“Crisis” y el nuevo concepto de discoteca de los 80

Almería

En la discoteca de Roquetas se podía bailar, beber y disfrutar de conciertos junto a palmeras y fuentes. Ideada por “Hoteles Playa” centró sus reclamos en los concursos de belleza

“Crisis” y el nuevo concepto de discoteca de los 80
“Crisis” y el nuevo concepto de discoteca de los 80 / D.A.
José Manuel Bretones

07 de noviembre 2021 - 07:00

Almería/El concepto clásico de discoteca cambió a mediados de los años ochenta. Aquellos locales cerrados, sin luz, atestados de gente que hablaba a gritos o al oído quedaron desfasados. Los jóvenes de antes de 1983 podían jurar y perjurar a sus padres que habían estado comiendo pipas calientes del kiosco, sentados en el Parque, y luego tomando unas bravas del bar “Bonillo” que sus ropas les delataban. Los polos de “La Sirena” o de “La Espuma” incriminaban sin piedad porque terminaban en la lavadora “Corcho”, de carga superior, impregnados con un tufo a tabaco y un pestazo a alcohol inherentes a una disco. Aquellos tugurios claustrofóbicos, sin ventilación y con una espesa humareda en el techo no admitían dudas sobre la procedencia festiva de quienes volvían a su casa tarareando “Mami, el negro está rabioso…”.

Pero en la Almería veraniega de 1984 comenzaron a abrir discotecas más espaciosas; magníficas y fresquitas para tomarte una copa, escuchar un concierto, bailar o intentar ligar en una terraza, bajo las estrellas. Eran recintos muy despejados, con la pista y alguna barra bajo techo, pero con una amplia zona de jardines, fuentes y palmeras. Y en Roquetas de Mar, un local concentró la atención de aquellos jóvenes que llegaban, ansiosos, vestidos de “El Charro”, “Bonaventure”, “Amarras” o “Liberto”: La “Discoteca Crisis”.

Entrada discoteca
Entrada discoteca / D.A.

“Crisis” se ideó en la empresa “Hoteles Playa” de José María Rosell Recasens y se inauguró el 15 de junio de 1984 con un precioso logotipo del genial José María Cruz Novillo, autor también del logo de Playa Serena. Se encontraba al borde de la carretera, próxima a la Urbanización, en un lugar donde apenas había nada. Aquello estaba tan despoblado que la plaza de toros portátil de la Urba se instalaba junto a la discoteca y las empresas de extintores organizaban en el descampado demostraciones con “fuego real”.

Desde el primer día, aquel negocio obtuvo el beneplácito de la clientela; más aún cuando su relaciones públicas, Francisco Javier Jiménez Rapallo, organizaba concursos vinculados a la belleza femenina. En agosto de 1985, la Guardia Civil tuvo que regular el tráfico en la carretera porque mil personas llenaron el recinto y una avalancha de mirones pretendía acceder a la primera fila del concurso de “Miss Topless”. Aquella primera edición la ganó la germánica de 19 años Estefanía, recepcionista en el “Hotel Simone”. Venció a la española María Jesús, pero por sus exuberantes condiciones físicas se convirtió en la favorita del público, que entonó su nombre a coro y a ritmo de palmas. Aquello fue tan memorable que hasta “El País” publicó la noticia. Luego vinieron “Miss Costa de Almería”, “Miss Biquini”, “Miss Crisis”, “Miss camiseta mojada” y otras misses con títulos más indecorosos … Vamos, algo impensable en la sociedad de hoy.

En una ocasión, la Guardia Civil tuvo que regular los accesos porque una avalancha de mirones quería presenciar el concurso “Miss Top-Less”

En otra ocasión, un mago hizo las delicias de los clientes hipnotizando a voluntarios que, por unos segundos, se convertían sin desearlo en conejitos saltarines, en gallinas cacareando o en ciervos berreando como los de la Sierra de Cazorla a finales de septiembre. Mientras, los asiduos del local se tronchaban de risa, se les secaba la garganta y pedían más y más copas.

Aquel local de ocio, gestionado por Teo López Moreno, era tan grande que admitía conciertos en directo. Allí fue una de las primeras actuaciones del grupo granadino “La Guardia”; luego le siguieron “Teddy Boys”, “Tiernos Mancebos”, “The Essence”, “Los Enemigos”, “Dr. Feelgood”, “Los Ronaldos” … La fama traspasó fronteras y un día los bailones se encontraron que, a su lado, estaba tomándose un gintonic el alcalde de Madrid, el socialista Juan Barranco Gallardo, que veraneaba en Almerimar y se acercó atraído por la reputación.

Crisis
Crisis / D.A.

Claro, con tanta libertad de espacio, y en mitad del campo, había madrugadas de levante en las que se levantaba tal polvareda que algunos clientes estaban más preocupados por taparse la nariz para no estornudar que en saber dónde habían olvidado los vasos de tubo con los cubatas. Hubo noches en las que un globo aerostático sobrevoló el recinto; otras, las marcas de refrescos decoraron la terraza con latas y chapas gigantes. Se instalaba un cañón de luz cuyo haz se veía desde Almerimar y, en los concursos, se encendían ocho pantallas para retransmitir el evento para que lo vieran quienes andaban despistados por ahí.

Crisis se inauguró el 15 de junio de 1984 y tenía un precioso logotipo del genial diseñador José María Cruz Novillo
Crisis acceso
Crisis acceso / D.A.

Ir a “Crisis” generaba noches interminables y sorpresas, como a los ganadores de un inesperado concurso de sevillanas cuyos premios fueron un caballo y un burro, donado por la “Toscana”. No sabemos si, luego, el valor de los animales se canjeó por pizzas. También había fiestas de la espuma, desfile de modelos con ropajes de cuero, sorteos de coches, casetas de feria o maratones de DJ. Las empresas, partidos políticos y asociaciones gremiales apostaban en Navidad y verano por “Crisis” para dar rienda suelta a sus empleados, afiliados o socios después de una copiosa cena. Radio Mar, de Ricardo Alba y Antonio Quintana, montó allí “La noche de la radio” y distintos premios de diversa índole se entregaron con el graciejo de los locutores de moda de “Radio 40”.

Aquella discoteca tan alejada de todo atisbo de civilización generó un problema para la seguridad en el tráfico. Los clientes bebían, se subían al coche y volvían a sus casas contentos y hartos de copas. En la carretera de El Sabinal hubo varios accidentes graves y la Benemérita hacía cuantas pruebas de alcohol podía, pero aquellos tiempos no eran éstos.

Ir a “Crisis” generaba noches interminables y sorpresas, como a los ganadores de un concurso de sevillanas cuyos premios fueron un caballo y un burro

A principio de los años noventa la discoteca cerró un tiempo para volver a abrir, pero retomando el concepto clásico de diversión basado solo en música y copas. En noviembre de 1993, José Julio Domínguez Molina solicitó al alcalde de Roquetas, José Dana Laguna, licencia para la reforma, legalización de la instalación de aire acondicionado, bar exterior y cambio de titularidad para cumplir el Reglamento de Actividades Molestas. Esa Navidad, el centro de ocio abrió al público con una licencia provisional y un seguro de responsabilidad civil, pero comenzó a recibir críticas vecinales por el ruido y las concentraciones de clientes. Hubo algún intento de espectáculos en directo, como el día de los enamorados de 1996 con Santiago Urrialde, el “Rambo” o el “Reportero Total”, que no sentía las piernas en “Esta noche cruzamos el Mississippi” de Pepe Navarro. Al final, “Crisis” cayó en crisis y cumplió con nota su temporal ciclo festivo. Poco después, el complejo se derribó y se construyó una lavandería industrial.

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