Bajo el azul celeste de una cúpula etérea
Tuvo un presupuesto de 88 millones de pesetas dentro del Plan Nacional de Instalaciones Sanitarias. Obra del arquitecto Martín José Marcide Odriozola autor del Hospital 12 de octubre
EN los hospitales se produce por igual, y de forma simultánea, la alegría del nacimiento y la tristeza de la muerte. Una paradoja. Los médicos, de algún modo, ganan las pequeñas batallas pero pierden la gran guerra, la definitiva. Y el campo de contienda se produce en los hospitales, que además son los espacios y las atmósferas que vemos por primera vez, pero también terminan por convertirse, tantas veces, en la última experiencia vivida, en los testigos silentes de ese final inevitable.
La Residencia Sanitaria Virgen del Mar (1948-1953) conocida como ‘La Bola Azul’ —podría llamarse ‘Las Bolas Azules’ porque son dos las cúpulas de ese color que la coronan— fue proyectada por el arquitecto Martín José Marcide Odriozola, que estuvo al cargo del Instituto Nacional de Previsión (IPN). Fue autor, entre otros, del Hospital 12 de Octubre o la Residencia Sanitaria de La Paz, ambos de Madrid; o también de las Residencias Sanitarias de Bilbao, La Coruña o Vigo.
Con capacidad para unas 300 camas, ‘La Bola Azul’ se situó en la entonces periférica Carretera de Ronda, junto al Hogar Provincial. Con un presupuesto de 88 millones de pesetas, fue una obra del Plan Nacional de Instalaciones Sanitarias. La empresa constructora ‘Eguinoa Hermanos’ comenzó las obras en agosto de 1948 —de lo que se cumplen ahora 70 años— y se prolongaron hasta la inauguración el 24 de octubre de 1953, en un acto presidido por el entonces alcalde de Almería, Emilio Pérez Manzuco.
La prensa lo definió así: «imponente en su mole, grandioso en su conjunto arquitectónico, con un sabor oriental por la cúpula y una gracia españolista en su decoración», según cuenta Alfonso Ruiz. Ahora se ha publicado el ‘Archivo Pando’ del fotógrafo Juan Miguel Pando Barrero (1915-1992) que custodia el Instituto de Patrimonio Cultural de España (IPCE). El archivo cuenta con 10.700 negativos de sus viajes por España y Marruecos, e incluye un desconocido reportaje de ‘La Bola Azul’ de 1955, que viene a completar algunos detalles sobre lo que de este edificio se ha escrito.
En las fotografías podemos ver imágenes exteriores generales o detalles de la fachada. Pero también los interiores del vestíbulo de acceso donde se pueden apreciar las trazas del pavimento, la decoración de las paredes, las carpinterías donde predomina el vidrio, la cúpula azul desde abajo o el mobiliario original. En otras fotografías se reconoce la fuente situada en el centro del cuerpo octogonal de los quirófanos, o la redundancia de la figura con forma de estrella como motivo decorativo, que se presentaba en los pavimentos de mármol, en las luminarias del techo o incluso en la forma de algunos relojes de pared.
El reportaje lo completan unas fotografías de la Capilla, del Salón de Actos, de las cocinas o de los almacenes. Y, desde luego, unas imágenes de las habitaciones, tanto de alguna individual, como de la mayoría con capacidad para albergar entre tres y seis camas. El edificio de ‘La Bola Azul’, orientado al sur, es de una simetría incontestable. De algún modo, la forma general de la planta tiene unas trazas antropomórficas con una cabeza —donde se sitúan los quirófanos— y un cuerpo con unos brazos, que presenta una planta rectangular horadada por dos patios situados entre el volumen longitudinal de la fachada de acceso y el volumen principal más alto que a su vez tiene adherido a la fachada trasera un cuerpo octogonal situado en su centro.
En sección, el edificio va disminuyendo conforme va ganando altura. Y si bien es una obra moderna, todavía se presenta con cierto clasicismo historicista. El volumen de acceso —que tiene una planta en semisótano y una planta baja— está rematado en el centro por una cúpula de color azul sobre un cuerpo de planta cuadrada en cuyas fachadas se disponen arquillos ciegos.
Dispone de tres entradas: el acceso principal se produce por el eje central que, mediante un puente y una escalera piramidal —que literalmente se desparrama en las tres direcciones— salva la calle que discurre a lo largo de la fachada principal y que permite el acceso rodado al semi-sótano que alberga el lavadero y la cocina, además de Urgencias y el Servicio Mortuorio, que de este modo quedaban ocultos a la vista de la calle. Los accesos de los extremos, también disponen de escalera y puente y permiten el acceso independiente tanto al Salón de Actos como a la Capilla y además permiten la conexión con el volumen principal atravesando los dos patios.
El volumen principal dispone de un nivel de semi-sótano sobre el que se apoyan seis plantas. Un ático retranqueado de la fachada principal y de las laterales —que permite que este volumen disponga finalmente de 8 alturas— está coronado también por otra cúpula azul, de mayor dimensión que su homóloga, pero igualmente situada en el eje de simetría y apoyada también sobre un cuerpo de planta cuadrada. Finalmente, el volumen adherido, dispone de una planta baja con forma de octógono sobre la que se apoyan tres niveles de menor superficie y rematado por esta misma figura, pero de dimensiones todavía menores. Según una reseña publicada en 1960 en la Revista de Arquitectura del Colegio de Arquitectos de Madrid, en la planta baja se disponía la Dirección, Administración y la Sala de Juntas, situándose en los extremos: la Capilla y el Salón de Actos.
En el apéndice trasero con forma de octógono se situaba el ambulatorio. La planta primera estaba dedicada a Medicina General, con dos enfermerías de 31 camas en cada ala, en aquel momento, separados los hombres de las mujeres. Las plantas segunda y tercera, destinadas a cirugía, se disponían del mismo modo que su vecina inferior, quedando el octógono colonizado por cuatro quirófanos. La cuarta planta estaba destinada a Obstetricia y Pediatría, quedando el apéndice para disponer los quirófanos de parto. La planta quinta se destinaba a Medicina General con dos alas de enfermería. Y la planta sexta estaba destinada a la residencia de médicos, con bar y comedor de personal.
Los edificios públicos más queridos son aquellos que terminan recibiendo un sobre-nombre popular. Es el modo que tiene la sociedad de reconocerlos como suyos, de tutearlos. ‘La Bola Azul’ —hoy convertida en un Centro Periférico de Especialidades— fue durante unas décadas un referente hasta que en 1983 se desplazó el epicentro sanitario hasta el nuevo Hospital Torrecárdenas. Pero sigue formando parte de la memoria colectiva almeriense ya que nos evoca los momentos más personales y los recuerdos más íntimos. Quien les escribe, para no ir más lejos, vio la luz por primera vez allí la primera mañana de una primavera: bajo el azul celeste de una cúpula etérea.
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