El caso 'Patricia'

El lado oscuro de Almería

Un vecino de Campohermoso, cliente habitual enamorado de una prostituta de alto standing, puso fin a su agonía de no ser correspondido en su amor acabando a cuchilladas con la vida de la joven

El caso 'Patricia'
El caso 'Patricia'
José Ángel Pérez / Periodista

07 de septiembre 2009 - 01:00

UNO de los casos más complejos y meritoriamente resuelto por la policía almeriense, fue el brutal asesinato de María del Carmen D.R conocida en el mundo de la prostitución de alto "standing" como "Patricia" que ofertaba sus servicios profesionales a través de Internet e insertando anuncios en la prensa local. Curiosamente su asesino no sabía informática.

Su muerte, conocida tras la resaca de la feria de agosto de 1996, conmovió a la sociedad almeriense al conocerse las circunstancias de su trágico fallecimiento, sin que en los primeros días la Policía hubiese logrado esclarecer un caso que a priori se presentaba bastante difícil y complicado.

María del Carmen, murió cosida a puñaladas en su domicilio de la plaza de Ibiza de la capital. Cuando sus familiares, la tarde del 2 de septiembre de 1996 encontraron su cadáver ya en avanzado estado de descomposición llevaba ya nueve días muerta. Se estableció por parte de la Policía y los médicos forenses que el crimen se produjo entre las diez y las once de la noche del 24 de agosto.

Ese día la infortunada muchacha estuvo almorzando en casa de sus padres ajenos totalmente a las actividades de la muchacha ya que según ella trabajaba de modelo.

En su cuerpo, las secuelas de 33 puñaladas, casi todas ellas por la espalda. Sin embargo los posteriores informes forenses determinaron que las heridas no afectaron a ningún órgano vital y murió desangrada tras perder alrededor de unos dos litros de sangre.

Patricia, nació en Melilla aunque llevaba residiendo desde hacía unos años en Almería y en el momento de su muerte tenía 29 años. Al llegar a la vivienda una de las primeras dotaciones policiales alertadas por sus familiares después de haber perdido contacto con ella, los agentes comprobaron que la puerta estaba cerrada advirtiendo un fuerte y nauseabundo hedor relacionado con la muerte, que alertó a los veteranos agentes quiénes una vez dentro encontraron el cadáver de la muchacha tumbado boca abajo en el salón principal de la vivienda.

La televisión del salón estaba encendida. La puerta de la casa no había sido forzada, ni se apreciaron signos externos de lucha o violencia en el piso. No cabía la menor duda de que la victima conocía a su asesino.

En principio la Policía se vio desbordada por la cantidad de datos que fueron encontrando en la agenda electrónica de la muchacha, su ordenador con una importante información almacenada en el disco duro y el registro de las llamadas que Patricia recibía a través de su teléfono móvil. La Policía con instrucciones concretas del juez Nicolás Poveda, pacientemente comenzó a examinar todo el material informático de que disponía la muchacha, revisando cualquier dato que pudiera llegar a ser el hilo conductor que los llevase a resolver el caso.

Mas de un centenar de personas que figuraban en su agenda electrónica, buena parte de ellos clientes, fueron discretamente investigados. El tiempo iba pasando y los funcionarios del Grupo I de Homicidios de la Comisaría de Almería, paso a paso fueron haciendo encajar pieza a pieza el puzzle del asesinato. Y pasaron seis meses.

El 3 de febrero de 1.997, la Policía cerró el "Caso Patricia". Un agricultor de Campohermoso, José Luis Cruz López de 30 años de edad, enamorado de su victima y abrumado por las pruebas presentadas por la Policía acabó confesando el crimen.

Derrotado ante las evidencias, en las pequeñas dependencias del Grupo de Homicidios, José Luis Cruz fue relatando a los agentes, como de ser un cliente ocasional de Patricia, con el paso del tiempo acabó enamorándose perdidamente de ella.

José Luis Cruz, de 30 años, vecino de la barriada nijareña de Campohermoso aunque nacido en Tabernas, figuraba entre los cien sospechosos de la Policía. Por eliminación se pudo llegar hasta él. Una semana después de que se conociese el asesinato de Patricia, agentes del Grupo de Homicidios, desplazados hasta Campohermoso se entrevistaron con el sospechoso, quien de una forma rotunda negó haber mantenido relaciones con la joven asesinada pese a que había claras evidencias de que en varias ocasiones había estado con la fallecida, como quedó reflejado en la agenda de la muchacha.

La negativa de José Luis a admitir que mantuvo relaciones sexuales con Patricia, fue quizás el indicio que alimentó aún más las sospechas entre los investigadores del caso.

Sin embargo, quedaba pendiente un dato importante. El arma homicida no fue hallada por la Policía. Durante su arresto, el presunto autor del crimen informó sobre otros aspectos relacionados con el caso. Tras matar a la muchacha se apoderó de unas 100.000 pesetas que guardaba en uno de sus bolsos, revolviendo después la casa para simular así un robo y desviar las líneas de investigación del asesinato.

Según parece después del crimen arrojó el arma y la ropa ensangrentada, en un contenedor de basura de la calle Artés de Arcos, muy cerca del domicilio de Patricia junto a otros utensilios de limpieza que utilizó para borrar y hacer desaparecer cualquier prueba que pudiese incriminársele. El cuchillo, al parecer lo había comprado horas antes en una ferretería de la calle Artés de Arcos. En otras fuentes se asegura que era suyo, de los que utilizaba en las labores del campo y que ese día lo llevaba consigo premeditadamente.

Para la Policía la intención de matar, parecía clara. Enamorado de Patricia, la joven no le correspondía y el agricultor se sintió rechazado. En poco tiempo gastó en ella una considerable cantidad de dinero, varios centenares de miles de pesetas. Incluso declaró ante el juez, que la prostituta le amenazó con llamar a la madre de éste y contarle la relación sexual que ambos mantenían, pese a que José Luis Cruz permanece soltero.

La detención de José Luis Cruz en Campohermoso, causó una gran sorpresa en ésta barriada de Níjar. Amigos y familiares del supuesto asesino, no creían que hubiese sido capaz de haber cometido un hecho de este tipo y se le consideraba como una persona honrada y trabajadora, gran aficionado a los dardos, al que no se le conocía relaciones con mujeres.

Tras los hechos, la Justicia tuvo la última palabra. José Luis Cruz, condenado por el crimen, cumple condena en la prisión provincial de Acebuche.

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