Una concejal en la pista de baile
Isabel Mª Belmonte, profesora de baile latino, hizo un movimiento de cuerpo entero a la política y entró en el PA Ahora es edil de Infancia, Juventud, Mayores y Nuevas Tecnologías de Vera


Cuentan que la niña Isabel María Belmonte Caparrós nació sin dejar casi nada al azar. Como si el destino según unos, la providencia según otros, lo tuviera todo cuidadosamente planificado en los jalones de su vida, porque al fin y al cabo la vida es un pormenor como dice el tango. Para ella, la niña Isabel María, el movimiento era y es todo, o casi todo, "desde muy pequeña me llamaba mucho la atención ver en la tele a los bailarines, simplemente me gustaba". Le gustaba, así de simple o simplemente así.
Con el paso de unos cuantos años, no muchos, buscó dónde aprender a bailar los ritmos que tenía ya alterándole los pulsos. Y no lo encontró. Hubo de conformarse con un genérico del baile: el aeróbic, que reúne coreografía al ritmo de una música tipo Aeróbic Power; Step Pro 9 o Best of Mid Tempo. Con tan sólo 12 años, Isabel María principió una trayectoria que sin ella saberlo acabaría en la pista de baile.
Llegado el momento de viajar a Murcia, allí le esperaba la carrera de Publicidad y Relaciones Públicas en la Universidad Católica San Antonio (UCAM), le ofrecieron hacer una especialización de Aeróbic. Dijo que sí, faltaría más. Sacó el primer curso universitario a la primera y pasó el verano impartiendo clases de deporte aeróbico en un gimnasio. Había que ganar algún dinerillo.
Un día como otro cualquiera, bueno, no, que hay días para el olvido; un buen día queda mejor. Pues bien, un buen día en una discoteca se le acercó a Isabel María un chico, o sea, lo de siempre, y no, no era una proposición al uso, sino que le dijo: "Tú tienes que venir a mis clases de baile". Y fue. Era en Garrucha donde Víctor Bengoechea enseñaba baile latino: salsa, cha-cha-chá, merengue y bachata. Ella aprendía mucho y rápido al extremo de que pasados dos años el mismo profesor le hizo el ofrecimiento de ser su pareja de baile y su ayudante en las clases.
Este pasado domingo, domingo de calor y de guardar en el recuerdo como uno de los más sofocantes de los últimos años, Isabel María Belmonte y Virginia, su actual pareja de baile que es la novia de su anterior profesor, pero esta es otra historia, dan clase de baile latino a un buen número de alumnas en la Casa de la Juventud de Garrucha.
Isabel María evoluciona sobre la pista, se refleja a sí misma. Un hilo invisible la sujeta al espejo en el que baila a dos con su justa figura, la lámina de cristal pulido ejerce una influencia magnética. Es muy difícil explicar por qué el arte suscita emoción pero conmueve al convertir un instante en una eternidad, altera un quiebro de cadera en un estremecimiento acentuado o transforma un paso en una filigrana.
Esta mujer, Isabel María Belmonte, que pisa fuerte las tablas, que baila allí dónde puede y le permite su tiempo libre, aceptó el ofrecimiento ¿envenenado? del entonces candidato a la alcaldía de Vera, Félix López. Este no fue un paso de baile latino, sino un movimiento de cuerpo entero a la política de su pueblo al integrarse en la lista del Partido Andalucista (PA), y formar parte de un equipo de gobierno.
Responsabilidad, interés y hacer su trabajo lo mejor posible por el bienestar de sus conciudadano son los objetivos de una mujer que de niña quería bailar, que lo ha conseguido y que ahora le toca danzar con la Infancia, Juventud, Mayores y Nuevas Tecnologías desde la conejalía que dirige. Y aún le quedan ganas de baile.
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