Cerro de San Cristóbal (III)

Parroquia de Santiago. Adscrita a ella, el primitivo barrio de Las Peñas o Las Piedras se extendía al pie del Cerro, sobre el solar de la segunda y última judería previa su expulsión por los Reyes Católicos

Cerro de San Cristóbal (III)
Antonio Sevillano

16 de diciembre 2018 - 05:05

ESTUDIOSOS de la Almería islámica y medieval (Lévi-Provencal, Joaquín Delgado, Torres Balbás, Cabrillana, Molina López, Tapia Garrido, Cara Barrionuevo, Gil Albarracín, Lirola Delgado) sustentan encontradas hipótesis sobre el uso y ocupación habitual del perímetro murado del cerro de San Cristóbal. Es decir, de la al-Mudayma (Ciudadela), Layham o el-Urqub (Recodo) según la toponimia de autores árabes: al-Udrí, al-Idrisí o Ibn Játima, entre otros. Arrabal o asentamiento militar, fue presumiblemente habitado antes de proclamarse la taifa de Jayrán y convertida en posterior castro o lugar de acampada de Alfonso VII (1147-1157); de los almohades que lo derrotaron y de las tropas de Jaime II de Aragón que en 1309 intentó apoderarse de la Alcazaba y ciudad, desistiendo a los cinco meses y medio de asedio.

De autoría y antigüedad imprecisa, 4 degradadas torres circulares se enseñorean del paraje

En tal sentido, independiente del lienzo defensivo milagrosamente conservado, en el plano dibujado en 1852 por Juan de Mata y Prats, maestro mayor de fortificaciones y excelente pintor, figura el trazado de la “antigua y moderna plaza de Almería”; Pérez de Rozas lo señala asimismo en el suyo de 1864. Al promontorio que coronaba la segunda y última judería antes de su expulsión a finales del s.XV por los RR.CC. (para cuándo su señalización?, para cuándo una específica visita guiada?), sobre el solar del primitivo barrio de Las Peñas o de Las Piedras (distrito 1º, cuartel 5º), el Libro del Repartimiento lo menciona al menos en cuatro ocasiones al reseñar los lotes de viviendas, huertas y frutales asignados a otros tantos repobladores: Gonzalo de Valbuena, Alonso de Arévalo, Juan de Retes y Andrés de Castilblanco:

… Que se le dé una casa que alinda con una calle que sale hacia San Cristóbal… Diéronsele unas casas que son en la colación de Santiago, delante de la puerta que sube hacia San Cristóbal… Diéronsele unas casas en una callejuela que sube a San Cristóbal… En la calle que parte de la de San Cristóbal.

Lo que corrobora lo ancestral del nombre, castellanizado desde el momento de la incorporación de Almería a Castilla.

LAS TORRES “REDONDAS”

En este mismo medio subrayaba tiempo atrás que, en mi opinión, más importante para la historiografía local que las leyendas y mitos (Orden Templaria, Santo Grial, Cristo del Escucha) originados en la corta ocupación de Alfonso VII a partir de octubre de 1147 –considerada por Roma como una segunda Cruzada-, es la incógnita no despejada de las torres semicirculares existentes en el Cerro. La crítica moderna pasa de puntillas sobre su construcción, el por qué y para qué de tan potente y abandonado a su (mala)suerte valor arqueológico, visual y turístico. En 1931 fueron declaradas Monumento Histórico-Cultural y desde 1985 son Bien de Interés Cultural.

Se trata de cuatro sólidas edificaciones de sillares calizos, procedentes de canteras próximas a La Fuentecica. Adosadas linealmente a la parte exterior (Este) del lienzo mural en el que se integra el monumento al Sagrado Corazón: una semicilíndrica al comienzo de la muralla de Jayrán que desciende hasta el centro de la ciudad desde c/. Antonio Vico; a continuación el portillo anejo a una torre cuadrada (diferenciada en hechura, tipología y materiales, inequívocamente árabe), otras dos iguales a la primera y el remate en su extremo occidental de una totalmente cilíndrica, de unos seis metros de altura y amplia base. Fortificaciones que según Torres Balbás “tal vez fuesen levantadas por sitiadores medievales”, Alfonso VII o Jaime II. O bien corresponden a los almohades (Jorge Lirola) al establecer aquí su campamento en el siglo XII.

Las torres redondas

MORABITO

Eruditos y costumbristas con presencia en la prensa local a caballo de las centurias XIX y XX, ascendieron a la categoría de tradiciones irrefutables todo un cuerpo de fantásticas leyendas, independiente del aconsejable rigor histórico, lo que indujo a errores futuros. Es el caso del pretendido morabito musulmán convertido en capilla católica durante la estancia de Alfonso VII y administrada por los Templarios.

El dominico Joaquín Delgado, conocedor de la mentalidad religiosa almeriense, ofrece una versión más ajustada al origen de la que ceñía la cumbre y desapareció del paisaje hace lustros.

Siguiendo al deán Gabriel Orbaneja (Vida de San Indalecio e Historia de Almería…, 1699) contempla dos opciones: el menos probable periodo alfonsino y el más presumible castellano, tras la “toma” de la ciudad por los RR.CC. o quizás por herederos de la Corona. Este es a nuestro juicio el más verosímil ya que los almohades y nazaritas que sucedieron a aquel no habrían consentido la presencia de tan significado símbolo cristiano en su territorio. En cambio, sí está debidamente documentado que en el mismo solar se edificaron sucesivamente dos ermitas, aunque no se contemplan aún en el Libro del Repartimiento como indica Tapia Garrido, retrasándose la cita específica a un mapa militar de comienzos del s.XVII.

CASTILLO

En mayo de 1600 Felipe III concedió a Almería el privilegio de “instalación de milicia” para la defensa de su litoral (Gil Albarracín). Pero no es hasta el plano dedicado al marqués de Canales (1709) cuando se señala un sencillo fortín, artillado en sucesivas fechas; instalación militar que debió desaparecer al finalizar la Guerra de Sucesión. Ante el temor de un ataque de partidas carlistas, un siglo después (hacia 1835-1837) se alzó definitivamente el castillo aspillerado al amparo de la muralla, al que se incorporó la ermita.

El proyecto y ejecución correspondió al citado Mata y Prats. Sin embargo, “careciendo de toda idea de fortificación, no pudo sujetar el trazado a las reglas establecidas y, por tanto, está lleno de defectos; no pudiendo servir más que como un simple puesto avanzado… (AMAL)”. De ambos se conservan grabado y dibujo en el Archivo Municipal “Adela Alcocer”.

La desaparecida ermita junto al castillo y muralla era de origen cristiano y traza musulmana

En el Diccionario Geográfico de Madoz (1845-1850) leemos asimismo: “Últimamente se ha construido una batería inmediata a la ermita de San Cristóbal, con dos cañones montados”. Fernando Ochotorena (“La vida de una ciudad. Almería siglo XIX”) abunda en el tema: En enero de 1836 abonan los haberes por el montaje de cuatro cañones, procedentes del castillo granadino de La Rábita y destinados a la Alcazaba y al fortín. Dos de ellos fueron sufragados por José Jover, “de fierro y calibre de a seis, con sus cureñas y munición, facilitados para acudir a la defensa de la Plaza”.

El castillo cesó su actividad en agosto de 1855 en aplicación de un decreto del Ministerio de la Guerra por el cual la capital dejó de ser plaza de armas o plaza fuerte. Ordenado el derribo de las murallas, estas pasaron a poder del Ayuntamiento. Salvo el baluarte de La Trinidad, plataforma de San Luis, Torreón del Tiro y “el castillo recién rehabilitado de San Telmo, próximo al fondeadero de Poniente”, reservados para la protección del Puerto.

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