Una discusión, dos botellazos y una bicicleta: dos años de prisión por la agresión al dueño de un bar
El incidente ocurrió en un establecimiento de Pulpí, donde un cliente agredió al propietario tras ser reprendido por molestar a otros clientes
Absuelto un acusado de quebrantar una orden de alejamiento hacia su madre

Una mañana cualquiera en un bar de la localidad almeriense de Pulpí terminó en violencia. Lo que comenzó como una llamada de atención del dueño del local a un cliente que estaba molestando a los demás terminó con varios objetos lanzados, heridas abiertas y una sentencia firme.
Los hechos se remontan al 4 de mayo de 2019, alrededor de las 11:00 horas. El acusado, un hombre sin antecedentes penales, se encontraba en el interior del bar cuando el propietario le pidió que se marchara debido a su comportamiento perturbador. Lejos de apaciguarse, el cliente respondió con una reacción agresiva e inesperada.
Primero, arrojó una botella de cristal a la parte posterior de la cabeza del dueño. Este, al girarse, recibió una segunda botella en la frente. Ya fuera del local, el agresor aún encontró otra vía para continuar con el ataque: le golpeó con una bicicleta.
La víctima sufrió tres heridas incisocontusas: una de unos tres centímetros en la parte lateral izquierda de la cabeza, otra en la frente —en forma de “Z”— y una tercera en la palma de la mano izquierda, de unos cuatro centímetros. Todas ellas requirieron sutura tras una primera atención médica, y el tiempo de recuperación se extendió durante diez días, con una cicatriz visible como secuela en la zona frontal.
En el plano judicial, la sentencia ha sido clara. El acusado ha sido condenado como autor de un delito de lesiones a una pena de dos años de prisión, además de la inhabilitación para sufragio pasivo durante el tiempo de condena y el pago de las costas procesales. La responsabilidad civil también ha sido cubierta: el agresor consignó previamente 1.435,58 euros, que se entregarán al perjudicado como indemnización por los daños sufridos.
No obstante, la pena privativa de libertad ha quedado suspendida, siempre que el condenado no cometa ningún delito durante los dos años siguientes al fallo. En caso de incumplimiento, se ejecutará la pena impuesta en su integridad. La sentencia es firme e irrecurrible, dado que fue dictada por conformidad de las partes y ratificada en el acto del juicio oral.
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