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El "contador de la vergüenza y el olvido" se ha quedado sin pilas. Los socialistas almerienses que lo idearon para reinvidicar la falta de inversiones del Ministerio de Fomento en la implementación del Corredor Mediterráneo entre Murcia y Almería han parado el registro en 2.113 días, los que ha estado el PP de Mariano Rajoy en el Gobierno. Al materializarse la investidura de Pedro Sánchez los días que transcurran sin obras del AVE parecen importar menos en la sede provincial del PSOE en Pablo Iglesias y el contador que se puso en marcha en noviembre de 2016 ha dejado de funcionar con el recuerdo de un periodo en blanco de casi seis años. Fruto de las carambolas del destino, por la que Íñigo de la Serna traspasó su cartera en Fomento al socialista José Antonio Ábalos los relatos de las partes enfrentadas siguen siendo radicalmente opuestos, pero socialistas y populares se han intercambiado los papeles. Es el fenómeno mimético de la política que pese a divergir en la ideología y argumentos equipara posiciones en el Congreso de los Diputados y el Senado. El PSOE de Almería ha reclamado mayor inversión y que se acortaran los plazos para la llegada de la Alta Velocidad durante legislatura y media y ahora ha pasado a modo standby con la filosofía de dejar hacer al Gobierno. Y diputados y senadores del PP han salido de las trincheras en las que sufrían los ataques de patronal y agentes sociales para reinvidicar todas aquellas necesidades que en su día silenciaron.
Esa esquizofrenia que altera la personalidad de los partidos y les aleja de la realidad, pendiente de la sangría electoral y de paliar la impopularidad de los ejecutivos, es una de las grandes debilidades del bipartidismo al descubierto con las hemerotecas. El PP avaló los recortes del Gobierno por los que se proyectó una vía única en más de un tercio del trazado del AVE a Murcia, así como la rebaja generalizada de los costes con la supresión de estaciones y otros elementos singulares, tardará bien poco en poner sobre la mesa la conveniencia para Almería de retomar el proyecto anterior más allá de exigir que se cumpla la programación del Ministerio de Fomento saliente. Y en el PSOE han sido seis años de batalla por un AVE de primera al que ahora parecen renunciar porque la vía única ha dejado de ser un agravio comparativo y los plazos fijados que eran insostenibles vuelven a cobrar sentido. Paradojas de la política que ya han tenido en la Cámara Baja un primer episodio denunciado por el diputado de Ciudadanos, Diego Clemente, al cargar duramente contra el PSOE por su rechazo a una enmienda a los Presupuestos Generales del Estado para acelerar las obras del Corredor Mediterráneo entre Murcia y Almería. Curiosamente la propuesta parte de diputados populares que votaban en contra de las mismas reivindicaciones meses atrás. El "retrato" de unos y otros en el arco parlamentario no sorprende casi a nadie, ni tan siquiera a la Mesa del Ferrocarril de Almería después de reuniones y manifestaciones en las que se han movilizado de la mano de los dirigentes socialistas. Nada más conocerse que José Luis Ábalos es el ministro de Fomento le han solicitado una reunión en la que analizar cuáles son sus planes con la Alta Velocidad de Almería y si existe la posibilidad de dar marcha atrás en determinados proyectos como el de la vía única y en el traslado de la estación de cabecera a Huércal durante las obras del minisoterramiento en el paso a nivel de El Puche. Y no se olvidan tampoco de la mejora del tren convencional con líneas de otro siglo a Sevilla y Madrid a la espera de que se construya el cambiador de ancho en Granada, entre otras actuaciones. Y no van a bajar la guardia al considerar que, pese a las reclamaciones de años con el PSOE, todavía nadie sabe si es un ministro amigo. No lo saben ni los socialistas de la provincia, expectantes por saber, antes de tensionar la cuerda, si el nuevo responsable de Fomento responde a los compromisos que se han adquirido en los últimos años. Socialistas y populares se han intercambiado los papeles y los escaños, pero lo único que no cambia son las comunicaciones ferroviarias tercermundistas.
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