La mirada zurda
¿Qué es la suerte?
El tren 279 está en el andén desde el mediodía. Locomotora de la serie 334 con los vehículos de una nueva composición del Talgo VI recién estrenada esta semana después de ser objeto de remodelaciones integrales en las instalaciones de La Sagra en Toledo. El aspecto exterior es idéntico, pero los interiores están a años luz. Los vagones han ganado en confort y comodidad, con mejoras que van desde la nueva tapicería y moquetas, incorporación de plazas con mesas, novedosa organización del espacio para el equipaje y enchufes en cada asiento. El coche cafetería también ha cambiado el look. Ahora es más amplio y luminoso. Pero sigue sin wifi. Y el personal nos confiesa que es la pregunta estrella de los clientes, tanto de los nacionales como de los extranjeros. Pronto podrán decir que sí hay red y también una plataforma de contenidos. Renfe ultima la instalación en los de Alta Velocidad y el próximo año le tocará al resto de los convencionales. El de Almería cuenta con 220 plazas y podría alcanzar una velocidad de hasta 200 kilómetros por hora si la infraestructura lo permitiese. Será, a lo sumo, un tope de 160 km/h y sólo en los tramos mejor acondicionados a través de la meseta castellana. A las cuatro y cinco comienza el trayecto.
El interventor Juan Solano Rodríguez, vecino de Benahadux, está al frente del control del tren en cabina. Recoge y comprueba los billetes, empieza por los vagones 1 y 2 a la altura de su localidad natal diez minutos después de emprender la marcha. Nos cuenta que una de la principales ventajas del nuevo Talgo VI remodelado es el cierre centralizado de las puertas de los vagones, evitando incidencias en el acceso de los usuarios en las estaciones. Las puertas se abren con un botón y no con palanca. Facilita su labor e incrementa la seguridad, además de dotar de mayor confort y calidad el viaje en su conjunto. Sobre la ocupación nos explica que entre semana tiene un pasaje medio que repunta de jueves a domingo y que en los meses de verano suele ir casi lleno, aunque no suele ser necesario como en otros destinos incorporar otro convoy de coches.
Uno de los profesionales que nos atiende en la cafetería nos indica que el Talgo VI no tiene nada que envidiar a trenes de última generación aunque lleve más de dos décadas circulando en España. "El problema son las vías", argumenta. Las limitaciones de 70, 80 y 90 por la configuración del trazado impiden alcanzar los 200 kilómetros por hora que podría alcanzar la locomotora de la serie 334 que opera en Almería desde finales de 2008. El peor tramo se encuentra entre Guadix y Linares.
Desde el coche 1, que en la ida a Madrid es el vagón de cola, se puede ver la cabeza zigzaguear a un lado a otro, de izquierda a derecha como una serpiente que repta por los campos de olivos. Por allí también anda el señor Alcalde, un técnico de Renfe que cuando el tren llega a su destino se encarga de cambiar la cabeza locomotora de un extremo al otro. También viajan mecánicos y dos técnicos responsables del vagón cafetería. Casi toda la tripulación del tren va rotando por las diferentes líneas de la geografía nacional, con la excepción del interventor benaducense, que sólo realiza el trayecto Almería-Madrid en los dos sentidos tras hacer noche en la capital de España.
Nada más iniciarse el trayecto, uno de los auxiliares ofrece con su carro productos de venta a bordo para los que no quieren desplazarse a la cafetería. A las cinco de la tarde se para momentáneamente a la altura de la estación de Fiñana. Hay que dejar unos minutos para el paso del tren regional. Atrás ha quedado el primer tramo electrificado del ferrocarril de vía ancha en nuestro país. La construcción de esta línea en 1912 entre las estaciones de Santa Fe-Alhama y Gérgal es un hito tecnológico en la historia ferroviaria. En la cafetería Eduardo Gabín, un amante de los trenes, verifica la mejora del nuevo tren. Es usuario habitual y reconoce el aire más decente y moderno que ahora tiene el Talgo a Madrid. "La locomotora es una buena máquina, pero de nada sirve en este trazado", comenta. Ha recorrido media Europa en ferrocarril e incluso se atrevió a realizar un trayecto de día y medio desde Almería hasta Amsterdam. En la cafetería, más diáfana, amplia y luminosa en el nuevo Talgo VI, hay más de una intrahistoria ferroviaria, sobre todo cuando coinciden algunos de los técnicos. Allí precisamente coincide la bifurcación de la antigua línea del mineral de Alquife que ahora pretende recuperar una empresa holandesa con capital alemán. "Son tantas las curvas porque los terratenientes en tiempos de Franco impedían que el tren pasara por su tierras", comentan.
Poco antes de las cinco y media llega la primera parada intermedia de las ocho que hay hasta Chamartín. Son apenas unos minutos en Guadix. Continúa el trayecto y el paisaje deja de ser la novedad para convertirse en habitual. De la contemplación de los verdes latifundios se pasa a la lectura. Cualquier medio es válido. Prensa, libros, dispositivos digitales de lectura, teléfonos móviles... Los hay que prefieren música e incluso alguno de los viajeros del coche 2 se anima con los sudokus. Tendrá tiempo de sobra para hacer más de uno. Hasta minutos antes de las siete no hará entrada el convoy en la estación jienense de Jódar-Úbeda.
Por la señal de megafonía anuncian que lo largo del recorrido se proyectarán en los televisores dos películas y un documental. La primera empieza después del paso por Guadix. Son estrenos de los últimos años y en esta línea se proyectan sólo comedias, el humor contribuye a amenizar el tedioso viaje. En los canales de música se intercalan bandas sonoras de James Horner. Los niños optan por sus propias películas y dibujos animados en las indispensables tabletas. Uno de los que viajan en el coche 2 hace continuamente el gesto de tirar de la bocina cada vez que suena el silbato. Primeros paseos al baño, por cierto, muy equipado con secador de manos y cambiador para bebés, con una imagen impecable pese al vaivén que dificulta la estancia.
Es un trazado muy pesado, lento, casi tanto como la tortuga mora que ha retrasado las obras del AVE. Se suceden los olivos en una panorámica fija salpicada por alguna almazara. Ya empieza a rugir el estómago y aparecen los primeros paquetes de galletas y bocadillos. Hasta ese momento había sido fácil concebir el itinerario como un hermoso recorrido por el interior de Andalucía, a través de paisajes inaccesibles desde otros medios de transporte. Un viaje para saborear si la actitud es positiva que se acaba indigestando con las urgencias conforme se aproxima al destino. Es como una enorme dosis para los amantes del café que suelen disfrutarlo más cargado pero en frasco pequeño.
En la estación de Jódar-Úbeda, a las siete menos cinco, se cruzan el tren procedente de Almería con un Talgo IV que cubre la línea regional. Quedan muy pocos sin reformar en nuestro país, es un material anquilosado que da sus últimos coletazos de largas distancias en conexiones como la de Cartagena-Madrid. Después de tres horas en el tren, el andén jienense es un alivio para los fumadores.
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Y lo vuelven a hacer tan sólo media hora después en la estación de Linares-Baeza. Allí se produce siempre el cambio obligado de maquinista para no superar las horas establecidas de conducción. La línea de Almería a Linares es una de las más peculiares del país con una tardía y complicada construcción salpicada por obras de ingeniería singulares. Recientemente se ha destinado una importante partida a la mejora, dotándola de más seguridad y fiabilidad al asegurar los terraplenes y trincheras que se vienen deteriorando por las inclemencias meteorológicas.
Empieza a refrescar, la temperatura es muy diferente a la de Almería a las cuatro. Un matrimonio de abuelos son recibidos por sus hijos y nietos que les preguntan por el moreno que han cogido. Es una de las improntas que les han dejado las playas de Almería después de unos días de mucho calor. Segundo asalto del carrito de los refrescos y snacks, con algo más de éxito que en la primera ocasión. Comienza a proyectar la segunda película del viaje interminable, otra comedia, Pixels, con Adam Sandler, en torno a las siete y media. Cualquier pasatiempo es bueno para sobrellevar el tostón. Diez minutos después se interrumpe con la parada en Vilches. Pasará más de media hora hasta la siguiente interrupción en Valdepeñas donde ya no hay que se quede en el asiento. Estirar las piernas es una necesidad casi más pronunciada que el cigarrillo rápido para los fumadores. Pocos conocen que el tren volvería a parar diez minutos después en Manzanares. A partir de ahí comienza uno de los tramos más rápidos de la línea. Entre Santa Cruz de Mudela y Aranjuez se alcanzan los 160 kilómetros por hora. A las nueve de la noche el Talgo VI de Almería entra en la estación de Alcázar de San Juan. Poco antes comenzaba a esconderse el sol y las luces se extendían por los vagones. Casi nadie duerme ya, las ganas de llegar al destino entran en ebullición. Cuando se realiza el tercer paseo del carrito de venta a bordo repican los teléfonos. ¿Cuánto te queda? Poco. En media hora estamos en Atocha.
Los viajeros comienzan a impacientarse, sobre todo porque en el último tramo en Madrid los cercanías suelen tener prioridad y se ralentiza la aproximación de la expedición almeriense. Ocurre igual con las paradas. Las primeras fueron más reposadas, las últimas casi fugaces. Son ya los momentos más cansados del eterno itinerario, sobre todo para familias con niños que se agobian hasta cuando consiguen carta blanca para corretear por los pasillos. Pese al incremento del confort y la mejora de los interiores del vehículo para dotar de mayor calidad la estancia, el viaje sigue siendo infinito. Por la lenta circulación del convoy por la geografía andaluza se superan las seis horas, siendo uno de los trayectos más duraderos del país, sólo superado por el de Lugo-Madrid. En el trayecto de vuelta, al día siguiente, serán menos paradas intermedias y mayor la reducción del viaje, tal y como nos confirma el interventor Pedro Borbalás. Nos cuenta que la ocupación también vuelve a estar en la media del pasaje, de las 200 plazas se han vendido 89 en turista y 19 en preferente. Pero la sensación de velocidad va disminuyendo, del galope al trote en un ir y venir del freno marcado por la orografía.
Con la actual infraestructura existe una imposibilidad metafísica de aumentar el ritmo una vez que se queda atrás la meseta castellana. Renfe ha alumbrado en Almería un portal digno del viajero, ya no es el tren cenicienta de tiempos de las mamachichos y los jerseys de cuello vuelto, pero ahora se requiere una considerable inversión en el trazado férreo. Este Talgo VI remodelado, que ya estuvo en Almería en 2006, tiene un gran potencial por explotar. Un arreglo de vías y catenarias, con la modificación del trazado, que se sume a la mejora del material que lo ha hecho más confortable y llevadero. Sería el siguiente paso, después de una creciente presión ciudadana, para que el ferrocarril almeriense comience a salir de la vía muerta y vea la luz del túnel al final de su futuro incierto.
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