Se cumplen 50 años de las catastróficas inundaciones del 19 de octubre de 1973
Almería
Las riadas devastaron amplias zonas de las provincias de Granada, Murcia, Almería y Alicante, provocando más de 150 muertos y medio centenar de desaparecidos y arrasando poblaciones y tierras de cultivo
Almería/En pocos días se cumplirán cincuenta años de las terribles inundaciones ocurridas el día 19 de octubre de 1973 en el sureste peninsular, que afectaron a las provincias de Almería, Granada, Murcia y Alicante, y que resultaron especialmente trágicas en La Rábita y Albuñol, Puerto Lumbreras y Lorca, así como en más de veinte poblaciones de las cuencas del río Almanzora y del río Adra, especialmente en Zurgena, Albox y Adra.
En aquellos años no se hablaba todavía de DANA ni de “gota fría” pero lo cierto es que aquellas violentas y torrenciales lluvias ocasionaron más de 150 muertos y medio centenar de desaparecidos cuyos cuerpos, sepultados por el fango o arrastrados al mar, nunca fueron encontrados.
En la Región de Murcia, Puerto Lumbreras se llevó la peor parte con 89 fallecidos, mientras que en Lorca fueron 13 las personas que perdieron la vida, sin contar los desaparecidos. En la costa de Granada, en La Rábita se taponó el puente que pasaba justo por encima del núcleo urbano, originando una presa que al ceder liberó una cantidad enorme de agua y toneladas de sedimentos que arrasaron decenas de casas y causaron la muerte a más de 40 personas, además de varias decenas de desaparecidos. Y en la provincia de Almería se contaron 10 víctimas: seis en Zurgena, dos en Macael, una en Purchena y otra en Vélez Rubio.
Registro acumulado
Junto a las irreparables pérdidas humanas, las intensas lluvias, que en algunas zonas rebasaron los 250 litros/m2 en menos de dos horas; destacando los 600 l/m2 caídos en Zurgena y Albox en siete horas, de los que en Zurgena 420 l/m2 se recogieron tan solo entre las 13 y las 14 horas. Este dato, reconocido por el Instituto Nacional de Meteorología, constituye uno de los mayores registros acumulados para ese periodo de tiempo a nivel mundial, curiosamente en la región más árida de la Península.
Las riadas a que dieron lugar este episodio de lluvias torrenciales afectaron a las poblaciones asentadas en las márgenes de los ríos y ramblas o en sus proximidades, generando desbordamientos que provocaron grandes destrozos en infraestructuras de carreteras, caminos, embalses, canalizaciones, acequias y conducciones de riego y a numerosas casas y comercios, colegios, iglesias, vehículos, equipamientos y servicios municipales, redes de electricidad y saneamiento; así como a miles de hectáreas de cultivo que quedaron anegadas y arrasadas y ocasionaron pérdidas de arbolado, cosechas y 8.000 animales de granja, valoradas de inicio en más de 3.500 millones de pesetas solo en la provincia de Almería.
Ayuda oficial
Nada más conocerse el alcance de la tragedia, en toda España se organizaron actos y campañas de solidaridad con las víctimas, pero la ayuda más importante y decisiva llegó con la declaración de zona catastrófica y el acuerdo del Consejo de Ministros adoptado una semana después, el día 26 de octubre, que estableció una línea de crédito excepcional de 2.000 millones de pesetas para atender a los damnificados, además de autorizar moratorias de pago y la suspensión de toda clase de tributos, arbitrios y recargos legales.
En lo que respecta a la distribución del crédito excepcional de 2.000 millones de pesetas, el Instituto de Crédito Oficial acordó el 12 de noviembre que los préstamos se concedieran por el Banco de Crédito Agrícola para el sector agrario, pudiendo solicitarse a través de la Caja Rural Provincial y del Monte de Piedad y Caja de Ahorros dada su condición de entidades colaboradoras; por el Banco de Crédito a la Construcción los destinados a vivienda y servicios públicos; por el Banco Hipotecario de España los de comercio y hotelería; por el Banco de Crédito Industrial para el sector industrial, y por el Crédito Social Pesquero para el sector pesquero. En todos los casos, con un plazo máximo de diez años (pudiendo quedar exentos de amortización del principal hasta un máximo de tres) y a un tipo de interés del 4,90 %.
En aquellos días críticos resultó especialmente eficaz la dedicación y entrega de los directivos y empleados de la Caja Rural de Almería, que se lanzaron a recorrer carreteras y caminos prácticamente intransitables para llegar a las principales poblaciones afectadas con el propósito de contribuir a proporcionar ayuda a personas que lo habían perdido todo.
La labor de la Caja Rural Provincial de Almería en esta tragedia generó una gran confianza y reconocimiento social
La Caja Rural de Almería, promovida por 18 cooperativas agrícolas, había abierto su primera oficina en la ciudad de Almería el 20 de abril de 1966, y tres meses más tarde concedió sus dos primeros créditos a las cooperativas “Costa del Sol” de Balerma y “Sierra Nevada” de Canjáyar, iniciando así su actividad como entidad de crédito.
Un año después, en octubre de 1967, comenzó a dar entrada a los socios de las cooperativas del campo como socios individuales de la Caja Rural, lo que contribuyó a que, alcanzada la cifra exigida de 5 millones de capital social y reservas, pudiera obtener el título de ‘Caja Calificada’ por el Ministerio de Hacienda y formalizar un convenio de colaboración con el Banco de Crédito Agrícola que le diera acceso al crédito oficial, lo que consiguió el 28 de diciembre de 1968.
El paso siguiente fue el de la apertura de oficinas en la provincia. En enero de 1969 abrió su primera delegación en Adra, a la que siguieron las de Albox, Abla, Terque, Balanegra, Pulpí, El Ejido, Dalías, Berja, Canjáyar, Campohermoso… así hasta las 51 oficinas o delegaciones con las que ya contaba tres años después, en las que trabajaban 95 empleados. Con estas oficinas y personas, todas ellas con entre uno y cuatro años de experiencia, realizaba su incipiente actividad cuando a mediodía del 19 de octubre de 1973 se produjeron las grandes riadas e inundaciones en las cuencas del río Adra y del río Almanzora, y en menor medida del río Nacimiento.
Dedicación y compromiso
Los delegados y empleados de las oficinas más afectadas desarrollaron aquellos días un gran trabajo, con el apoyo de sus compañeros de la central, liderados por el director gerente Juan del Águila, y por el nuevo presidente Jesús Espinosa, que había asumido la presidencia del Consejo Rector apenas seis meses antes, tras la marcha a Madrid de Jesús Durbán.
De este modo, el tándem formado por dos personas con un amplio conocimiento de la situación del campo almeriense, como Jesús Espinosa, a su vez presidente de la Cámara Oficial Agraria, y Juan del Águila, junto a los profesionales de las oficinas, consiguieron que la Caja Rural, pese a sus pocos años de existencia, estuviera en todas partes ayudando con préstamos y créditos de sus fondos propios y del BCA; y como resultado de ello superase con mucha diferencia a los demás bancos y cajas, demostrando su capacidad organizativa y de gestión para hacer frente a la situación de crisis sobrevenida.
Hoy día, cincuenta años después, se recuerda a directores y empleados como Miguel Rodríguez Guillén y José Lupiáñez en la oficina de Adra; Domingo Muñoz y Antonio Jiménez en Zurgena; Miguel Ángel García en Albox, Jesús Caicedo en Cuevas de Almanzora; Antonio Pastor, Miguel Jiménez y Miguel Parra en Huércal-Overa, o Francisco González Herrerías en Abla, por citar algunas oficinas y zonas afectadas. Y junto a ellos, también a empleados de la oficina central de Almería como Juan de la Cruz Cárdenas Rodríguez, Antonio Pérez Lao, Damián Navarro, Paco Úbeda, Manolo Montoya, Paco Góngora, Paco Vela o Miguel Ángel Varona, entre quienes se desplazaron a las poblaciones más afectadas para reunirse con las familias damnificadas y apoyar a las oficinas en la tramitación de las operaciones.
Asimismo, en la hoy Cajamar se recuerda el trabajo desarrollado por un equipo formado por Fernando Castellano, Joaquín Baena, Juan Aguilera Ruíz y Lucas Martínez Almécija, que durante varias semanas, en horario de mañana y tarde, se encargaron de dar soporte al IRYDA para la formalización de centenares de pequeños préstamos en base a las peticiones remitidas por las Hermandades de Agricultores y Ganaderos, asegurándose de que cumplieran el procedimiento y requisitos establecidos por el Banco de Crédito Agrícola. Por cierto, la rápida actuación del instituto dirigido por Leandro Pérez de los Cobos resultaría también esencial para restablecer las carreteras, caminos e infraestructuras urbanas y agrícolas en las zonas afectadas.
Préstamos concedidos
El resultado de esta actividad se evidenció en apenas dos meses y medio. En Adra, conforme a los datos facilitados a la prensa por el gobernador civil Joaquín Gías Jové, la Caja Rural había concedido 754 préstamos con cargo a la línea del BCA por importe de 271.140.000 ptas, tenía en trámite otros por importe de 14.459.000 y había otorgado otros 300 préstamos con fondos propios por importe de 180 millones; en total, 465.599.000 pesetas a 31 de diciembre de 1973. Por su parte, la Caja de Ahorros de Almería había otorgado 50 préstamos con cargo al BCA por importe de 19.330.000 ptas, tenía pendientes otros 63 por importe de 28,1 millones, y asimismo había gestionado 128 préstamos con cargos a sus fondos propios por importe de 39 millones; en total, 86.430.000 pesetas. Mientras que el Banco Central había concedido 213 préstamos por importe de 43.897.000 pesetas.
Asimismo, recordando lo sucedido un año antes, en octubre de 1974 el alcalde de Albox, Ginés Pedrosa, informó del número de préstamos e importes canalizados en su localidad por las entidades con cargo a las diferentes líneas de crédito oficial: la Caja Rural gestionó a 400 propietarios préstamos por más de 100 millones de pesetas, la Caja de Ahorros por importe de 40 millones, el Banco Hipotecario por 27,5 millones, el Banco de la Construcción por 26,7 millones y el Banco de Crédito Industrial por 20 millones.
Es decir, la actividad de la Caja Rural de Almería triplicó a la de la Caja de Ahorros y cuadriplicó o quintuplicó la de bancos como el Central o el Hipotecario allí donde estos intervinieron, que no fue en todos los municipios afectados. Así pues, a modo de balance final, cabe decir que, de la línea especial de crédito oficial establecida en 2.000 millones de pesetas para las cuatro provincias afectadas, la Caja Rural de Almería gestionó 856.450.000 ptas. solo en nuestra provincia.
Hito social
Aquella extraordinaria actuación de la Caja Rural y, sobre todo, cómo se había producido, la empatía demostrada durante el último trimestre de 1973 y el primero de 1974, generó una alta confianza y reconocimiento de la sociedad almeriense. Lo que dio lugar a que, aparte de las operaciones concedidas con crédito oficial, el número de préstamos con recursos propios alcanzase 1.306.180.624 pesetas, el total de la inversión crediticia generada en 1974 fuese de 2.266.716.700 pesetas y el activo de la entidad se situase en 5.552.268.225 pesetas al cierre del ejercicio. Todo lo cual supuso el primer gran hito en la historia de la hoy Cajamar e impulsó su crecimiento en los años siguientes, hasta el punto de que, nueve años después, a finales de 1983, ya se había convertido en la mayor caja rural de España y en 1989 en la primera entidad financiera de la provincia de Almería; posiciones que desde entonces mantiene de forma consolidada, muy por delante de los demás bancos y cajas, y que supone un hecho excepcional en el sistema financiero español.
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