Distintas interpretaciones del Pingurucho de Los Coloraos

Reportaje

El monumento a los Mártires de la Libertad, que corona la Plaza Vieja de Almería, ha dado fruto a multitud de versiones a lo largo de todo el mundo

La batería de costa olvidada en Castell del Rey

Interpretación del Pingurucho
Interpretación del Pingurucho / D.A.
Ginés Valera Escobar

23 de agosto 2024 - 08:00

Liberados por fin del Absolutismo de Fernando VII, reinando ya su hija Isabel II, la corporación liberal de Almería en 1837 decidió homenajear desde entonce a los prohombres de la libertad y que sus glosiosos restos fueran depositados en un digno mausoleo para eternizar su memoria por los siglos.

Se levantó extramuros, cercano al cementerio que idearon los francese, de la Ermita de Belén y de la Rambla (hoya Calle Zagal). Diseñado por el Arquitecto Juan Prats, era sencillo, con tres peldaños escalonados, un pedestal cuadrangular con dos lápidas, una con los 26 nombres de los fusilados y otra con una poesía:

Yacen aquí los ínclitos varones/ que por la patria y libertad murieron/ víctimas inocentes con traiciones/ en poder de los déspotas cayeron;/ y feroces y bárbaros montones/ de sangrientos cadáveres hicieron/ ¡Doloroso espectáculo! su historia/ publicará esta/ fúnebre memoria.

El pedestal servía de base a una pirámide alzada de 10 metros, de caliza, conociéndose popularmente desde entonces como Pingurucho. En 1842 se grabó en mármol la condecoración que concedió Espartero a los que participaron en la acción: el escudo de Almería simbolizado en la Cruz de Génova y sobre ella una estrella de 5 puntas que tiene en el centro un círculo con las letras libertad o muerte, el lema adoptado por Pablo Iglesias.

Tras el triunfo de la Gloriosa revolución de septiembre de 1868, se consideró que el monumento funerario de Belén ya no reunía las condiciones necesarias para las grandes funciones cívico religiosas liberales triunfantes frente a la Monarquía vencida. La primera piedra de la nueva columna conmemorativa la colocó en la Plaza de Cádiz (hoy Puerta de Purchena) el hacendado Ramón Orozco el 22 de octubre de 1868, presidente de la Junta Revolucionaria en Almería y en numerosas ocasiones Diputado en Cortes. La banda interpretó el himno a la libertad, según letra de Mateo Zamora y música de Filiberto Campra.

Según el proyecto original de Marín Baldó, una columna estriada estaría rematada por el Ángel alado de la libertad fundido en calamina, que espada en alto y con una corona de laurel en la otra mano acaba de romper las cadenas de la tiranía que oprimen el mundo.  Pero no se sabe si por escasez presupuestaria o porque alguien se quedó con parte del dinero recaudado por suscripción popular (o porque el Ángel era de calamina y en un temblor se hizo añicos y no pudo restaurarse), ese Ángel jamás voló salvo en la imaginación y grabado de Emidgio Cuartara y al final se inauguró en 1870 bajo la dirección de López Rull solo coronado el capitel un globo terréqueo rodeado por la inscripción "24 de agosto de 1824".

Al ser necesario mejorar la circulación en la Puerta de Purchena, se trasladaron en procesión las cenizas de los Mártires a un nuevo monumento en la Plaza Vieja, terminado el 15 de agosto de 1900. Una verja metálica protegía de los vándalos 4 lápidas laudatorias, una de ellas con los 26 nombres y otra con una octava atribuida a Mariano Alvarez Robles, suegro de Colombine:

Mártires Santos de la libertad fueron/ los que ahora duermen en la tumbra fría;/ antes morir cuan libres prefirieron/ que entre horrores vivir y tiranía:/ En mármol sus nombres se esculpieron/ como gloria inmortal que el siglo envía/ a otros siglos y siglos más lejanos/ como oprobio y baldón de los tiranos.

Portada y contra del programa de fiestas de Almería de 1907
Portada y contra del programa de fiestas de Almería de 1907 / D.A.

Culminaba el Arquitecto Trinidad Cuarta la nueva columna en Plaza Viejacon con un sol radiante. Hay quien vé un guiño masónico en esos pinchos de Cuartara y otros tan solo un rayo por cada fusilado.

Para hacer méritos ante la inminente llegada a Almería del General Franco, el 6 de marzo de 1943 el Delegado de Falange enviaba al Alcalde de Almeria, Navarro Gay un requerimiento instando a que desapareciese ese "recuerdo de varias personas que lucharon con las armas en la mano en contra de nuestras sagradas tradiciones, obedeciendo a consignas masónicas extranjeras". De modo que el deteriorado Pingurucho por la Guerra fue desmontado y trasladado a la Plaza Pavia, con intención de que se erigiera de nuevo cerca del lugar donde fueron fusilados los desdichados. Si bien, transcurrió el tiempo y las piezas permanecieron arrumbadas utilizadas incluso como mingitorio. Al final, todo acabó reutilizándose como material de acrreo en nuevas construcciones, bordillos o de escollera en el Puerto pesquero.

Durante el franquismo, el sacrificio de los Coloraos ya sin Pingurucho cayó en la indiferencia. Tan solo se celebraban con gran boato junto a la Plaza Vieja, en la Cruz langliana de Mármol negro del jardín Convento de las Claras los homenajes a los caídos por Dios y por España, hoy también sin memoria.

Con la llegada de la democracia, el 24 de agosto de 1988 siendo alcalde Santiago Martínez Cabrejas y Concejal de Cultura Fernando Martínez se inauguró en la Plaza de la Constitución el nuevo Cenotafio financiado por el Ayuntamiento y en parte por donativos particulares. Con una altura de 18,50 metros y unas 150 toneladas de peso, está tallado en mármol blanco de Macael. El proyecto de reconstrucción fue realizado por el Arquitecto Blanes Arrufat y por mi Profesor de Dibujo de la Salle el Escultor Castro Vilches, que reprodujo en la columna las proas de las naves, los sables, las bayonetas y el sol cuartariano. Pero omitieron reproducir las cuatro cruces que tenía el basamento original y tallar en las cartelas hoy en blanco los nombres de los mártires de de libertad, para eterno recuerdo.

En 1980 Jesús de Perceval descubrió en los Almacenes de la Pipa los añicos de las lápidas originales de los Coloraos (hoy en ignorado paradero) y hace unos años Carmen Ravassa también encontró restos cadavéricos que se les atribuyen en el nicho nº 52 del Cementerio de San José.

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