La calle Gordito y su plaza de toros

Almería

Dedicada a Antonio Carmona, que ponía las banderillas sentado en una silla; allí se construyó en 1847 el primer coso de la ciudad

Calle Gordito, dedicada al banderillero y torero sevillano Antonio Carmona Luque
Calle Gordito, dedicada al banderillero y torero sevillano Antonio Carmona Luque / D.A.
José Manuel Bretones

11 de febrero 2024 - 07:48

Almería/Llamar a una persona gordo, o gorda, es un insulto. Nadie tiene derecho a mancillar la apariencia física de un semejante. En cambio, si el adjetivo lo convertimos en diminutivo, “gordito”, la cosa cambia. Resulta habitual escuchar a parejas jóvenes o treintañeras referirse entre sí de esa forma tierna y cariñosa. Algunas, abrevian tanto la palabra que terminan llamando al marido, o a la esposa, “Gor”, como el pueblo de Granada o el título de aquella película de ciencia ficción de hace 37 años.

De niños leíamos los tebeos de Bruguera donde el personaje “Gordito Relleno”; era el ejemplo de persona bondadosa, amable y desprendida, lo que le reportaba no pocos problemas. Y “El Gordito” era, también, el apodo que recibió el banderillero y torero sevillano Antonio Carmona Luque (19/04/1838-30/08/1920). Su peculiar forma de entender la fiesta nacional le propició tanta fama que el Ayuntamiento de Almería decidió concederle una calle, detrás del Malecón de los Jardinillos, y nombrarla con su característico apelativo.

Detrás de esta puerta del Patio Gordito se conservan restos de la primera plaza de toros de Almería
Detrás de esta puerta del Patio Gordito se conservan restos de la primera plaza de toros de Almería / D.A.

¿Y por qué esa zona? Pues porque allí, en 1847, se construyó la primera plaza de toros de la capital. Modesta e incómoda, con 28 metros de diámetro y 7 de altura, pero plaza de toros, al fin y al cabo. Hasta 1840 se habían celebrado corridas en la actual Plaza Vieja, pero era necesaria una edificación propia. La historiadora Maribel García Sánchez publicó que ese nuevo ruedo era un anfiteatro circular murado; se le bautizó como “Coso de Belén” y tenía capacidad para 4.000 espectadores. En algunos planos de la ciudad, de finales del XIX, aparecen dibujadas las dos plazas de toros.

Por su parte, el padre José Ángel Tapia Garrido (1914-1992) en “Almería piedra a piedra” especifica que fue construida por Juan José Oña y Francisco Jover e inaugurada el 22 de junio de 1849; después, en 1879, la reformó Caralampio Ayuso y Montero (+1935), concejal y empresario. La barrera tenía grandes tableros; el callejón y la contrabarrera eran de obra con soportes de piedra labrada y el graderío lo formaban cuatro sillares de caliza dura por el lado de sombra y un escalonado de tablones por la parte de sol.”

El ruedo de Belén estuvo abierto al público hasta 1887, poco antes de que inaugurara la actual plaza de toros de la avenida de Vilches. Allí se organizaron dos festejos en memoria de Mariana Pineda Muñoz (1804-1931). Cuando quedó inoperativo, en su espacio se construyeron, tras las inundaciones de 1891, viviendas y calles, como las llamadas del “Escondrijo” o “Circo”. A pesar de ello, aún se mantienen en pie algunos restos de su edificación en el Patio Gordito, pero no son accesibles a los ciudadanos porque una puerta de hierro, casi siempre cerrada, lo impide.

Antonio Carmona “El Gordito”

Antonio Carmona Luque “El Gordito” debutó como banderillero en esa plaza en 1857, dejando al público perplejo al clavar los palitroques en el animal sentado en una silla y al quiebro, con un estilo muy personal. Volvió como torero, vistiendo de verde, el 21 de agosto de 1875 junto al diestro Vicente Villaverde y, como dio una buena tarde cortando la primera oreja de la historia de la plaza, es posible que dejara su apodo a la futura calle. Fue mejor banderillero que matador y en una ocasión, en La Maestranza, el público lo detectó en las gradas y le pidió que saltara al ruedo a colocar unas banderillas a su estilo: sentado en una silla y al quiebro. Salió a hombros. Dicen que falleció a los 82 años siendo millonario y con una estirpe de nueve hijos.

La crónica negra de la calle Gordito

Inutilizada la plaza, Eduardo Pérez Cano fue uno de los promotores de las primeras viviendas de la calle “Gordito”. El 20 de enero de 1913, el Ayuntamiento aprobó la licencia para que, de una vez, construyera seis casitas de estilo almeriense. Luego, en 1925, pidió idéntico permiso Francisco Rubira González y en 1930 Juan García Gálvez. Durante el siglo XX residieron o tuvieron propiedades en la pequeña y recoleta vía Custodio Carrillo Pareja (1945), María Asensio Belmonte, Francisco Felices Felices (1908), Gloria Artés Soler, José Carmona Ortiz o Antonio Cerezuela Ros.

La calle Gordito, como todas, también tiene su crónica negra. En mayo de 1967 un hombre de 57 años que estaba enfermo apareció ahorcado en la vivienda de su suegra produciéndose la natural conmoción entre los moradores. Tres años después, el vecino Joaquín García Galindo, de 74 años, sufrió un gravísimo atropello de una moto conducida por un joven de Cuevas de Los Medinas.

En 1971, la estrecha y pequeña calle fue escenario del crimen de un albañil

Pero la tragedia más grave de la calle Gordito tuvo lugar a las ocho de la mañana del 13 de octubre de 1971. El residente en el número 12, Francisco García Martín, de 39 años y albañil de profesión, procedía a descargar un camión de arena para una obra, cuando el vecino Antonio Sánchez Luengo -jubilado de Renfe- le recriminó que la tierra tapaba su puerta.

La controversia pasó a trifulca y de ahí a agresión. Antonio sacó de repente una navaja y la clavó en el pecho del albañil, a la altura del corazón, sin miramiento alguno. La herida fue tan profunda y de tal magnitud que la pobre víctima ingresó cadáver en la Bola Azul. El agresor se entregó y el juez Salvador Domínguez Martín ordenó su ingreso en prisión. Francisco dejó viuda y tres hijos pequeños.

Mejor suerte tuvo el anciano de 74 años que, el 30 de junio de 1991, tomaba el fresco en mitad de la calle Gordito, junto a su casa. Un sujeto de 25 llamado Ernesto le sacó una faca obligándole a subir a su casa para entregarle todo lo que poseía de valor. El malhechor no tuvo piedad y además de proferir amenazas le ató y amordazó. El valiente abuelo se pudo escapar y gracias a su imagen fotográfica pudo reconocer la cara del malvado atracador en el archivo de la Policía. Y éste fue capturado.

Hoy, lejos ya de aquellas tardes taurinas, la calle Gordito es una travesía de la urbanizada Rambla de Federico García Lorca, a la altura de las aún existentes viviendas del viejo Malecón de los Jardinillos. Conserva un par de preciosas casicas del estilo “puerta-ventana”, aunque hasta 2015 casi toda la calle era de ese peculiar sabor local que, poco a poco y si nadie lo remedia, perderemos de forma irremediable. Como perdimos, hace poco más de un siglo, la originalidad de “Gordito” clavando las banderillas, sentado en una silla, al quiebro y en mitad del ruedo.

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