La entrañable travesía por el Camino Mozárabe de Almería de cuatro peregrinos ciegos

Camino de Santiago

Javier, Concepción, José Manuel y Jordi, fielmente guiados por Ara y Nick, parten de la Catedral almeriense con destino a... a donde las fuerzas les lleven

El grupo peregrino, en la Catedral de Almería antes de su salida.
El grupo peregrino, en la Catedral de Almería antes de su salida. / Javier Alonso

Partieron al alba el pasado sábado 29 y sólo Dios sabe dónde estarán ahora. Bueno, y el Apóstol Santiago tampoco les pierde la pista. Normal, el camino que comenzaron en la Catedral de Almería tiene como meta su tumba, ubicada en la otra punta de España, en Santiago de Compostela.

Los madrileños Javier y Concepción, el granadino José Manuel y el catalán Jordi no son cuatro peregrinos más. Al uso, sí que son unos romeros que llenan la mochila con cuatro prendas personales, cogen su bastón, su vieira y su cantimplora, y echan a andar por las veredas que atravesaban los peregrinos en la Edad Media en busca del campus stellae (en latín, Compostela). Sin embargo, ellos no pueden poner los cinco sentidos en su peregrinación. Ponen cuatro y van tan felices y seguros, o más , que los peregrinos a los que adelantan a lo largo de los diferentes Caminos de Santiago existentes.

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Y es que los cuatro valientes que dieron sus primeros pasos desde la Plaza de la Catedral hacia la calle Lope de Vega, en busca de la Plaza San Sebastián y la carretera de Granada, para abandonar la ciudad por la cuesta de Torrecárdenas, son ciegos. Tres ciegos totales y un cuarto, Jordi, con una visibilidad reducida. La suficiente para distinguir de cerca las flechas amarillas, la dirección de la vieira o el clásico mojón, que eviten las pérdidas. “Y si nos perdemos, nos damos la vuelta y nos reencontramos”, asegura sin complejos Javier, al que se le nota que le va la marcha, los retos difíciles.

El Bajo Andarax, con una flecha que indica el camino que transcurre entre palmeras.
El Bajo Andarax, con una flecha que indica el camino que transcurre entre palmeras.

No quieren verse como un ejemplo, son peregrinos. Y los peregrinos están (estamos, ruego que entiendan la licencia) hechos de otra pasta. Cada cual hace la peregrinación a su manera: más o menos cómoda, más o menos sacrificada, con más o menos kilómetros diarios... No hay un manual del peregrino tipo, pero sí un fin: ser feliz. Es sumergirte en unos kilómetros místicos, donde sobran el móvil, los cascos de música, las tarjetas de créditos, la gomina, las camisetas de marca... En definitiva, es la excusa idónea para pegarle un bastonazo al estrés y los problemas del día a día.

“El Camino es sabiduría, son sensaciones, es aprendizaje diario. Es bonito dejarte llevar, dormir cada día en una cama diferente, comer cada día en una mesa diferente...”, confiesa un Javier que aunque sus ojos disfruten del paisaje, tiene otras virtudes que le permiten conocer las múltiples tierras andadas: “Nosotros percibimos los olores, escuchamos el ruido del agua, el acento de la gente, los silencios...”. De estos últimos hay muchos en el Camino y son sublimes, son el mejor masaje mental que uno puede recibir.

Peregrinos caninos y esenciales en sus vidas

Ara y Nick son los perros guía de la Fundación ONCE de estos cuatro peregrinos. Están adiestrados en centros especializados cuya solvencia y profesionalidad se garantiza por los estándares internacionales marcados por la International Guide Dog Federation (IGDF). La FOPG es el único centro de adiestramiento miembro de pleno derecho de IGDF en España. En la actualidad el perro guía se incluye dentro del concepto genérico y más amplio de perro de asistencia, que engloba a todos aquellos que han sido adiestrados para auxiliar a una persona con discapacidad, apoyándola en aquellos ámbitos de su autonomía personal en los que se ve limitada o facilitando la alerta ante una crisis, en el caso de determinadas enfermedades como epilepsia o diabetes. Los perros de asistencia no deben confundirse con los de terapia.

Por supuesto, los cuatro peregrinos llevan a su cargo ocho patas más, que no necesitan botas de montaña. Se trata de su perros guía, de Nick (un labrador) y Ara (un pastor alemán). Son fieles en su día a día e inseparables en la búsqueda del apóstol. Para un ciego, no hay mejores ojos que los de su fiel amigo. “Los perros nos han evitado infinidad de choques o de caídas. Ellos saben guiarte en la ciudad, en tu vida diaria, pero en el Camino su misión es diferente. Gracias a ellos, vamos siempre por la zona más cómoda del terreno”, que en Almería ha consistido en evitar los cantos rodaos y pisar tierra. Tierra seca y bastante agrieteada, que en su vida ha tenido raíces de césped en sus entrañas.

Javier, peregrino

"Percibimos los olores, escuchamos el ruido del agua, el acento de la gente, los silencios...”

¿Y por qué el Camino Mozáraba desde Almería (hay que recordar que éste sale dirección Granada para enganchar en Mérida con la Vía de la Plata) con la de paisajes verdes que hay en el norte peninsular? Mercedes, de la Asociación Jacobea de Almería-Granada ‘Camino Mozárabe’, tiene buena culpa de esta intrépida aventura. “La conocí en el pasado congreso de peregrinos y me habló muy bien de esta ruta. Hemos hecho muchos caminos a lo largo de nuestra vida y teníamos ganas de probar éste, es distinto a los demás”, asegura Javier que aunque por las mañanas sí que se cala su buen cortavientos y sus prendas más invernales, nota que pasadas las diez de la mañana hay que empezar a quitarse capas de ropa: “Nos avisó Mercedes que la buena época para hacer este camino es ahora. Y conforme nos lo estaba diciendo, ya estábamos planificando cómo venir a Almería para empezarlo. Hace falta poco para animarnos a nosotros a andar”, indica con una sonrisa en los labios. Eso sí, la habían perdido cuando se subieron en el tren Madrid-Almería el último jueves de enero y la locomotora se les rompió antes de cruzar Despeñaperros. ¡Qué nos va a contar a los almerienses, a veces más vale ser peregrino que usar los medios de transporte que comunican a esta tierra!

Atras van quedando flechas, vieiras, kilómetros, bares, albergues, árboles (bueno, de éstos pocos)... La peregrinación prosigue, quién sabe si han llegado ya a la Vía de la Plata o han decidido interrumpir su peregrinación y seguir más adelante. Almería les ha brindado su mejor cara y les ha despedido con la frase más característica: ¡Buen Camino!

Parada para la hidratación de los perros guía.
Parada para la hidratación de los perros guía.

Hacer la ruta accesible a los diferentes colectivos

El trabajo de la Asociación Jacobea de Almería y Granada por su Camino Mozárabe es sencillamente sensacional, tanto por el mantenimiento de la ruta como por la publicidad que tratan de darle para que cada año acudan más y más peregrinos. Mercedes, la presidenta, tiene claro que el próximo reto es ponerse manos la obra para hacer esta ruta accesible a todos los colectivos. Y para ello, nada mejor que acompañar a Javier, Concepción, José Manuel y Jordi estos días, desde la Catedral de Almería hasta la salida de la provincia por la Mojaquera de Fiñana.

“Está claro que el camino es el que es, pero en nuestro espíritu debe estar hacerlo accesible a todos. Accesible de verdad. Eso se consigue empezando por nosotros mismos, los que vemos, andamos, diseñamos, marcamos las rutas, abrimos albergues... Hay que pensar, como en este caso, en los peregrinos invidentes que caminan con su perro o un bastón, o en aquellos que van en silla de rueda eléctrica”, explicaba Mercedes, a los que estos cuatro peregrinos mozárabes le están de verdad agradecidos, no sólo por toda la información que les ha proporcionado, sino que les liberó la mochila de la comida de los perros, puesto que ella se encargó de llevarla los días previos a los albergues, para que se alimentaran los canes a su llegada.

ierra Nevada al fondo, la provincia de Almería ya se iba despidiendo.
ierra Nevada al fondo, la provincia de Almería ya se iba despidiendo.

Además del estudio de los sitios que les han resultado difíciles estos días, la Asociación Jacobea ha contactado con Caminus, de peregrinos en silla de ruedas, que vendrá al Camino Mozárabe para elaborar el primer trabajo de detección de necesidades. “Se dice que el Camino de Santiago es universal por la experiencia que supone entre personas de todas nacionalidades y por los valores fundamentales que emanan de él, como solidaridad, tolerancia, respeto, confraternidad, espiritualidad... Para mí, esa universalidad no llega a ser del todo cierta puesto que hay colectivos de personas con discapacidades físicas, a los que estamos privando de vivir y sentir está experiencia maravillosa”, decía la presidenta.

Pues manos a la obra. El Camino Mozárabe quiere ser un referente entre los peninsulares.

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