Las cenas de “El Chalet del Gourmet”

Almería

En el verano de 1988 se inauguró un restaurante de lujo en la zona alta de Aguadulce

Las cenas de “El Chalet del Gourmet” / D.A.
José Manuel Bretones

23 de enero 2022 - 06:00

Almería/Hace 34 años, en el verano de 1988, se inauguró el restaurante “El Chalet del Gourmet” en la zona norte de Aguadulce. En esa época, los establecimientos de hostelería con carta empezaban a “comerle terreno” a los clásicos bares de tapas. A base de ingredientes de calidad, buena cocina y esmerada atención al cliente –conceptos que hoy casi nunca van unidos-, los almerienses disfrutaban de una lista de establecimientos cada vez más amplia donde cenar o almorzar. Al margen de los apetecibles “Terraza Carmona”, “Club de Mar”, “Imperial” o “El Rincón de Juan Pedro”, ese cambio de tendencia lo protagonizaron, entre otros, “Las Pirámides”, en la Avenida de la Estación; “Costa Costa”, de Antonio Jesús Fernández; “Veracruz”, en la calle Jaúl; “Ánfora”, de Manuel González Ortega o “Pantagruel”, de Antonio Ibáñez Bonilla.

Pero lo de “El Chalet del Gourmet” era una cosa bien distinta. Se trataba de un lugar con encanto; un sitio envidiable rodeado de árboles, palmeras, césped, flores, estanques con animales acuáticos, pajarillos, fuentes y piscina, en una finca de diez mil metros cuadrados con unas espectaculares vistas a la urbanización y al mar. Además del relajante entorno, allí la definición de degustar un buen plato adquiría un sentido especial, extraordinario, bucólico, casi pecaminoso. Saboreabas unos “medallones de solomillo a las pasas de uva” o una “crema de rape” mientras músicos, como Luis Gázquez, interpretaban melodías amorosas al piano. Un amigo mío decía que llevar a tu pareja a cenar a “El Chalet del Gourmet” era asegurarte el tálamo nupcial. Y si estabas enfadado, la reconciliación. A cenar, porque tardó un año en abrir también a mediodía.

Anuncio día del Padre de El Chalet del Gourmet / D.A.

“El Chalet del Gourmet” nació gracias a la idea empresarial del hostelero Diego Andújar, al empuje de Paqui Tarifa y los socios Joaquín Pérez Hernández y Joaquín Janer. Andújar tenía larga experiencia en el sector de la hostelería por su vinculación a marcas como “Toscana” o “Il Teatro”, por lo que propuso arrancar el proyecto con un máximo de 60 comensales diarios que fuesen atendidos por seis camareros profesionales. Luego, en la cocina, cuatro cocineros elaborarían una carta que, con solo leerla, daba más ganas de comer que la “Kina Santa Catalina” del anuncio de la tele: “Crema de Aguacate al perfume de menta”, “Ensalada trufada con judías verdes y champiñones” …

Cuando se inauguró, el “meitre” era Antonio Grandío que trabajó en un restaurante de postín en Granada y en el Ritz. De allí también venía el “chef”, Jaime Barrufet, responsable de que el público se deleitara con la comida y quien, como buen maestro de fogones, bautizaba con su apellido algún que otro manjar. Por ejemplo, la “Concha de bacalao, señor Barrufet”.

Música en directo, servicio de aparcacoches, salones privados y hasta piscina por si querías refrescarte

Al restaurante había que ir con la faltriquera repleta, pero se compensaba porque recibías detalles y atenciones: una lujosa cubertería, amplios sillones con un confortable cojín, aseos impolutos, abono con tarjeta de crédito, aparcacoches, salones privados, música ambiental, una pérgola preciosa y si querías zambullirte en la piscina te prestaban un albornoz, toallas y zapatillas. Sus primeros comensales fueron los asociados al Colegio de Arquitectos que, animados por su presidente, celebraron un ágape de hermandad. Y “el boca a boca” almeriense comenzó a funcionar.

Por eso, en aquel final de los ochenta, era habitual encontrarse allí con gente pudiente o conocida: empresarios hablando de fondos con directores de banco, bodas de postín y personajes famosos que veraneaban en Almería, cumplían con algún compromiso profesional o tenían parientes en la provincia, como el actor italiano Favio Testi. También solían disfrutar del lugar señores autóctonos, acompañados por señoritas de aspecto eslavo con largas y rubias cabelleras a las que miraban melosamente mientras sonaba al piano “¿Quieres ser mi amante?” de Camilo Sesto. En “El Chalet del Gourmet” compartieron mesa los miembros del jurado y las catorce bellas aspirantes al título de “Miss Caribe 89”, corona que obtuvo la adolescente de 15 años Estefanía Cadenas. “Caribe” era el nombre de una discoteca de Aguadulce, no nos referimos a la paradisíaca región americana.

Anuncio apertura a mediodía de El Chalet del Gourmet / D.A.

“Antena 3 radio” organizó desde febrero de 1989 una tertulia semanal en directo moderada por Antonio Felipe Rubio y la agencia de publicidad “Plataforma”, fundada por Enrique Martínez Leyva, eligió aquel fantástico escenario para celebrar unas cenas con personalidades del cine, la televisión o el periodismo. Yo tuve la suerte de asistir cuando vino Matías Prats Cañete (1913-2004) a quien le confesé que admiraba su portentosa retentiva y, cariñosamente, me lo agradeció recitándome una alineación futbolística del Almería de décadas atrás y sentenciando con su peculiar tono de voz: “Si no tienes buena memoria, seguro que tienes un lápiz y un papel para apuntar los datos y sacarlos de un cajón cuando te hagan falta”. Insuperable.

Y esa fama de que los almerienses se deleitaban con una “alta cocina” en un lugar con encanto llegó hasta la Casa Real. El área de protocolo de los monarcas contactó con el restaurante para que preparasen la cena de los Reyes de España en su visita a Almería del jueves 19 de enero. Fue en el salón noble del Círculo Mercantil y el menú elaborado por Francisco Macías fue el siguiente: “Rillée de salmón, atún fumée y tosta de ibéricos”; “Hortalizas de los Indalos al extracto de caldo”; “Supremas de mero pochado imperio al ibrigo de babaco”; “Sorbete perfumes de apio”; “Pechuga de ave y solomillo de ternera en fricasé”; y “Delicias de higo chumbo Sol de Almería”. Durante veinte años, un articulista local se guaseó públicamente, y cada vez que podía, del nombre que le pusieron al plato de mero. Por cómo lo bautizaron, no por la calidad que fue suprema.

Anuncio por servir comida a los Reyes / D.A.
En enero de 1989 se encargaron de preparar y servir el menú de la cena de los Reyes de España en el Círculo Mercantil

Aquella cena real disparó la satisfacción de los propietarios de “El Chalet del Gourmet” que insertaron anuncios en los medios de comunicación explicando que sirvieron al Jefe del Estado y a su esposa: “Ayer tuvimos el honor de ofrecer lo mejor de nuestra cocina a sus Majestades Don Juan Carlos y Doña Sofía. Nos sentimos orgullosos de haber sido elegidos. Deseamos los mejores frutos para nuestra provincia en esta primera visita Real” decía la publicidad.

Pero lo bueno acaba pronto. Ese lugar con hechizo y glamour una noche cerró sus puertas y ya no las volvió a abrir. No sabemos que habrá sido del chalet ni del gourmet. Ahora, 34 años después, las veladas con olor a jazmines mientras recreabas el paladar escuchando al piano melodías de amor siguen en la memoria de aquellos afortunados comensales.

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