Educación emocional en la cárcel de Almería de la mano de la UNED

Instituciones Penitenciarias

Como ya es tradicional, la cárcel almeriense de ‘El Acebuche’ ha abierto este miércoles sus puertas a un nuevo curso de verano, ‘La educación emocional en los centros penitenciarios’

“Es un curso abierto, tanto a personas que están en el interior del centro como a personas del exterior. Y esto es uno de los signos de distinción de estos proyectos, porque permiten una conexión", dice el director del centro

'El Acebuche' abre sus puertas a la universidad

El director Miguel Ángel de la Cruz se dirige a los participantes en el curso de verano.
El director Miguel Ángel de la Cruz se dirige a los participantes en el curso de verano. / D.A.

Almería/Como ya es tradicional, la cárcel almeriense de ‘El Acebuche’ ha abierto este miércoles sus puertas a un nuevo curso de verano, ‘La educación emocional en los centros penitenciarios’, que la UNED impartirá hasta el 12 de julio a 31 internos y seis participantes externos a la prisión en el salón de actos de esta institución.

Mario Pena es el decano de la Facultad de Educación de la UNED y director de este curso, del que también es ponente. “Está centrado en las competencias emocionales y en cómo podemos aprender estrategias de regulación emocional para gestionar adecuadamente nuestras emociones, ya sea no dejándonos llevar por las emociones negativas, el miedo, la ansiedad, la tristeza, y ser capaz de generar emociones positivas, como la alegría”, explica el docente.

“Es como el sexto o séptimo curso que impartimos sobre competencias emocionales en centros penitenciarios. Y la experiencia que he obtenido siempre es que es una formación que es muy necesaria, no solo para los que estamos fuera, sino incluso para los que están dentro del centro, porque ellos es verdad que están abocados a vivir unos años aquí recluidos, pero también deben tener estrategias para saber afrontar adecuadamente la situación que están viviendo”, dice.

Mario Pena desarrolla su ponencia en el salón de actos de 'El Acebuche'.
Mario Pena desarrolla su ponencia en el salón de actos de 'El Acebuche'. / D.A.

En su caso, ha ofrecido la primera ponencia, en la que ha ofrecido “una visión general de lo que es la inteligencia emocional, concretamente el modelo de Mayer y Salovey, que fueron los dos autores que inventaron este término”.

“He dado una panorámica general de qué es la inteligencia emocional, de las cuatro habilidades que tiene este concepto, la percepción emocional, la comprensión emocional, la asimilación emocional y la regulación emocional. Y todo ello no sólo desde un punto de vista teórico, sino con ejercicios prácticos para que vean que esto es aplicable de verdad a su vida real”, incide.

Otra de las ponentes es Almudena Pérez, investigadora de la Universidad de Almería (UAL) que realiza una tesis doctoral sobre inteligencia emocional y comunicación.

“Hemos hecho muchos ejercicios para mejorar nuestra gestión emocional y nuestra empatía y mejorar nuestras relaciones sociales. Hemos empezado con los de autoconocimiento, para conocer nuestra pirámide de valores, mejorar también las fases de la emoción, saber reconocer una emoción y saber cómo no hacer su fase para entender las acciones que luego realizamos cuando surge esa emoción”, apostilla.

En el caso de Almudena, es la primera vez que acude a una prisión, y asegura que pensaba que el público iba a ser “menos participativo”, frente a lo que se ha encontrado con unos reos que “conocen bastante del tema”.

El director de ‘El Acebuche’, Miguel Ángel de la Cruz, indica que es el sexto curso de este tipo que se desarrolla en la cárcel de la mano de la UNED, y resalta que han demostrado tener “una proyección muy positiva en cuanto a la transmisión de contenidos que no son los académicos convencionales, pero que son de una utilidad extraordinaria en un centro penitenciario”.

“El que estamos impartiendo en esta semana sobre inteligencia emocional es un aprendizaje que tiene una utilidad extraordinaria para cualquier persona, pero dentro de una prisión adquiere unos valores que, quizás, son extraordinarios”, afirma.

“Es un curso abierto, tanto a personas que están en el interior del centro como a personas del exterior. Y esto es uno de los signos de distinción de estos proyectos, porque permiten una conexión, el entender que la persona reclusa no necesariamente está ajena al resto de la sociedad, del mundo libre, sino que tiene que haber ahí un trasvase pues de relaciones, de conocimientos, de interactuación”, concluye.

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