La Almería que se vacía: estos son los 24 pueblos con alto riesgo de despoblación

El 80% de los ciudadanos almerienses viven ya pegados a la costa

Los dos municipios de Almería que no paran de crecer

Municipios de la provincia de Almería con alto riesgo de despoblación.
Municipios de la provincia de Almería con alto riesgo de despoblación. / DDA

La provincia de Almería, donde el 80% de la población vive en la costa y solo el 20% en el interior, es una de las más afectadas por la despoblación en Andalucía. Un informe elaborado por técnicos de la Consejería de Administración Local que dirige José Antonio Nieto, el Instituto de Cartografía de Andalucía, el Centro de Estudios Andaluces y un comité de expertos, con la colaboración del profesor Eugenio Cejudo de la Universidad de Granada, ha analizado la situación demográfica de la comunidad. La investigación identifica 95 municipios andaluces en riesgo alto de despoblación, con Granada como la provincia más afectada, seguida de Almería. Este análisis considera factores como el crecimiento vegetativo, el envejecimiento de la población, la tasa migratoria y la dependencia económica para determinar el grado de vulnerabilidad de cada localidad.

Estos datos del estudio reflejan la difícil situación de muchos pueblos, con un total de 24 municipios en Almería catalogados con alto riesgo de despoblación. Entre ellos se encuentran María, Chirivel, Oria, Líjar, Albanchez, Alcudia de Monteagud, Benitagla, Cóbdar, Lubrín, Benizalón, Bacares, Velefique, Castro de Filabres, Alboloduy, Bentarique, Rágol, Canjáyar, Padules, Ohanes, Las Tres Villas, Fiñana, Alcóntar y Bentarique. Estos municipios han experimentado un descenso constante en su población en los últimos años, siguiendo la tendencia de otras zonas rurales de la región.

Los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) reflejan una tendencia preocupante. Por ejemplo, el municipio de María ha pasado de 1.415 habitantes en 2013 a 1.209 en 2023, una reducción del 14,5%. Chirivel, por su parte, disminuyó de 1.814 a 1.540 habitantes en el mismo periodo, lo que representa una pérdida del 15,1%. Oria también sufrió una caída poblacional, pasando de 2.362 a 2.233 habitantes, una reducción del 5,5%.

Esta tendencia se repite en otros municipios. Líjar vio disminuir su población de 410 a 389 habitantes entre 2013 y 2023, una pérdida del 5,1%. Albanchez pasó de 780 a 682 habitantes, reduciéndose en un 12,6%. Alcudia de Monteagud, Benitagla y Cóbdar también experimentaron descensos significativos, con pérdidas del 11,4%, 12,1% y 5,2% respectivamente.

La Alpujarra Almeriense es una de las zonas más afectadas. Municipios como Alboloduy, Bentarique, Rágol, Canjáyar, Padules y Ohanes han visto disminuir su población de manera constante en la última década. Esta comarca, que comprende 32 municipios, enfrenta un riesgo elevado de despoblación, con seis de ellos en situación crítica y otros tres en riesgo moderado.

Además de la reducción en el número de habitantes, los expertos han analizado la ratio de masculinidad en estos municipios rurales, ya que tradicionalmente el campo ha contado con una mayor presencia de hombres. También se ha estudiado el porcentaje de población dedicada a la agricultura, la altitud sobre el nivel del mar y la renta media, que en muchas localidades no supera los 15.000 euros anuales por persona. Todos estos factores influyen en las dificultades de repoblación, incluso a pesar del auge del turismo rural como alternativa económica.

A pesar de la visión idílica que la pandemia instauró sobre la vida en el campo, el estudio refleja que muchas personas estarían dispuestas a vivir en un pueblo pequeño solo si cuentan con servicios básicos como sanidad, educación, acceso a internet y transporte público. Sin embargo, la falta de oferta de vivienda, el deterioro de parte del casco urbano y la escasez de actividades de ocio y oportunidades laborales dificultan la fijación de población en estas zonas.

Para afrontar este reto demográfico, la Junta de Andalucía ha planteado una estrategia centrada en mejoras fiscales, la promoción del sector agroalimentario y gastronómico, así como el impulso del turismo y el deporte de aventura. Iniciativas de asociaciones locales y la Federación Andaluza de Municipios y Provincias también juegan un papel clave en la dinamización de estas áreas rurales. A esto se suma el esfuerzo por preservar el patrimonio cultural y natural, un activo fundamental para atraer nuevos residentes y visitantes.

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