La bioeconomía, el motor del modelo productivo del futuro

Cajamar marca el camino hacia un sistema más sostenible siendo pionera en la apuesta por este mecanismo, con hechos, y ahora, reuniendo a 54 articulistas de primer nivel internacional

El Centro de Cultura de Cajamar en Almería acogió ayer la presentación del 31 volumen de la colección Mediterráneo Económico. / Fotos: Rafael González
Elio Sancho

12 de junio 2018 - 02:35

"No tomamos la tierra heredada de nuestros antepasados, la tomamos prestada de nuestros hijos". Así reza un conocido proverbio, que resume a la perfección cómo debería ser la relación entre el ser humano y el planeta que habita. Lo que ocurre es que, en muchas ocasiones (demasiadas), la sociedad vive de forma cortoplacista y no piensa en qué clase de Tierra dejará a sus hijos y nietos.

Un importante toque de atención dio ayer Cajamar en este sentido. Un golpe encima de la mesa que viene a refrendar con hechos su política de empresa desde sus orígenes, cuando apostó por la investigación aplicada a la agricultura, con la puesta en marcha de la Estación Experimental de Las Palmerillas, en El Ejido, allá por 1975, que fue llenando de proyectos con la vista puesta en mejorar la productividad y la eficiencia de las explotaciones agrarias, el ahorro del consumo de agua para riego y los ensayos de nuevas tecnologías para dar un salto cualitativo y cuantitativo en el agro.

Esta estrategia genera 2 billones de euros y 22 millones de empleos cada año en la UE

La caja rural ha sido una de las entidades pioneras en apostar por la bioeconomía, ahora tan de moda en muchos círculos técnicos. Y lo hace una vez más, a través de la publicación del último volumen de su colección Mediterráneo Económico, titulado 'Bioeconomía y desarrollo sostenible', un ejemplar que, a través de sus casi 400 páginas, realiza un recorrido por este nuevo modelo productivo, que pone las bases de futuro para implantar un sistema más sostenible. Así se puso ayer de manifiesto en la presentación de la obra, que se llevó a cabo en el Centro de Cultura de Cajamar en Almería, que contó con la presencia de dos de sus coordinadores, Alfredo Aguilar, director de la Task Force Bioeconomy de la Federación Europea de Biotecnología, que fue jefe de la Unidad de Biotecnología en la Comisión Europea hasta finales de 2012; Francisco Egea, profesor titular de Química Analítica de la Universidad de Almería y asesor de la Estrategia Andaluza de Bioeconomía, una política impulsada por la Junta en julio de 2016; no pudo asistir Daniel Ramón, director científico y consejero delegado de Biópolis SL, catedrático de Tecnología de los Alimentos de la Universidad de Valencia y profesor de investigación en el Instituto de Agroquímica y Tecnología de Alimentos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas.

El presidente de Cajamar, Eduardo Baamonde, apuntó que la bioeconomía responde a algunos de los grandes retos a los que se enfrenta la Humanidad en el siglo XXI: demografía, alimentación energía y medio ambiente. Y recordó que en el entorno más cercano la bioeconomía empieza a ser una realidad. En conjunto, sus diferentes ramas generan cada año un volumen de negocio que supera los dos billones de euros y da empleo a más de 22 millones de personas en la Unión Europea. "Si queremos tener una economía que trascienda a las futuras generaciones, se necesita una visión a largo plazo y se requiere políticas e iniciativas que trasciendan el corto plazo, añadió Baamonde, que recordó que hay quien califica la bioeconomía como "la cuarta revolución industrial".

Aguilar recordó que el volumen que ayer vio la luz cuenta con la contribución de 54 autores de diferentes ámbitos y sectores, recordando la importancia de las políticas internacionales en materia de agua, CO2 o los movimientos migratorios, muchos de ellos, consecuencia de no aplicar este modelo productivo. Y recordó que mientras el planeta ha tardado 2.000 años en tener 3.500 millones de habitantes, en apenas 50 años se han superado los 6.000 millones; cifra que pasará de los 9.000 millones en 2050 y que abre la interrogante de cómo se va a alimentar, si habrá seguridad alimentaria suficiente, más allá de la cantidad y la calidad que los países ricos sí se pueden permitir.

En este sentido, Alfredo Aguilar señaló que la bioeconomía es el paradigma para la futura gestión de los recursos, pues es el punto de equilibrio entre los que ignoran lo que está pasando y los que pecan de sobreproteccionismo. Por ello, aboga por invertir en nuevas tecnologías para que haya nuevos sectores que, con esta nueva filosofía sostenible, desplacen a otros que dilapidan los recursos, producir más con menos y exigir acciones más concretas a los políticos.

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