de los medios de comunicación, una joven mujer residente en este edificio al regresar a su domicilio fue la persona que se dio de bruces en el ascensor con el macabro hallazgo. Juan Asensio se encontraba desplomado en el ascensor con la cabeza totalmente destrozada y rodeado de un gran charco de sangre. La muerte fue en el acto.
Los vecinos del edificio en cuya sexta planta desde hacía unos cinco años vivía Juan Asensio junto a su compañera sentimental y una hija de la pareja de 12 años de edad fueron unánimes en sus manifestaciones a la Policía declarando que en la soledad de la noche no escucharon ningún tipo de ruidos raros o detonaciones que desvelaran sus sueños. El hecho de que nadie escuchase el estruendo de las detonaciones en un habitáculo cerrado como era el hall del edificio hace suponer que el criminal utilizó una pistola provista de silenciador. La sospecha de que fuesen dos personas tiene una absoluta credibilidad en fuentes de la investigación. Según llego a establecer la Policía no de ellos estuvo siguiendo los movimientos de Juan Asensio y el ejecutor estaba esperando ya dentro del edificio.
La Policía recogió dos casquillos de bala que fueron de inmediato enviados a los laboratorios de Policía Científica de Madrid para su análisis y determinar el tipo de arma utilizada en el crimen, su calibre y procedencia.
La Policía no descartó ninguna hipótesis y se establecieron distintas líneas de investigación. El abanico de conjeturas abarcó desde un crimen por encargo por algún enemigo personal del empresario almeriense, cuyo autor fue un sicario profesional o que el asesino fuese una persona conocida de la víctima lo que explicaría la trayectoria de los disparos, todos ellos de frente y a escasa distancia. Lo que no reviste ningún tipo de dudas es que el autor o autores controlaban perfectamente los pasos de Asensio y que el móvil no fue el robo sino un ajuste de cuentas.
La Policía horas más tarde solicitó a las sucursales bancarias de la zona las cintas de vídeo de los cajeros automáticos de la zona al objeto de visualizarlas para encontrar algún dato para aportar a la investigación o alguna pista conductora que sirviera para dinamizar las pesquisas o ir eliminando líneas de trabajo.
Asensio unas horas antes como era en él habitual había estado en el Teatro Cervantes hasta que finalizó la última proyección y fue visto por varias personas una hora y media antes de que se produjeran los hechos, entre ellas una periodista almeriense. Conducía su todo terreno y durante el trayecto hacia frecuentas paradas y arrancadas como si sospechase de que alguien lo estuviese siguiendo.
Se ha podido determinar que entró con su vehículo en el garaje comunitario del edificio y como solía hacer habitualmente esa noche depositó la recaudación de los cines en la sucursal del BBV de la calle General Tamayo a treinta metros del Teatro Cervantes. Volvió al Teatro Cervantes y después de cerrar el local se dirigió a su domicilio.
Desde la Policía se calificó el caso como complejo y difícil. Se barajó la posibilidad de que los autores o inductores del crimen utilizando sicarios serían personas fuertemente enfrentadas con el empresario almeriense. En este sentido se apuntó a un ciudadano italiano que estaría siendo investigado y cuyo enfrentamiento con Asensio era público y notorio ya que desde hacía años mantenían viejas desavenencias.
Tampoco se descartó que el autor o autores pudieran ser alguien cercano a su entorno e incluso personas allegadas a sus negocios. Unos meses antes de su muerte, Asensio denunció la estafa de unos 40 millones de pesetas cometida por un empleado suyo que fue detenido e ingresado en prisión. Precisamente este hombre a mediados del pasado mes de noviembre de 2003 fue tiroteado por unos desconocidos en la puerta de su domicilio en la barriada de La Cañada de San Urbano aunque las heridas no fueron graves pero los autores del tiroteo no llegaron a ser identificados.
Asensio tenía 72 años y en 1992 fue condenado por la muerte del proxeneta belga Christian Paulint ocurrida en la puerta del club 21 de la localidad nijareña de San Isidro la madrugada del 30 de abril de 1992. El empresario alegó defensa propia. Juzgado y condenado por asesinato, ingresó en la prisión provincial de Acebuche donde permaneció escasamente un año para posteriormente ser trasladado a la cárcel madrileña de Alcalá- Meco donde coincidió en el modulo numero 4 con el ex banquero Mario Conde con el que llegó a incluso a trabar una cierta amistad carcelaria y formar pareja como compañero en las partidas de mus.
Tras alcanzar el tercer grado del régimen penitenciario regresó de nuevo a la cárcel almeriense hasta que extinguió su condena. En el momento de su muerte llevaba ya varios años en libertad.
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