Una veintena de pueblos de Almería, sin partos en el último año

Las localidades rurales enfrentan un relevo generacional insuficiente, agravando la falta de nacimientos en pueblos como Bayarque y Sierro

La provincia de Almería ya supera los 750.000 habitantes

Imagen de archivo en la que un hombre camina con una bolsa de barras de pan hacia su domicilio.
Imagen de archivo en la que un hombre camina con una bolsa de barras de pan hacia su domicilio. / DDA

05 de enero 2025 - 07:20

La ausencia de nacimientos en algunos municipios de la provincia de Almería, sumada a un crecimiento vegetativo negativo, evidencia el grave reto demográfico que enfrenta la región. La falta de jóvenes y la elevada mortalidad en áreas rurales generan un vacío que pone en peligro la supervivencia de estos pueblos. A medida que las defunciones superan los nacimientos, el futuro de muchas pequeñas localidades almerienses se ve cada vez más incierto. Este fenómeno refleja la persistente crisis de despoblación que afecta al territorio, con consecuencias directas sobre la economía, los servicios y la identidad de estos municipios.

Numerosos pueblos almerienses no registraron nacimientos en 2023, lo que resalta la alarmante falta de población joven que podría garantizar su continuidad. Localidades como Alcóntar, Armuña de Almanzora, Castro de Filabres, Bayarque, Beires, Ohanes, Olula de Castro, Partaloa, Santa Cruz de Marchena, Sierro, Turre y Velefique se suman a la lista de municipios que no vieron nuevos nacimientos durante el año pasado. Esta falta de crecimiento poblacional no solo afecta a la estructura social, sino que pone en evidencia la dificultad de estos municipios para atraer nuevas familias que garanticen su revitalización.

Factores de la crisis demográfica

El crecimiento vegetativo, que muestra la diferencia entre nacimientos y defunciones, refleja una tendencia aún más preocupante en muchas de estas poblaciones. Municipios como Armuña de Almanzora, donde no se registraron nacimientos y las muertes superaron a los nacidos, están viendo cómo su población se reduce año tras año. De hecho, el crecimiento vegetativo negativo se ha convertido en una constante en muchos de estos municipios, acentuando la sensación de abandono y dejadez. El envejecimiento de la población y la falta de relevo generacional se convierten en una amenaza a largo plazo, ya que sin jóvenes que ocupen los puestos de trabajo y mantengan los servicios esenciales, estas localidades corren el riesgo de desaparecer.

La disminución de matrimonios, otro indicador demográfico importante, también está contribuyendo a la caída de la natalidad. Municipios como Benahadux, Benitagla y Fines muestran una baja tasa de matrimonios, lo que implica que el deseo de formar nuevas familias en estas zonas es cada vez menor. Esta disminución de la unión familiar y la falta de hijos intensifican la crisis demográfica, pues sin matrimonios ni nacimientos, el ciclo de despoblación se perpetúa.

Por otro lado, la situación de crecimiento vegetativo negativo se extiende a muchas localidades que, a pesar de registrar algunos nacimientos, ven cómo las defunciones siguen superando a los nacidos. Este es el caso de localidades como Mojácar, donde el crecimiento vegetativo ha sido negativo durante 2023. Aunque las autoridades intentan fomentar el asentamiento de nuevas familias, el contexto social y económico hace que cada vez menos personas se animen a mudarse a estos municipios, lo que agrava aún más la tendencia.

La combinación de estos factores, la baja natalidad, el envejecimiento poblacional y el crecimiento vegetativo negativo, está llevando a muchos municipios a una situación crítica. En localidades donde la población se reduce, los servicios básicos, como la educación y la sanidad, también se ven afectados. Las infraestructuras de transporte, la oferta cultural y las opciones de ocio se ven limitadas, lo que hace aún más difícil atraer a nuevos residentes. Las zonas rurales, tradicionalmente vinculadas a la agricultura y otras actividades económicas, luchan por mantenerse competitivas frente a las ciudades, que concentran más oportunidades laborales y servicios de calidad.

Sin embargo, a pesar de la gravedad de la situación, hay algunos municipios que todavía logran mantener un equilibrio demográfico, como es el caso de Almería capital, que registró 1.657 nacimientos en 2023. Estos municipios más grandes siguen siendo atractivos para nuevas familias, pero esto pone de manifiesto la creciente disparidad entre las áreas urbanas y rurales. Mientras las ciudades siguen creciendo, los pueblos más pequeños se ven atrapados en un ciclo de despoblación, con pocas opciones de recuperación.

Una llamada a la acción

El futuro de los municipios rurales de Almería depende en gran medida de la implementación de políticas que fomenten el nacimiento de nuevas familias y atraigan a residentes jóvenes. Las autoridades deben actuar de forma rápida y efectiva para ofrecer incentivos para la natalidad, mejorar las infraestructuras y promover el empleo en el ámbito rural. La revitalización de estos municipios no solo pasa por frenar la despoblación, sino también por garantizar un futuro sostenible para las generaciones venideras.

El crecimiento vegetativo negativo, combinado con la falta de nacimientos, es un indicio claro de que la situación demográfica en Almería está en una encrucijada. Sin un cambio en las políticas públicas y sin una mejora en las condiciones de vida en los municipios rurales, la despoblación será una amenaza cada vez más real. La provincia necesita un plan integral para asegurar que sus municipios, especialmente los más pequeños, no desaparezcan del mapa y puedan ofrecer un futuro a las nuevas generaciones.

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