Un guardia civil se juega la vida echándose al mar para auxiliar a una familia atrapada en Vela Blanca
Este agente del Servicio Marítimo nadó con fuerte oleaje desde la patrullera S-39 hasta la cueva en la que habían pernoctado portando agua y alimentos para tranquilizar al grupo de seis personas
El rescate este mediodía de seis personas, tres adultos y tres menores, que quedaron atrapados por la climatología adversa en la tarde del sábado en la cala de Punta Negra en Vela Blanca cuando practicaban paddle surf, no ha sido uno más. Si bien a lo largo del último mes ya han tenido que ser auxiliados al menos cuatro bañistas que habían desafiado el oleaje y no podían regresar a la orilla en diferentes playas del parque natural del Cabo de Gata-Níjar, la operación que se inició esta madrugada ha sido, sin duda, la más heroica y arriesgada.
Este tipo de rescates marítimos siempre entrañan peligro por el fuerte oleaje, pero el de hoy ha ido un paso más allá y posiblemente conlleve una solicitud de condecoración para el héroe anónimo que asumió la tarea más difícil en el despliegue del Servicio Marítimo de la Guardia Civil con la patrullera S-39 y una embarcación neumática del Grupo de Especialistas en Actividades Subacuáticas (GEAS). El agente se jugó la vida cuando más fuerte arreciaban las olas contra las piedras y cuevas milenarias en las que se encontraban los rescatados.
No se lo pensó dos veces y se enfundó su traje de neopreno para echarse al mar desde la embarcación a unos 150 metros de la costa cuando le autorizaron con las primeras luces del día, poco antes de las siete de la mañana, con provisiones como agua, alimentos y botiquín por si los requerían los apresados en una de las calas de Vela Blanca. Su presencia fue fundamental para el satisfactorio devenir de la operación que se culminó casi seis horas después con el rescate aéreo en el Helimer 220 de Salvamento Marítimo pasadas las doce y media.
Zarandeado por las olas logró nadar, como el corcho que siempre sale a flote, hasta las rocas en las que permanecían encaramados los seis miembros de una familia que habían visto como una tarde de diversión de paddle surf en este paraíso almeriense se convirtió en pesadilla al quedar atrapados por la fuerte zozobra de las corrientes marítimas. Durante la madrugada el Helimer 220 de Salvamento estaba rastreando el litoral, mientras los agentes de la Benemérita realizaban batidas por tierra y en las patrulleras del Servicio Marítimo, pero al agotar su autonomía el helicóptero tuvo que regresar a la base en el aeropuerto para repostar.
En ese momento, poco antes de las siete de la mañana, fue la patrullera S-39 que también participaba en labores de búsqueda la que divisó a los desaparecidos y a pesar de la climatología aciaga optaron por el desplazamiento de uno de los agentes. Evacuarlos por mar parecía imposible por el oleaje rompiente, de ahí que se volviera a solicitar la presencia de la aeronave de Salvamento Marítimo para intentarlo por la vía aérea. Debido a la dificultad del rescate se realizaron varios intentos desde las embarcaciones, llegando incluso a usar un kayak, pero resultaron estériles.
Y desde el pie de la cueva en la que pernoctaron fueron rescatados los tres adultos y tres menores, con síntomas de frío pero en aparente buen estado de salud. Ya en el helicóptero sus caras de alivio confirmaban que el susto había quedado atrás, había terminado la pesadilla, y una vez llegados al aeropuerto recibieron un chequeo sanitario al ser movilizadas varias ambulancias. Gracias a los anónimos profesionales de la Guardia Civil y Salvamento Marítimo ya están en casa sanos y salvos con la lección bien aprendida, uno incluso con avanzada titulación en navegación, de que en calma de mar no creas, por sereno que lo veas.
Con la mayor celeridad posible se desplegaron todos los medios disponibles, tanto desde el mar como desde tierra, participando en el operativo más de 25 guardias civiles de la Comandancia de Almería. El Servicio Marítimo custodia en la provincia unas 150 millas náuticas de costa, el equivalente a casi 300 kilómetros, con un equipo formado por medio centenar de agentes que en verano ven intensificada su actividad, sobre todo con la creciente llegada de pateras en pésimas condiciones de navegabilidad de las últimas semanas.
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