Tres pedidos de kebab permitieron 'cazar' en Almería a uno de los yihadistas más buscados de Europa

La investigación judicial sobre Abdel-Majed Abdel Bary, a la que ha tenido acceso El País, desvela la operación policial que permanecía hasta ahora bajo secreto de sumario. Fue detenido en abril de 2020 en un piso de la calle Cádiz y permanece encarcelado en un módulo de aislamiento en Madrid

Tres pedidos de kebab a domicilio permitieron 'cazar' en Almería a uno de los yihadistas más buscados de Europa
Redacción

27 de septiembre 2021 - 11:58

El sumario de la Operación Altepa, que la Audiencia Nacional ha mantenido bajo secreto hasta este verano y al que ha tenido acceso el diario El País, revela los detalles de la captura en Almería de Abdel-Majed Abdel Bary, un exrapero británico acusado de convertirse en uno de los más sanguinarios combatientes del ISIS tras viajar a Siria. Todo comenzó cuando los investigadores recibieron el aviso de que este “violento” Foreing Fighter (Combatiente Extranjero) quería volver a Europa “llegando en patera a algún punto desconocido de la costa de Almería”. Un complejo dispositivo del CNI se activó entonces ante las sospechas de que uno de los yihadistas más buscados de Europa pudiera esconderse en un rincón del sureste peninsular: “El hecho de que pretenda llegar al margen de cualquier medio de viaje regular permite hacer pensar que su objetivo es el de cometer cualquier tipo de acción relacionada con su militancia terrorista o, cuando menos, recabar apoyo local para viajar por territorio europeo”.

A partir de ese momento iniciaron la vigilancia que permitió que Abdel Bary fuera detenido en la calle Cádiz de la capital almeriense en la primavera de 2020. Las aplicaciones móviles propiciaron su caída. El 14 de abril, en pleno confinamiento por el coronavirus, llegaron cinco pateras a la costa y el yihadista podía viajar en una de las que tocaron tierra. Según desvela hoy El País, los investigadores, que tenían información previa de que podía haber llegado a la ciudad junto a Siddiki, comenzaron el rastreo. Comprobaron sin éxito el listado de clientes de hoteles de la provincia y también revisaron los controles de entrada en territorio nacional por los pasos habilitados. Pero tampoco consiguieron nada. La mejor pista brotó del móvil. Los agentes habían analizado las redes sociales de los sospechosos y, según el sumario, tenían identificado el perfil de usuario de Siddiki en las aplicaciones de envío de comida a domicilio, a las que se preguntó si tenían registrado algún pedido reciente.

Uber Eats respondió:

—El 15 de abril de 2020, a las 22:46 horas, Abderrezak Seddiki hace un pedido a The Kebab Shop, entregado en las coordenadas que se corresponden a la calle Ledesma, números 6-14, de Almería.

—El 16 de abril de 2020, a las 22:00 horas, realiza un pedido al Makro Döner, entregado en las coordenadas pertenecientes a la calle Cádiz, 24-34.

En ese momento, se pusieron en marcha dos nuevos dispositivos de vigilancia “sobre ambos puntos de entrega”, con la hipótesis de que en las inmediaciones se escondían los presuntos yihadistas. Un despliegue que culmina a las 14:48 del 18 de abril, cuando un repartidor con un tercer envío recorre la calle Cádiz y propicia que Siddiki se asome al balcón. Tras reconocer al sospechoso, el agente allí apostado decide seguir los pasos del motorista. Entra con él en el portal del número 20 y observa desde el descansillo de la segunda planta cómo otro hombre abre la puerta de la casa. A este también lo identifica: es Abdel-Majed Abdel Bary.

“Extremadamente violento”

La Operación Altepa entra así en ebullición. La Audiencia autoriza el registro de la casa, un piso turístico alquilado a través de Airbnb. Los agentes entran el 20 de abril, detienen a sus tres ocupantes —los dos identificados y un tercero, Kossaila Chollouah, del que no tenían noticias— y aprehenden cinco teléfonos móviles, un dispositivo USB, un ordenador y diversa documentación. Una intervención que queda plasmada al detalle en un sumario que aún sigue abierto y que mantiene a Abdel Bary encerrado en un módulo de aislamiento de la cárcel de Soto del Real. Abdel Bary, a quien se atribuye un delito de integración en organización terrorista, niega las acusaciones. En prisión contó que llegó a Almería para “trabajar en invernaderos o recogiendo fruta”, y que antes había viajado a Siria “para ayudar a los musulmanes por motivos humanitarios, en el marco de la revolución”. En cambio, la Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT), personada como acusación popular, dice: “Presenta unos rasgos de personalidad muy peculiares y un perfil criminal extremadamente violento”.

Uno de los establecimientos en los que realizó un pedido de comida a domicilio

El abogado del supuesto yihadista, Álvaro Durán, responde: “Lo único de lo que pueden acusarle es de pertenencia, nada de comisión de atentados. Pero es que no hay nada comprobado —tuits, vídeos o fotos— que lo sitúe en la zona de conflicto”. El letrado insiste en que la Policía intenta ahora “introducir” los delitos de estafa y falsificación para financiación terrorista. En esa dirección apunta un informe policial: “El sostenimiento de sus gastos parece estar diseñado para soportarse en la delincuencia económica o la falsedad documental, a las que los tres detenidos parecían adscritos. Abdel Bary, de forma evidente, se dedicaba a la falsificación de tarjetas de crédito”.

El líder de la célula

Las pesquisas abiertas en la Audiencia han intentado trazar el viaje que los tres hicieron hasta entrar en España, así como identificar a las personas que los ayudaron y sus supuestos contactos con las estructuras yihadistas asentadas en Europa. La Fiscalía y la juez María Tardón, en línea con los agentes, mantienen que existen indicios de que los detenidos forman parte del ISIS y que desembarcaron en Almería tras zarpar desde Argelia, adonde llegaron desde Turquía. La Policía recalca que constituían una “célula itinerante” con “reparto de tareas” y de la que “no puede descartarse” que contase con más “miembros y apoyos” asentados en España u otro país del continente.

La Policía otorga a Abdel Bary, de 31 años y a quien Reino Unido retiró la nacionalidad, el liderazgo del grupo. De origen egipcio, este exrapero conocido como “Lyricist Jinn” y “L Jinny” es hijo de Adel Abdelmajed Abdelbary, histórico terrorista de Al Qaeda extraditado a EE UU en 2002 por participar en los atentados perpetrados contra las embajadas estadounidenses de Kenia y Tanzania. Los agentes aseguran que el vástago viajó en 2013 a Siria para luchar con el ISIS. “A principios de 2014 fue fotografiado con una cabeza decapitada de un ‘infiel’ colgando de su mano, aparentemente durante su estancia en Raqqa (considerada capital del Estado Islámico) y prometiendo guerra sin cuartel a Occidente”, subraya otro informe policial.

Abdel-Majed Abdel Bary, terrorista del Estado Islámico.

Los agentes también creen que el treintañero, sobre el que la Interpol emitió una nota por terrorismo, “se dedicaba a falsificar tarjetas de crédito” para financiar sus actividad. Por su parte, los investigadores definen al “camaleónico” Seddiki, un argelino de 29 años, como el “hombre para todo”: encargado de la “logística”: “alquiler de pisos, compras y probablemente de los traslados y la obtención de documentaciones falsas”. Chollouah, también argelino y de 26 años, “encaja en [el rol] de lugarteniente para la seguridad”: “De complexión fuerte y experto en artes marciales, sería el músculo”. Aunque ambos, al igual que su supuesto jefe, lo niegan todo desde prisión y repiten que son simples inmigrantes irregulares.

Pero los investigadores no les creen. Abdel Bary facilitó otro nombre cuando lo arrestaron. Seddiki llevaba un pasaporte falso. Además, según destaca la Fiscalía, también disponían en ese momento de grandes cantidades de dinero en efectivo y de dispositivos electrónicos (móvil y ordenador portátil), “a pesar de llevar en España apenas una semana”. A todo ello, la Policía añade que, por ejemplo, llegaron a tener alquilados hasta tres pisos de forma simultánea en Almería; o que el exrapero acumulaba 49.812 euros en bitcoins; o que, entre sus contactos telefónicos, han encontrado uno vinculado a “un facilitador de documentación y recursos” para Foreign Fighters del ISIS que quieren volver a Europa y EEUU, asentado en Turquía, en donde la investigación también los sitúa.

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