La Catedral de Almería, sembrar para dar fruto

La Catedral de Almería en la vida de … Ramón de Torres López (Arquitecto)

Mis recuerdos, imaginación y una parte decisiva de mi personalidad están relacionados con la Catedral

Entre 1987 y 2009 redacto catorce proyectos para la Catedral, relativos a obras de restauración

La Catedral contó con un proyecto de restauración de Ramón de Torres.
Magdalena Cantero Sosa

06 de julio 2024 - 22:58

Cada uno de nosotros nacemos dotados de unas cualidades y talentos innatos que con el trascurrir del tiempo podemos enterrar o hacer crecer para dar fruto. Esa es la parábola de los talentos en la que un señor entrega distintas cantidades de talentos de plata y a su regreso pide cuentas por el uso que cada uno de ellos ha hecho de las sumas de dinero que les fueron entregadas. La parábola de los talentos nos invita a no ser perezosos ni miedosos, y a poner en marcha en nuestra vida iniciativas valientes, aunque resulten arriesgadas para llevar al límite nuestro verdadero potencial, sembrando cada día para dar fruto.

Ramón de Torres es un buen ejemplo de cómo ha sabido amplificar esos talentos para ponerlos siempre al servicio de la sociedad. Un hombre talentoso que será referente en los libros de historia para todos aquellos que quieran estudiar la transformación de la ciudad a través de señeras obras arquitectónicas.

La ciudad y su arquitectura forman parte de nuestra cotidianeidad, catalizan las emociones y la experiencia humana. Sus colores, elementos, orden, formas, texturas y materiales, componen un escenario que influye en nuestro desarrollo emocional. Como perpetuo caminante urbano encuentro en las plazas, y en las calles intercaladas entre ellas, mi dominio natural. En esa experiencia se produce un doble efecto, el de intensificar la proximidad material con el mundo físico, y el de subrayar el carácter asombroso, extraño y mágico, que a veces tiene lo más cotidiano.

En mi exploración del centro histórico de Almería aparece, en primer plano, la Catedral. Mis recuerdos, imaginación y una parte decisiva de mi personalidad están relacionados con ella y su entorno. Pensar en la Catedral me conduce a una escenificación, a un ejercicio de recordar e imaginar, a una teatralización de la búsqueda del recuerdo, en donde éste parece materializarse y cobrar cuerpo. Constituye una experiencia que resuena con intensidad, de forma perdurable, en mi mente y en mi corazón.

Ramón de Torres López.

Presencia ineludible de la Catedral en el ciclo de mi vida, que arranca con mi nacimiento en la calle Estrella del barrio de la Almedina. Se extiende con mi bautizo en el templo catedralicio, y se prolonga a través de mi relación de amistad con uno de los hijos de la familia Salazar, que habitaba la torre del campanario. Ese compañerismo, que se origina en el colegio San José de la calle La Reina, me permite acceder de forma excepcional, en distintas ocasiones, a la visión aérea de la ciudad celeste desde las cubiertas de la Catedral, y perder la mirada en el horizonte, como niño que sueña con el mar y la aventura.

En mi infancia y adolescencia su plaza se convierte en lugar habitual de juegos, con la Catedral presidiendo el espacio público, transmitiendo su condición, real y simbólica, de elemento fuerte y protector. Esta visión como objeto-emocional, se refuerza y evoluciona tras establecer mi estudio de arquitectura en la plaza Doctor Gómez Campana, próxima al claustro. Allí se abre la etapa de mi privilegiada relación profesional con la Catedral y su entorno, mediante la realización de distintos proyectos de restauración del conjunto catedralicio, de la casa de los Puche, sede de la Hermandad del Prendimiento, y de la casa de mi amigo, el poeta José Ángel Valente.

En el periodo transcurrido entre 1987 y 2009 redacto catorce proyectos para la Catedral, relativos a obras de restauración, de dotación de servicios básicos, de documentación e investigación y planificación. Entre ellos cabe resaltar la redacción del Plan Director y la restauración de las cubiertas, portadas del templo, capilla del Sagrario, limpieza de las fábricas tras el incendio acaecido, la pavimentación, iluminación y dotación de la megafonía del conjunto, la restauración del torreón suroeste y la del claustro.

En ese acercamiento progresivo, mantenido en mi trayectoria vital y profesional, se produce un tránsito, un movimiento, desde el objeto-emocional, al objeto-discurso y al objeto-figura. En ese proceso, la Catedral revela su poder para hablar, comunicar y significar. Se manifiesta como síntesis arquitectónica, como equilibrio entre la técnica, el vocabulario constructivo y la composición. En ese movimiento, la razón conceptual da paso a la razón poética, por la que la arquitectura cobra un valor que radica en su percepción, en su contemplación, en el disfrute de la estética de sus proporciones, que remite a la relación entre armonía y proporción, belleza y matemática.

La razón conceptual y la razón poética se unifican en Ramón de Torres como parte de su experiencia emocional. Una experiencia que acrecienta y mantiene viva, como parte de su proceso de creciemiento personal y de su compromiso social.

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