El clan más peligroso de la historia criminal de Almería

Los Pertolos han ocupado las páginas de sucesos desde que en 1925 uno de sus integrantes, Juan Rodríguez Santiago, cometiera el primer asesinato en Albox

El clan más peligroso de la historia criminal de Almería
El clan más peligroso de la historia criminal de Almería

La mañana del 20 de abril de 1925 comenzó una discusión verbal entre los puestos de venta ambulante del mercadillo de la localidad de Albox. Los participantes en la misma, Sotero Cortés Contreras y Juan Rodríguez Santiago, conocido como el Pertolo, dos personas conocidas entre sí, distanciados por viejas rencillas. De las palabras pasaron a las manos. El mismo guardia municipal, Cristóbal Berbel tuvo que mediar para restablecer el orden y separar a los vendedores enfrentados.

Cuando llevaba del brazo a Sotero Cortés para sacarlo del lugar y evitar que se produjeran males mayores, el Pertolo se acercó a ellos por la espalda y le propinó una puñalada de la que moriría horas después. El agente logró detenerle poniendo en juego su propia vida, ya que Juan Rodríguez opuso una gran resistencia.

Comenzaba así una de las páginas más negras de la historia reciente de Almería, que tiñó de sangre las calles de Albox y de localidades próximas. A cada crimen de Los Pertolos le seguía uno del clan rival, Los Franceses en una espiral que por momentos amenazó con desbordar a las propias fuerzas de seguridad que, sencillamente, no sabían como hacerle frente.

El 8 de mayo de 1999 una mujer recibía cuatro disparos en las piernas en lo que parecía un aviso; dos en cada una. Nada se dijo de lo que había hecho, ni de porqué lo hicieron, pero la larga mano de Los Pertolos parecía estar en la génesis del crimen.

El 25 de octubre de ese año todo cambió. La cara de Juan Rodríguez Rodríguez estaba en el número dos de los más buscado de la Guardia Civil. Era más buscado de España después de Antonio Anglés, el asesino de las niñas de Alcasser. Solía pasear a caballo por los alrededores de Albox e incluso se le vio a poca distancia de la pareja de la Guardia Civil que vigilaba los partidos de fútbol de la localidad. Aquel día se le acabó la suerte. Incluso llegó a ocultar su identidad a los agentes de la Benemérita que le esposaron. Las huellas digitales le delataron. Once años le duró la libertad; había matado de seis tiros a un anciano de 81 años por una discusión sobre una medianera. En su casa guardaba dos pistolas y abundante munición.

El clan, quedaba descabezado. Apenas dos años antes, sus primos hirieron a un guardia civil que se aprestaba a detener a otro de los puntales de la familia, Juan. Los enfrentamientos causaban pánico en la localidad por temor a las seguras represalias aunque nadie parece estar seguro de ello.

El clan siempre se ha movido al otro lado de la Ley. Sus negocios iban desde el control de los puestos del mercadillo municipal, prostitución a través del control de las mujeres que la ejercían y el más rentable de todos, la extorsión a los empresarios de la zona. Los Pertolos se han movido también en el margen de la leyenda rural. Desde amenazas a los alcaldes, a los agentes de la Guardia Civil, han sido apuntados cada vez que en la zona se producía algo fuera de lo normal.

Se dice que incluso obligaron al Ayuntamiento a instalar una farola de potente luz enfrente de su casa para que sus moradores pudieran ver con claridad quién se acercaba por la noche en sus labores de vigilancia. Parte de una leyenda, al fin, que no tiene un final conocido.

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