Los días grandes de Las Cabañuelas y de las cabañuelas
Almería
El barrio de Vícar concluye hoy sus fiestas mientras que el martes empieza la técnica ancestral de observación del cielo para predecir el tiempo

Almería/Las cabañuelas es un antiguo método de observación meteorológica que predice el tiempo para los meses venideros. Los hombres del campo las han manejado con maestría durante siglos para conocer cuándo debían iniciar o concluir sus faenas agrícolas. Precisamente, ahora, desde el 1 de agosto, quienes dominan esa técnica ancestral miran constantemente al cielo y apuntan las variables de sol, nubes, lluvia o viento. Y las trasladan a cada una de las quincenas del año. Dicen que el famoso “Calendario Zaragozano” se sustenta en la observación de las cabañuelas.
Lo cierto es que esta denominación ha tenido tanta tradición en el mundo rural de Almería que existen barriadas y pedanías bautizadas así por sus nativos. En Gérgal existe el núcleo del barranco de “Las Cabañuelas”–donde en 1890 murió ahorcado un niño de 11 años-; otro paraje homónimo en Gádor conserva una antigua mina; en Beires se encuentra el “Cerro de Las Cabañuelas”; en Alboloduy existe “Las Cabañuelas Bajas” y en Laujar llaman “Loma de Las Cabañuelas” a un lugar.
Pero, sin duda, el barrio de Las Cabañuelas más poblado y famoso de la provincia es el que se encuentra en Vícar. Precisamente hoy día 30 concluyen sus fiestas en honor de La Asunción de la Virgen, como queriendo con ello dar la bienvenida al inicio, el martes día 1, de las otras cabañuelas: las de la observación meteorológica que aún practican los abuelos y bisabuelos que sacrificaron su vida en los campos del Poniente. Porque la agricultura es la que ha impulsado el gran desarrollo urbanístico y económico de la barriada.
En Las Cabañuelas-Venta Gutiérrez, hace 38 años, vivían 1.347 personas; no disponían de red de alcantarillado y saneamiento, padecían escaso alumbrado público nocturno y el agua, cuando llegaba a los grifos, venía de un gran depósito que construyó la Diputación. Hoy, tras La Gangosa, es el segundo núcleo vicario más poblado; más de seis mil almas residen en un enclave con las comodidades, accesos y adelantos habituales de la sociedad moderna.
El “boom” de Las Cabañuelas como lugar de residencia y trabajo se produjo en la segunda mitad de los ochenta. Antes, en 1979, una buena casa con tres dormitorios y un amplísimo jardín podía costar allí menos de millón y medio de pesetas. Francisco Alarcón Hernández fue uno de los primeros vecinos autóctonos que se dedicó a la venta de pisos, dúplex y locales. Pero la alta demanda provocó que los constructores de la capital miraran hacia Vícar en sus nuevas promociones: en la primavera de 1983, la empresa “Luis Sierra e hijos” construyó y vendió dúplex de protección oficial, con la posibilidad de pagarlos en 15 años. El precio ya era el doble. “Hadisa” levantó en marzo de 1986 el complejo de chalets de VPO “La Florida”, compuesto por viviendas de 4 dormitorios. Costaban 4.250.000 pesetas y en unos meses subió a los 5 millones. En esa misma época, “Inmobiliaria Osuna” –que se instaló en Almería hace 40 años- levantó casas de dos plantas en el residencial “Parque Andaluz” en Las Cabañuelas Altas, con cantidades similares.
La inscripción en el censo municipal de más familias y el rapidísimo crecimiento del casco urbano trajo consigo nuevas necesidades: pavimentación de calles, biblioteca –diseñada por Miguel Centellas Soler, se abrió el 27 de enero de 1991-, petición de farmacia, necesidad de una parroquia (levantada en unos terrenos municipales cedidos al Obispado el 6 de abril de 1989), colegio, centro de educación de adultos, pistas deportivas, plazas públicas… Y cómo no, festejos, potenciando sus fiestas de julio para diversión y asueto de sus vecinos.
En 1989, el alcalde de Vícar, el socialista Ángel Fernández Galdeano, solicitó a comerciantes, industriales y empresarios un esfuerzo desinteresado para engrandecer la feria. Rodeado de una comisión de vecinos que altruistamente aportó su tiempo y dinero, Las Cabañuelas organizó un programa muy completo de actividades. Eva María Fernández Real fue nombrada Reina de las Fiestas –tradición que aún mantienen y que en 2023 es Joany Rodríguez Fernández- y como damas de honor resultaron elegidas María Isabel Fernández Corral y Gema Redondo Ruiz.
Ellas ocuparon lugar preferente cuando tuvieron lugar las entregas de trofeos de las competiciones de carreras de sacos y cintas, concurso de churros, juegos de los buzos, maratones infantil y juvenil o el “concurso de la sartén”. Lógicamente, también, en las veladas nocturnas con los grupos “Bayyana” y “Expresiones” y, el día 30, en la bendición de la imagen de la Patrona, La Asunción de la Virgen María, a cargo del vicario de la diócesis José García Sánchez (1929-2017). La posterior procesión por las calles de la barriada se produjo con los sones de la banda de música de Rágol.
Todas esas actividades fueron financiadas por el Ayuntamiento que destinó un presupuesto apañaíco, pero también por innumerables tiendas, hosteleros y empresas de allí mismo que aportaron sus pesetillas. El “Pub Eivissa” (homenajeado el pasado viernes); “Bar Miguel” que vendía vino de La Alpujarra y un bacalao exquisito de tapa; el soldador y tornero Luis Montero Jiménez, de la calle Luis Cernuda; el distribuidor de abonos, semillas e insecticidas Alberto Fernández Vela; la carpintería “Garcisa”; los agentes de seguros José A. Barrera Espín, “Hermanos Herrera Ruiz” y Manuel Reche Blanquez; “Calzados García” de la calle Menorca; el “Vivero Las Fresas”; “Transportes Arráez”; el “Taller Mecánico Hermanos González”, especializado en arreglar coches de la marca Mercedes; la “Mercería Pérez” de la avenida Canarias; “Lanas Ardilla”, “Cerrajería Antequera”; los mecánicos José Reina y Antonio Pérez Morales; el taller de motos “Robles” de la avenida García Lorca; “Bofer S.A.”; los médicos Jesús Martín Montes, que pasaba consulta en la calle Menorca, y Miguel Ángel Murcia López en la “Clínica San Cecilio”; “Muebles Vícar”; “Mari” la peluquera de la avenida Canarias; “Heladería Tere”, “Cristalería Martín”; “Electro Raúl”, que fue de los primeros en montar antenas parabólicas; “Video-club Electro Brasil”; los bares “Nero Domenech”, “La Mezquita” y “Miramar”, todos ellos con sus sabrosas carnes a la parrilla o el agente inmobiliario Juan López López.
Otras aportaciones para las fiestas venían de empresas sin sede en Las Cabañuelas, pero sí en el municipio o en el Poniente: el “Disco Pub Lorena” de La Gangosa que tenía pista de baile y mesa de billar; el “Café-Pub Dakar”, cuyo lema publicitario era “organizamos orgías”; el “Club Molino Rojo”; la estación de servicio “Vícar”, que en 1989 disponía de tienda abierta 24 horas; “Bar Nervión”; “Café Jaime”; “Granjasol” de Francisco López Pozo e hijos; “Frutas Dulce Muñoz” de la Plaza de La Puebla; “Indalo Agrícola” de La Gangosa; “Papelería Melo”, el “Bar La Mina” y sus platos de carne de jabalí; la “Ferretería Justo” y la “Asesoría Mañas” de Venta El Cosario; “Excavaciones Villegas”; “Maderas Valverde”; los analistas clínicos Leopoldo García Valdecasas y Carmen Vázquez Martín; Manuel Rodríguez Expósito y su tienda de deportes “Recordman”; los “Hermanos Ruiz”, que vendían uralita y objetos de ferretería; el “SúperSpar” de los hermanos Fernández que sellaban quinielas y lotería primitiva; “Agrupaejido S.A.”; “Floristería Hermoflor”; la cooperativa “Vicasol”, “Semilleros Almeriplant”; “Semillas Élite”; la “Fábrica de muebles de cocina MG” de Manuel García Jiménez en La Gangosa y, cómo no, la Caja Rural (hoy Cajamar) que ya había abierto oficina en Venta Gutiérrez. Hasta la “Discoteca Schehrezade” de Roquetas, se dejó ver con sus anuncios pegados con fiso por las paredes.
En definitiva, las fiestas de Las Cabañuelas de 1989 supusieron un antes y un después en las celebraciones de la barriada. Sobre todo, por la demostrada sensibilidad de vecinos y empresarios en destinar altruistamente sus recursos y porque fue el año en el que se bendijo a su Patrona: La Asunción de la Virgen.
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