La agricultura que viene
La biotecnología liderará las respuestas a los grandes cambios que se avecinan en la manera de alimentarse y en las necesidades que presentarán los cultivos del futuro
El futuro ya está aquí. El agricultor ya no puede sobrevivir solamente cultivando pimiento o tomate en función de que la campaña anterior le fue bien o cambiar a pepino y calabacín porque estos dos le fueron mal. No. El sector agroalimentario es mucho más complejo y cuanto antes se tome conciencia de ello, se ganará tiempo y se mejorarán los márgenes de rentabilidad en todos los eslabones de la cadena alimentaria, incluido el más débil, el productor.
La sociedad ha cambiado y lo hará aún más de la mano de las nuevas tecnologías. Se han modificado los gustos, las tendencias y los tipos de familia en los hogares, y con ello la forma de consumir alimentos. Esto afecta a todo el engranaje agroalimentario. Las grandes cadenas de distribución harán sus pedidos en función de estos cambios en la demanda del consumidor, cuyos gustos avanzan hacia productos más nutritivos, saludables, fáciles de cocinar o listos para consumir, respetuosos con el medio ambiente (conlleva optimizar las huellas de carbono e hídrica), cómodos de comprar (también cambiará, aún más, la forma de hacer la compra)...
Más allá de los actuales problemas que asfixian al agro almeriense, con la preocupante necesidad de agua a la cabeza por culpa de la sequía y la falta de recursos alternativos en forma de desaladoras (a un precio asequible) o depuradoras, los agricultores deben tomar conciencia de que en el futuro a corto y medio plazo, han de modificar su forma de producir frutas y hortalizas en función de las tendencias que se avecinan.
Deberán tener en cuenta el auge de los productos hortofrutícolas mini, que en formato snack, se ofertarán en máquinas de vending, por separado, o en ensaladas ya preparadas y listas para aliñar y consumir; cultivos con más sabor para el usuario medio y, sobre todo, para el gourmet y la alta cocina; y agricultura ecológica, que viene creciendo en los últimos años de forma vertiginosa y lo hará aún más debido a la gran preocupación por consumir productos más saludables.
También afectará a otras partes de la cadena, pues se desarrollarán nuevos formatos de producto y de embalaje que faciliten la logística, la compra y el consumo final. Las casas de semillas tendrán que virar (ya lo están haciendo) su trabajo de investigación hacia el desarrollo de nuevas variedades más resistentes a plagas y virus y, sobre todo, a la sequía, además de continuar ofreciendo producto con mejores rendimientos en productividad (kilos por metro cuadrado), mejorando las propiedades organolépticas, principalmente, el tamaño y la gama de colores.
La industria química también ha de dar un paso al frente y los productos fitosanitarios deberán garantizar la seguridad alimentaria, como vienen haciendo hasta ahora, y cuyas materias activas sean cada vez menos agresivas, al igual que ocurrirá con los fertilizantes, de ahí la importancia que tomará en la agricultura del futuro la biotecnología, que estará llamada a liderar los grandes cambios que se avecinan.
La investigación y posterior transferencia del conocimiento al sector será, como viene siendo desde hace años en el sector agroalimentario, una de las claves fundamentales para mejorar la productividad y, a la postre, la competitividad del campo. En este sentido, Almería cuenta con varios 'polos de investigación', entre los que destacan la Fundación Cajamar, a través de la Estación Experimental Las Palmerillas, puesta en marcha en 1975; la Universidad de Almería, a través del Centro de Investigación en Agrosistemas Intensivos Mediterráneos y Biotecnología Agroalimentaria de la Universidad de Almería (Ciaimbital) y de la Finca UAL-Anecoop; el Centro Tecnológico de la Industria Auxiliar, Postcosecha y Envasado Hortofrutícola de la Fundación Tecnova; y el Instituto de Investigación y Formación Agraria y Pesquera (Ifapa), dependiente de la Consejería de Agricultura, que en Almería cuenta con un centro en La Mojonera, referente en cuatro áreas: protección vegetal sostenible, genómica y biotecnología, agricultura y medio ambiente e ingeniería y tecnología agroalimentaria, y el Centro Náutico-Pesquero de Almería, en la capital.
En el ámbito privado, la compañía almeriense Kimitec Group, que dirige Félix García, ha apostado muy fuerte por un modelo biotecnológico y prevé levantar el mayor centro de biopesticidas y biofertilizantes de España, en el que estima que invertirá cerca de 40 millones de euros y se ubicará en Vícar; estas instalaciones se enfocarán a la agricultura (biopesticidas y biofertilizantes); a la ganadería, a través del desarrollo de probióticos que eliminen, por ejemplo, el uso de antibióticos; y a los humanos, con la creación y diseño de alimentos funcionales.
Almería está haciendo los deberes, prácticamente, en todos los ámbitos. Ahora hace falta que el resto de factores acompañen, el más importante, la garantía de suministro de agua a un precio asequible.
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