Castillo de Vélez Blanco, una joya expoliada hace 120 años

Patrimonio

Viajeros románticos llegan a los Vélez y dan la voz de alarma por el estado del castillo

El remedio fue peor que la enfermedad: se vendió a un anticuario francés

Acuarela del claustro del castiilo, la zona más valiosa y bella, pintada ya comenzado el expolio para ayudar a su montaje en el nuevo destino.
José Luis Laynez

28 de julio 2024 - 06:00

Diario de Almería ha informado esta semana del Festival de Música Renacentista celebrado en Vélez Blanco; y como siempre, me ha venido a la memoria el mayor expolio perpretado en la historia de Almería:el claustro y varias dependencia interiores del castillo del marqués de los Vélez, del que se cumplen 120 años. Y no se lo llevaron entero porque el pueblo tomó conciencia de lo que sucedía e impidieron por las bravas que el expolio se completase. Les cuento. En 1505 los Reyes Católicos nombraron al Humanista Pedro Fajardo y Chacón Marqués de los Vélez. Lo primero que hizo fue mandar construir en sus dominios una iglesia (en Vélez Rubio) y su residencia, un castillo-palacio, en lo más alto del cerro desde el que divisaba todas sus tierras. Apenas en una década el castillo estuvo acabado. Si el alzado era majestuoso, su interior nodesmerecía. El Patio de Honor lo formaban dos cuerpos de dobles galerías compuestas por grupos de cinco arcos sostenidos por columnas corintias, todo ello en mármol blanco de la cercana Macael. Sus salones irradiaban lujo: el del Triunfo, con una gran chimenea de mármol; el de la Mitología, con exquisita ornamentación a base de azulejos mudéjares; muebles de nogal, esculturas de mármol, artesonados labrados, paredes cubiertas de tapices; los Miradores, jalonados de arcos y columnas de mármol; y la Torre del Homenaje, un sobrio bloque de piedra en cuyo centro se esculpe el escudo de armas de los Fajardo.

El mirador no se desmontó ya que el pueblo tomó conciencia del expolio.

Los marqueses vivieron en él hasta finales del siglo XVII; pero la lejanía e inaccesibilidad del lugar les hizo pensar en otra residencia. El castillo-palacio quedó abandonado, en manos del servicio y fue ferozmente expoliado durante un siglo. Dicen los lugareños que en cualquier casa antigua del pueblo hay alguna pieza del castillo: tapices, cuadros, ventanas, puertas, frisos, mármoles e incluso el pozo del claustro, recientemente devuelto. Pero esto no era nada respecto a lo que aún le esperaba.

El francés lo compró por 80.000 pts en 1904 y lo desmontó piedra a piedra... hasta que pudo

En el siglo XIX, a los poetas y pintores del Romanticismo les dio por viajar y conocer lugares recónditos; y dieron la alarma sobre el ruinoso estado del castillo de Vélez Blanco. Obviamente lo hicieron para salvarlo pero fue peor el remedio que la enfermedad: la noticia e imágenes llegaron a un avispado anticuario francés apellidado Goldberg que lo compró en 1904 por ¡80.000 pts! Sólo con la venta de la puerta de bronce (foto) las recuperó íntegramente. La puerta se perdió para siempre. Empezó a desmontarlo piedra a piedra, a llevarse los bloques de piedra en carros de bueyes y embarcarlos en el puerto de Cartagena. ‘Sólo’ pudo llevarse dos mil ya que algunos periódicos dieron la voz de alarma. El primero fue ‘El defensor de los Vélez’, que el 18 de febrero de 1904 alertó de lo que sucedía con el castillo. También ‘ElRegional’ de Almería avisó el 27 de mayo:“Palacio que viaja desde Vélez Blanco hasta Francia” y decía que las piedras se desmontaban, no para restaurarlas, como se decía a los vecinos, sino para llevárselas al extranjero. Y al día siguiente: “El castillo de los Vélez, un palacio que viaja”. Ello alertó a los velezanos que lograron salvar parte del castillo... por las malas.

Un claustro muy viajero: Vélez Blanco, Francia y Nueva York

El expoliador francés se llevó lo que pudo (dos mil bloques de piedra, frisos, puertas y esculturas de mármol) por mar a Francia; y en 1913 compró el conjunto el director del MuseoMetropolitano de Nueva York, Bloomental... para hacerse una casa. Nuevo viaje de las piedras. Allí vivió hasta su muerte en 1943, sin hijos ni familia conocida. Podía haber sido el fin del claustro. Pero tuvo la vista de donar el conjunto al Museo que dirigía y todo él fue almacenado en los sótanos porque no cabía en ningún espacio. En 1959 se amplió el Museo para montarlo.Pero aquello era un rompecabeza irreconstruible: bloques de piedra, centenares de metros de frisos y balaustradas, puertas y ventanas que no había manera de encajar.

Claustro del Castillo, en el Museo Metropolitano de NYC.

Además, faltaban la mitad de las piezas que no pudieron expoliar.En vista de ello, el Museo mandó a Almería a Olga Raggio para que consiguiera fotos que posiblitaran montar el puzzle. Olga contactó con el Arquitecto Conservador de la VIIZona del Patrimonio Nacional, el almeriense AdolfoMartínez. Como sólo localizó una acuarela y una foto de un rincón (fotos), recurrieron a planos y fotos de lo que quedaba. En 1964 el claustro quedó montado en elMuseo. Pero la Torre del Homenaje, el mirador de levante, el paisaje velezano y el cielo de Almería, eso se quedó aquí.

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