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Las desaladoras del Programa Agua abrirán el grifo una década después
A principios del próximo año está prevista la puesta en funcionamiento la planta del Campo de Dalías y el comienzo de las obras de reparación de la de Villaricos, destruida por las riadas
Tendrá que pasar casi una década para que se abra el grifo, al menos en la provincia de Almería, del polémico y discutido Programa AGUA de Acuamed, que puso en marcha el Gobierno de Zapatero derogando el trasvase del Ebro a principios de 2005 con un plan de desalinización masiva a lo largo del litoral mediterráneo, con el que se iban a "fabricar" los 1.500 hectómetros cúbicos que habrían llegado de la España húmeda a las cuencas más deficitarias del sur a través de la faraónica obra que fue tumbada por la ministra Cristina Narbona. En Almería se anunció una inversión inicial de 520 millones de euros con la que se conseguirían 117 hectómetros cúbicos y diez años después los recursos hídricos no llegan y las partidas se han desbordado. En un año hidrológico para olvidar, en el que la provincia ha estado por debajo del 50% de valores normales de precipitaciones, los regantes y municipios que más han sufrido la sequía se acuerdan con cierta resignación de los más de 90 hectómetros cúbicos que ya habrían llegado con el trasvase desde las cuencas excedentarias. El Programa AGUA lleva casi diez años de andadura en la provincia y todavía no está dando frutos. De hecho, la única desaladora que se pudo abrir, la de Villaricos, sigue cerrada a cal y canto después de recibir una inyección de más de 87 millones de euros con los que debería estar produciendo 20 hectómetros cúbicos al año. Fue destruida por las riadas a finales de 2012 y desde entonces no ha generado ni una sola gota. Será el próximo año cuando se repare y comience a suministrar recursos al contemplarse en las cuentas de la sociedad estatal una partida de 11,6 millones de euros. En total, Acuamed tiene asignados 51,6 millones en los Presupuestos del Gobierno, entre los que figuran otros 1,5 para la desaladora del Campo de Dalías, que tendría que haber empezado a desalar agua el pasado verano pero no lo hará hasta los primeros meses del año. Aportará 30 hectómetros cúbicos para abastecimiento y riegos y la inversión se disparó, al tener que adaptar el proyecto por el retraso de las obras y expropiaciones, por encima de los 111 millones. Serán dos las plantas de la provincia que aporten 50 hectómetros cúbicos cuando logren alcanzar el pleno rendimiento, más otros cinco que recibirán los regantes de Pulpí procedentes de la desaladora de Águilas, una de las pocas que ya está en funcionamiento, desde que se inaugurara en febrero del año pasado con un coste de 238 millones. El próximo año tendrán que completarse la conducción para que lleguen estos recursos de la planta murciana y también habrá partidas para la conexión de depósitos del Levante por 10,7 millones de euros, las Balsas la Redonda y El Cañuelo con 4,4 millones de euros y otros 84.000 euros para dar continuidad al proyecto de la Balsa del Sapo. Y es que los plazos de Acuamed se han ido estirando en el tiempo y la legislatura se marcha casi sin dar resultados. Será en 2015 cuando empiece a dar sus frutos una planificación muy cuestionada por los costes de la desalación.
Con la llegada de la crisis se ha ido variando el plan inicial y se incorporaron obras complementarias al tiempo que se descartaban pretensiones de la sociedad estatal Acuamed como la de hacerse con la desaladora de Rambla Morales. Pasan los años y se suman las inversiones, pero el grifo sigue cerrado. Según el plan hidrológico de la Cuenca Mediterránea Andaluza, que cifra el déficit hídrico en 170 hectómetros cúbicos, recopila una inversión en el ciclo integral del agua hasta 2015 de más de mil millones de euros en la provincia con proyectos de envergadura de las administraciones estatal y autonómica entre los que figuran la mejora del embalse de Benínar, la ampliación de depuradoras del Poniente, Bajo Andarax, Níjar y Levante, el desagüe de Balsa del Sapo en Las Norias, la mejora de regadíos y las conducciones desde la planta de Carboneras al Campo de Tabernas y los Llanos de Almería.
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