1986: los anuncios de coches que engatusaron a nuestras familias
Almería
En enero de 2021 se vendió el mismo número de coches que 35 años atrás. En la provincia de Almería, en 1986, se matricularon 8.900 vehículos

Almería/En enero de 2021 los ciudadanos hemos comprado 41.966 vehículos a estrenar, el mismo número que en el primer mes del lejano 1986. Sí, el mismo año en el queEspaña ingresó en la Comunidad Económica Europea y mirábamos al cielo buscando al cometa Halley. 35 años nada menos. Y ese demoledor dato estadístico nos retrotrae a aquella Almería de coches en el tortuoso puente de Rioja e iban en dos direcciones por el Paseo.
Con un salario mínimo de 40.140 pesetas, los almerienses que deseaban adquirir un automóvil tenían las opciones de pagarlo al contado o financiarlo, casi siempre a una tasa superior al 6 %. Y no fueron pocos los que pasaron por los concesionarios para salir pilotando un flamante automóvil: exactamente 8.900 propietarios matricularon sus vehículos en 1986, haciendo pasar las placas de la AL-5527-I a la AL-4327-J. Muchos, no daban de baja al viejo para que el niño o la niña de la casa -aún no había “niñes”- practicaran con el carnet recién sacado.
Y gran parte de culpa de ese elevado número de ventas la tuvo la efectiva publicidad que idearon las grandes agencias. Anuncios que llegaban al consumidor de Almería por TVE –no había otra-, por la prensa escrita y la radio. Lemas y campañas que engatusaron a nuestras familias a favor de una marca y modelo y en detrimento de otras. Luego, habitualmente, la señora de la casa se encargaba de elegir el color de la carrocería, como reconocían los comerciales más bregados del sector, e imponía al clan las estrictas normas de comportamiento durante los desplazamientos: no comer en el interior, no colocar las suelas de los zapatos en los respaldos de los asientos delanteros y cerrar las puertas con suavidad.
Sin duda, la estrella por la que se obnubilaron decenas de almerienses fue el Peugeot 205 cuya publicidad “Contigo al fin del mundo” caló muy hondo. El modelo 309 gustaba mucho aquí y su anuncio “Es otra historia” permitió al concesionario “Mosa” diversificar la oferta para el comprador provincial. Más aún, cuando la campaña se centró en un mensaje enigmático durante octubre para efectuar su presentación el día 309 del año, que fue el 5 de noviembre. Los puntos de venta celebraron esa tarde una fiesta y en el de la capital, dirigido por José López, corrió la cerveza y abundaron los canapés.
Precisamente el 24 de junio de 1986 se inauguró en el levante el concesionario de Peugeot y Talbot. Se llamaba “Vera Motor” y estaba instalado en la Carretera de Garrucha. El local tenía unas cristaleras inmensas con unas pegatinas que decían “Si le importa la tecnología, no la importe” y “La razón y la pasión” y detrás, el impresionante Peugeot 505 que, financiado al 6,75 %, terminaba costando dos millones. Era, también, la época del más modesto “Talbot Horizón”, un modelo destinado a la clase media y que en Almería tuvo aceptación. Su insistente publicidad decía: “Solo un Horizón supera a otro Horizón”.
El Opel Corsa fue un modelo que arrasó en ventas. Su popularidad, apoyada en la campaña “Ingeniería alemana a su alcance”, se amplió cuando salió la versión de cuatro puertas. En Almería lo tenía el concesionario “Indamotor” del Paraje San Silvestre, cuyo delegado era Elías Alonso Campoy. Había otras exposiciones en El Ejido, dirigida por Salvador Acién Lirola, y en Roquetas por Luis Martínez Andújar. En 1986 se matricularon en España, solo de ese nombre, once coches al día, algo menos que el Opel Kadett, que tanto molaba a los jóvenes y que su versión GTI volaba por las carreteras. “Indamotor” tramitó en 1986 la venta de 850 Opel, incluidos el “Ascona” (“Despegue a la nueva dimensión”), el “Rekord” (“El coche en la cumbre”) y el super aerodinámico “Omega”, accesible para unos pocos como así lo dejaba claro el anuncio: “La culminación”. Igual que BMW, cuya serie 5 se comercializaba con el slogan “Eleva el nivel”.
Seat tenía una frase genérica “Cuidamos de su coche, cuidamos de usted” y cada modelo el suyo propio. El Málaga (“Un coche hecho a lo grande”) valía 1.060.581 pesetas y el Ronda (“La magia de la potencia”) 1.041.095 pesetas. El más barato, y que muchas familias almerienses lo compraron como segundo de la casa, era el Panda; valía 668.530 pesetas y su publicidad, alegre e irónica: “Si no tienes la suerte de heredarlo ven a tu concesionario” mientras la tele repetía en sus anuncios que el Panda era “Lo mejor que te puede pasar”.
El Ibiza fue en 1986 el coche más vendido en España, sobre todo por la publicidad de la financiera “Fiseat”. Ésta permitía pagarlo en cuatro años con letras de 20.854 pesetas, tras una entrada de 200.000. Hace 35 años sacaron el modelo de cinco puertas y aquel chulísimo negro SXI que lo promocionaron con la frase “Hecho para su gente”. En Vera lo vendía José Antonio Flores, empresario que también ofrecía los modelos de Volkswagen, capitaneados por el “Golf” y el “Polo”, y los potentes y elegantes Audi, sobre todo el “80” que se promocionaba con “A la vanguardia de la técnica”.
La estrella de Renault era el “R 11”; la publicidad aprovechó escenas de la película “Panorama para matar” de James Bond en la que perseguía al malo en un taxi parisino de ese modelo para venderlo como “Juega duro”. Igual de contundente como la frase del “R 9” que se definía como “Dueño del asfalto”. Estaban también el eterno “Supercinco”, ahora en versión deportiva GT Turbo, los últimos “R 4”, que seguía con el lema “Su belleza es su mecánica”, y el elegante “R 21” cuyo mensaje era “Cazadores de libertad”.
Ford tenía el prestigio de su “Fiesta”, que llevaba años en el mercado. Pero en 1986 se acentuó su publicidad con la campaña “Suéltate” para los nuevos modelos “Balear” “Ghía”, “S” o el fabuloso descapotable “XR2”, a pesar del tirón del “Escort” y sus eslóganes “Fascinante” y “Despierta los sentidos” y del “Orión” (“La conquista del espacio”). En la capital se vendían en la Cuesta de los Callejones y en la zona norte Andrés Díaz Simón, de Cuevas.
Había marcas cuyas ventas eran reducidas. Bien porque el mercado no demandaba sus productos o porque no había suficientes talleres oficiales, como Mazda. Los italianos de Alfa Romero se vendían en Granada y, bajo el slogan común “Escala de valores”, podían adquirirse el “33”, “75”, “90”, “Sprint”, “GTV” o el descapotable “Spider”.
El Citroën BX, con su lema “La fuerza de la razón”, estableció su estrategia en la renovación de su potencia, seguridad y reducción de consumo. Había modelos más baratos del millón trescientas mil pesetas del BX, como el modesto AX cuyo anuncio “¡Genial!” terminaba con la imagen de un niño oriental haciendo la uve de victoria con la mano.
Coches que en 1986 tenían el penetrante olor a nuevo, que se limpiaban todas las mañanas de los domingos, que se adquirieron con la ilusión y el esfuerzo de las familias y que, aún hoy, algunos circulan por nuestras calles pilotados por almerienses ya mayores. Los mismos que, un día, se dejaron tentar por la publicidad y exclamaron desde el sillón del salón de su casa: “Nos compramos ése”.
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