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Cuando el Chupa Chups dejó de ser un caramelo con palito

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En Almería también es un plato gastronómico gourmet, un pozo ilegal, una rotonda con fuente o un postre de sandía

Los legionarios almerienses en Kosovo se ganaron la confianza de la población repartiendo la golosina

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Chupa Chups, una revolución en Almería / Diario de Almería

La chiquillería almeriense de los años sesenta se compraba las golosinas en los carrillos verdes instalados en la puerta de los colegios y en las plazoletas del centro. O en las tiendecillas del barrio. Un día, los chavales descubrieron que se vendía un nuevo producto. Un caramelo redondo con palito que se podía comer sin guarratear las manos al sacarlo y meterlo de la boca. Había llegado el Chupa Chups.

Era una adaptación asturiana, inspirada en otro producto similar inventado en Ohio (EE.UU.) llamado “Dum-Dums”. Pronto, la golosina se popularizó y disparó sus ventas. Las campañas en TVE ayudaron de lo lindo: “Cómo brillan sus ojos de felicidad cuando chupan “chupa chups”; “Chupa Chups deleita a los niños y los hace mejores y más cariñosos”; “Es redondo y dura mucho, Chupa Chups”. “Una peseta, un chupa chups; abra la boca a chupa chups” decían aquellos angelicales anuncios en la televisión en blanco y negro.

El éxito fue fulgurante. Más aún, cuando en la serie de televisión de 1973, el actor Telly Savalas interpretaba al teniente Kojak, de la policía de Nueva York, consumiendo estos caramelos. Luego, los futbolistas Johan Cruyff o Rivaldo remataron la faena de marketing. Todo el mundo conocía el “chupa chups”; tanto, que en Almería comenzó a utilizarse como nombre para diferentes productos, acciones, tareas, trabajos o platos de cocina.

Chupa Chups de varios sabores / D.A.

En Turrillas

Uno de los usos más curiosos del dulce con palito ocurrió en la localidad almeriense de Turrillas en 1978. Siendo alcalde Juan Antonio Verdejo y Carmen Morales Úbeda reina de las fiestas, se ideó para el 11 de junio un festejo-competición consistente en el “concurso ciego de Chupa Chups”. A los chiquillos se les tapaban los ojos y tenían que adivinar el sabor del caramelo. Dejaba de ser una golosina para convertirse en prueba competitiva.

Arma arrojadiza

El 16 de febrero de 1997, la directiva del Real Jaén CF repartió entre los aficionados 1.500 Chupa chups, como estímulo para que los espectadores animaran a su equipo, que iba líder, en el partido de Segunda B frente al Polideportivo Almería. Esa temporada al Poli lo entrenaba Roberto Álvarez y jugaban Mariño, Garre, Camarasa o Francis. El dulce estímulo solo sirvió para que algún futbolista almeriense fuese blanco del palito (que ya era de plástico) lanzado desde las gradas, ya que el encuentro terminó con empate a un gol.

Precisamente para lo contrario fue usado el Chupa Chups por los legionarios almerienses enviados al noroeste de Kosovo en el verano de 1999: como elemento de amistad, de integración y de acercamiento a los niños y jóvenes de aquel país en guerra. Desde Almería se llevaron a su base de Istok decenas de enormes bolsas llenas del caramelo, que repartían entre los menores que se acercaban a los BMR o a los todoterrenos de La Legión. Decían los soldados que los chiquillos de las ciudades de Rakos, Banja o Zlocukane no conocían la golosina, pero que el Chupa Chups ayudó para que, en quince días, la población civil recibiera a los españoles con los brazos abiertos.

Un pozo ilegal llamado Chupa Chups

Por aquellos años, finales del XX, hablar de chupa chups en los cortijos, invernaderos y bancales de la vega de Almería y del Bajo Andarax era algo oscuro. Una cosa ilegal. Porque con el nombre del caramelo se denominaba a la práctica, nada deseable ni sanitariamente recomendable, de “pinchar” las tuberías del emisario de la ciudad para extraer agua y regar los tomates. Al parecer era la única alternativa para garantizar el riego de las plantas; los chupa chups acuíferos siempre estaban semiocultos en los laterales de los invernaderos y aunque existían por doquier nadie se atrevía a reconocer que los había visto. Y mucho menos usado.

Un Chupa Chups por un pitillo

El consumo del caramelo en enero de 2006 se convirtió en algo saludable; en algo sano. A pesar de que en su composición llevaba jarabe de glucosa, goma base, acidulante, ácido cítrico, aromas, humectante: sorbitol, colorante, antioxidante y otra serie de cosas. La nueva ley antitabaco, que prohibía el consumo de cigarros en los centros de trabajo y recintos de restauración y hostelería, provocó que las ventas del Chupa Chups aumentaran en la provincia un 50 %. Los fumadores tiraron el pitillo y cogieron el palillo. En algunos lugares de tránsito de Almería se llegaron a ver máquinas expendedoras de Chupa Chups, como quince días antes había de Ducados o Fortuna. Incluso el IES “Jaroso” de Cuevas del Almanzora organizó en marzo de ese año una curiosa iniciativa: cambiar a los alumnos (menores de edad) sus cigarrillos sueltos por Chupa Chups para inculcar a hábitos saludables.

A principio del siglo XXI también llegó a algunos pubs modernos de Almería la moda de Chupa Chups “gin tonic”. La ideó un vasco. Consistía en aderezar el combinado metiendo la bola del caramelo en el cóctel durante un largo rato y que el dulce tomara el gusto de la ginebra. Aquello no cuajó mucho porque, sí, sabía a gin, pero había que dejarlo tanto tiempo que las burbujas de la tónica se diluían y la bebida quedaba para tirarla por el desagüe.

Chupa Chups en la hostelería

Sin duda, el sector productivo más beneficiado con las dulces sugerencias del Chupa Chups ha sido, desde hace unos quince años, la hostelería. Claro, en su vertiente gastronómica gourmet y de tapas con suplemento. Distintos cocineros comenzaron a ensayar cómo acoplar productos de diferentes procedencias a un palito para bautizar el plato como “Chupa Chups de…” lo que sea.

La primera vez que vi algo así fue en el bar “El Rincón de Basi” en enero de 2010. Basilio Chico Aznar, su dueño, se inventó un Chupa Chups de carne que estaba bueno, aunque sabía a poco comparado con su exquisito “lomo al chumi churry”. Luego, otros profesionales de los fogones idearon distintas formas de presentar sus platos con el nombre del caramelo, como aquel que adobaba las alitas de pollo y el huesecillo del animal lo convertía en el palito. Luego vinieron variaciones de ese plato de carne como el “chupa-chups de pollo Kentucky” que presentaron los alumnos de la Escuela de Hostelería en la “Semana de la Tapa 2018”. O el de cordero que gestó en su cocina Antonio Gázquez, el del restaurante Las Eras de Tabernas; también existió el “chupa-chups de cordero de Los Filabres” que Diputación llevó como sugerencia estrella a una feria de Madrid.

El pescao ofreció otra alternativa y algunos chefs, como Tolo García, crearon el “kojac de bacalao con tomate”. En un bar de Berja probé la “piruleta de gambas”; estaba buena, quizás con demasiada harina, pero no dejaba de ser la versión modesta del mítico “chupa chups de…”.

Tan de moda se puso eso de servir alimentos pinchados en un palo que los chiquillos enfermos, ingresados en el área de Pediatría de Torrecárdenas, recibieron como postre, en mayo de 2029, “Chupa Chups de sandía”, invento de Tony García. No era más que un cacho de sandía fresquita cortada artísticamente con formas divertidas y sujetado por un palito. Y a los niños les encantó.

Fuente de los Chupa Chups, en Almería / Google Maps

Una fuente de Chupa Chups

En Almería, por rizar el rizo de los chupa chups, ideamos y construimos una rotonda con fuente adornada con formas del caramelo con palo en su interior. Está en el boulevard de la antigua N-340 y se inauguró el 18 de febrero de 2011. Para bien o para mal llamó tanto la atención que, en un curso de verano de la UAL en 2018, se planteó si la fuente con los chupa chups recogía, o no, los símbolos almerienses.

Pero ya el colmo de los colmos del uso del nombre del caramelo en cuestiones ajenas a la golosina apareció hace 25 años en las páginas de “Contactos, saunas y clubes” de un diario local. Durante días y días, una tal Ana y residente en Almería, publicaba un anuncio sobre sus glándulas mamarias. Decía que se le ponían “como gominolas y tan dulces como un chupa chups”. Del palito no hacía referencias.

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