La corta vida de la estación intermodal de Almería

Transportes

La monumental estación del ferrocarril enfrentada a la terminal provisional de atobuses. / Javier Alonso

Le quedan, como se dice, dos telediarios pues, según lo previsto por Adif y a expensas de las posibles resoluciones por la presencia de vencejos, la idea es que esta misma semana comience el derribo de la estación intermodal. Un edificio aparentemente desprovisto de encantos, sobre todo en contraste con la monumental estación del ferrocarril, pero que encierra en sí una parte destacada de la historia de Almería, y no solo de los besos y abrazos en bienvenidas y despedidas. Disputas políticas y desencantos, pero también logros, recorren su corta trayectoria que ni alcanza el cuarto de siglo. Nada para una infraestructura de tal calibre.

En la ciudad de Almería convivían dos edificios dedicados al transporte, ambos catalogados por sus valores patrimoniales. La que era la estación de autobuses, en la plaza de Barcelona y que sigue dando nombre a la avenida, convertida actualmente en un Mercadona después de un periodo de abandono. Y la antigua estación de trenes, que sigue cerrada a cal y canto desde que entrara en juego de la intermodal

Este nuevo proyecto traía aires de grandeza a la capital almeriense. Iba –y lo fue– a ser pionera en intermodalidad, un nuevo concepto de funcionalidad y comodidad a implantar en España que aunaba en un mismo edificio el transporte de autobuses y el ferrocarril. Lo estrenó Almería en julio 2001, cuando abría las puertas la intermodal con consecuencias positivas y negativas entre duros debates políticos en el seno del Ayuntamiento de Almería.

Al Consistorio no le costó dinero alguno este edificio, que construyó Adif en suelo municipal, tras un acuerdo de concesión. Lo recuerda muy bien Juan Megino, por aquel entonces alcalde de Almería bajo las siglas del PP. “El acuerdo costó muchísimo trabajo, mucho esfuerzo y Antonio Sáez –su mano derecha– lo peleó”, apunta Megino sobre este convenio de explotación cuya firma, el 29 de julio 1998, fue muy significativa aunque los años han hecho que cayera en un olvido generalizado. No de la memoria de Megino. 

“Les apretamos mucho y logramos incorporar en el convenio la obligación de Adif de llevar a cabo el soterramiento de las vías del tren. Era una condición y la primera vez que Adif lo dejaba plasmado por escrito: el soterramiento, una palabra que era tabú para el Administrador de Infraestructuras Ferroviarias de la que no quería oír ni hablar”. Ese mismo año, el Ayuntamiento dejaba reflejada las aspiraciones de Almería de forma contundente en el Plan General de Ordenación Urbana, aún vigente, con el soterramiento dibujado. 

Pasajeros de la intermodal y viandantes. / Javier Alonso

La intermodalidad y este primer compromiso son las bonanzas de esta estación de corto recorrido (temporal), con cruces, sin embargo, en su otra cara. Hubo conflictos por lo que las empresas de transportes tenían que abonar por ocupar las instalaciones, aunque socialmente pesaron otros aspectos. “La estación ha tenido un funcionamiento razonable, aunque no era lo que se esperaba”, reconoce Megino en referencia al diseño de contenedor de hormigón recubierto de chapa galvanizada lacada no tenía el suficiente empaque como para tener de vecina a esa monumental estación del ferrocarril que no entró en aquel acuerdo. Adif se reservaba sus derechos sobre el inmueble para el caso de que no se le renovara la concesión.

Ya condolida por la falta de inversiones, el histórico edificio estaba en decadencia y la entrada en funcionamiento de la intermodal supuso la estocada para su cierre de puertas de la antigua estación, que fue durante esta etapa de Almería un palomar infesto. Rehabilitada en 2021, sigue no obstante con las puertas del hall cerradas.

La terminal provisional toma el relevo hasta el 2026: una oportunidad para entrar en la monumental estación

A punto de caramelo, y a falta solo de remates, se encuentra la estación provisional que el Administrador de Infraestructura Ferroviarias ha adaptado sobre la playa de vías, retirada previamente, junto a los andenes de la antigua estación de trenes. Hasta aquí tendrán que venir, presumiblemente a partir de la próxima semana, los usuarios tanto de los autobuses como aquellos viajeros que hayan optado por el ferrocarril.

La intermodal cierra sus puertas para someterse a las obras de rehabilitación integral que le darán otro aire y funcionalidades, convirtiéndola en la futura estación del AVE de Almería. No volverá a recibir pasajeros hasta la llegada de la Alta Velocidad que, de cumplirse con los objetivos comprometidos, será en 2026.

Las obras de la segunda fase del soterramiento de las vías del tren para la integración del ferrocarril a su paso por la ciudad obligaron el pasado mes de marzo a suspender la conexión en tren de Almería capital. Desde entonces estos viajeros siguen acudiendo a la intermodal para coger autobuses lanzadera hacia la estación de Huércal-Viator, que acoge a los ocho trenes diarios de Media Distancia Granada-Almería, cuatro por sentido, y los dos Intercity Madrid-Almería, uno por sentido.

La manera de operar volverá a cambiar en cuestión de días, previo aviso de Adif que ultima la organización para un cambio fluido y con las menores molestias posibles. Hecha en su totalidad la provisional –el pasado viernes aún se veían operarios trabajando en la zona–, y en obras entonces la intermodal, los viajeros, tanto de autobuses como de tren, tendrán que acudir a la antigua estación del ferrocarril, donde estará habilitada la venta de billetes físicos y el resto de servicios necesarios. 

La terminal del bus provisional cuenta, según el proyecto, con 23 dársenas de 15 metros de longitud dispuestas a lo largo de una isleta central, en la que también han sido ubicadas las taquillas. Para esta estación provisional, el proyecto proponía módulos prefabricados (información, taquillas y aseos), así como una zona de asientos cubierta por una marquesina en el centro de la isleta con la finalidad de proteger a los viajeros de las inclemencias del tiempo durante los tiempos de espera. Entre ellos, los que vayan a emplear las lanzaderas previstas para llegar a la estación de trenes huercalense que, su vez, fue dotada de módulos en aras de poder acoger este tránsito heredado hasta la conclusión plena de las obras del soterramiento y llegada de la Alta Velocidad.

Puede parecer un embrollo, pero es también una oportunidad para poder visitar la antigua estación y recorrer su restaurado vestíbulo con sus impresionantes ventanales de hierro y cristal, las históricas taquillas o el mural cerámico de Francisco Cañadas, antes de alcanzar las marquesinas de hierro. Es una oportunidad porque cuando Almería salude al AVE dirá adiós, otra vez, a la histórica estación. No está previsto su uso ciudadano. Será el centro de operaciones de la Alta Velocidad.

Estación del AVE, la renovada intermodal

Aunque se habla de un nuevo edificio, realmente es una reforma integral del actual intermodal que le dará, eso sí, más caché no solo por el empleo de materiales de mayor calidad, sino en cuanto a prestaciones. Tendrá un aparcamiento subterráneo de 400 plazas, un gran vestíbulo con techos de doble altura, wifi y zona workhub, cafetería y tiendas. 

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