El barco inventado por Almería, encallado en la deriva

El óxido y madera podrida se comen a esta nave musulmana que nunca llegó a surcar la bahía

Sexo en puerto seco

La Faluca, entre el paseo marítimo y el Auditorio, preside un lugar muy visible como para deslucir la imagen turística de la capital, sin leyenda explicativa ni mantenimiento.
La Faluca, entre el paseo marítimo y el Auditorio, preside un lugar muy visible como para deslucir la imagen turística de la capital, sin leyenda explicativa ni mantenimiento. / Javier Alonso

Tocaba agudizar el ingenio y proveer a la capital almeriense de mayores encantos turísticos con motivo de los Juegos Mediterráneos de 2005, cuya conmemoración Almería celebra este año sin recordar, eso sí, aquella réplica encargada a un catedrático de Historia de la Universidad de Granada de lo que podría ser la embarcación hispanomusulmana que otrora surcaba el Mediterráneo. Razón hay para ello porque si volviera a botarse, haría aguas.

Permanece encallada desde 2010 en su particular puerto seco, la rotonda entre el Auditorio Maestro Padilla y el paseo marítimo, un lugar estratégico y de demasiada visibilidad para los visitantes de la ciudad que pueden observar, sin grandes esfuerzos, el penoso estado en el que se encuentra un barco para el cual ni hay una leyenda explicativa.

mástil oxidado.  Sin velas, inclinado y con riesgo de ser vencido por los vientos dado el elevado estado de corrosión que presenta.
mástil oxidado. Sin velas, inclinado y con riesgo de ser vencido por los vientos dado el elevado estado de corrosión que presenta. / Javier A

El casco está podrido, en una especie de lamento que añora hidratación o, al menos, tratamientos de la madera, la cual también presenta múltiples boquetes en los costados de la embarcación y quilla, también con grietas, lo que haría inviable su retorno al mar, porque la iniciativa de sacarla de su amarre del Club de Mar fue igual de fallida que su intento, en 2005, de que navegase por la bahía como barquito turístico.

Un tablón asoma por uno de los ventanucos de la Faluca, cuya madera agrietada implora tratamientos de urgencia antes de que el barco, que costó solo su construcción 180.000 euros, sea del todo insalvable.
Un tablón asoma por uno de los ventanucos de la Faluca, cuya madera agrietada implora tratamientos de urgencia antes de que el barco, que costó solo su construcción 180.000 euros, sea del todo insalvable. / Javier Alonso

Su historia de desastres, desde luego, es para olvidar en el Ayuntamiento de Almería. Costó lo suyo construir esta embarcación y no se tuvo en cuenta que los materiales empleados en esta llamada Faluca Almaraya eran los mismos que se utilizaban en siglos pasados: tablas de madera unidas mediante masilla elaborada con resina, estopa y caña, y velas de lino.

Ya lo advertía quien en 2005 era el concejal de Turismo, Miguel Cazorla: “Necesita estar permanentemente mojándose; mientras estuvo en el Club de Mar todos los días había un señor que se dedicaba a regar la cubierta con agua de mar para que la resina no se estropeara y no se desgarrara la madera”.

Boquetes en los costados y en la quilla.
Boquetes en los costados y en la quilla. / Javier Alonso

Peor aún, porque desde que fuera reubica en la rotonda su deriva se ha convertido también en peligrosa. El mástil, inclinado y a merced de los vientos costeros, se encuentra muy oxidado y con riesgo de desprenderse. De ello alertaba en 2022 el partido Almerienses, si bien la situación no solo sigue siendo la misma, sino que ha empeorado hasta incluso dejar esta nave de ser atractiva para otro deshonesto uso que la llevaba a convertirse en un picadero urbano al que empezó a conocerse como la follaluca de los encuentros sexuales improvisados en Almería.

Atrás quedó también la idea de retornarla al agua de una de las lagunas del proyecto de la Ciudad de la Cultura, que la pandemia guardó en el cajón municipal.

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