Los acuíferos de Almería siguen en números rojos
Los planes hidrológicos y el informe de Greenpeace identifican 26 masas de aguas subterráneas y más del 62% están en mal estado por falta de control y sobreexplotación
Las masas de agua subterráneas siempre han sido la cenicienta de un ciclo integral con inversiones millonarias en desalar, depurar y trasvasar. Ignorados, maltratados y abandonados por un desprecio de las políticas hídricas que han puesto el foco prioritario en las aguas superficiales, los acuíferos vienen sufriendo un importante deterioro en las últimas décadas que pone en peligro el futuro de la producción agrícola y ganadera, así como del abastecimiento en nuestro país. Esa desatención de las administraciones está pasando factura y cada vez son más lo que se encuentran sobreexplotados y contaminados, algunos de forma irreversible. Los últimos datos del Ministerio de Transición Ecológica, el porcentaje de masas de agua subterránea que no se encuentra en buen estado ha empeorado tres puntos en los últimos seis años.
El informe de Greenpeace SOS Acuíferos ha radiografiado esta problemática creciente en España, cada vez más acuciante por la emergencia climática, y ha cifrado en un 44% los acuíferos en mal estado desde un punto de vista cuantitativo, lo que se traduce en un retroceso de las reservas de agua al extraer más de las que repone el ciclo natural, y químico, teniendo en cuenta si el nivel de contaminación estaría por encima del recomendable para la salud, sobre todo por la presencia de nitratos, plaguicidas, metales... Esta radiografía cimentada en los análisis sobre el terreno y los planes hidrológicos de tercer ciclo (2022-2027) dibuja un mapa en la provincia mucho más alarmante, si bien el mal estado de las masas de agua no es nada nuevo.
Desde hace décadas la sobreexplotación de los acuíferos se ha enquistado como uno de los grandes retos del sector agroalimentario en Almería cuyo espectacular desarrollismo socioeconómico bebe de los flujos de vida subterránea en zonas del Poniente, Tabernas y Níjar. A pesar de la optimización de los recursos y las inversiones millonarias en desaladoras y depuradoras, los acuíferos están en números rojos. Y la mejor evidencia son los pocos manantiales que siguen con vida. La mayoría se han secado porque el nivel del agua está por debajo de la cota de salida. Son los grifos de los acuíferos y en los últimos años se han ido cerrando en lugares en los que nunca faltaron como el río Aguas, Los Vélez y Tabernas.
Nada menos que un 62% de las 26 masas de agua identificadas en Almería en las dos cuencas, la del Segura y Mediterránea Andaluza, se encuentran en mal estado cuantitativo y químico. Desde hace años se han producido varios avances, sobre todo en el Poniente donde se está corrigiendo la sobreexplotación, pero Almería sigue siendo una de las provincias del país con peores indicadores en los acuíferos. En el informe de Greenpeace se detecta una situación preocupante en 16 de las 26 reservas subterráneas. Un mal estado global, en volumen y por la contaminación, en 14 de las 22 masas de agua de la Cuenca Mediterránea Andaluza ubicadas principalmente en las comarcas de Tabernas, Almanzora, Campos de Níjar, Andarax, Campo de Dalías y Sierra de Gádor.
Estos acuíferos sufren un descenso piezométrico insostenible por las extracciones, la mayoría lastrados por intrusión salina y algunas como las que se localizan en zonas agrícolas del Poniente y Níjar por contaminación de nutrientes. Las que presentan indicadores favorables se concentran en Sierra de los Filabres y Sierra Alhamilla. En cuanto a la Cuenca del Segura, los acuíferos en peor situación se localizan en las sierras de Almagro y las Estancias en contraposición al buen estado de las masas de agua subterráneas de la comarca de Los Vélez. “Almería es una de las provincias con más problemas de cantidad y calidad de las aguas subterráneas porque prácticamente no tenemos superficiales, los embalse de Cuevas y Benínar son testimoniales”, explica el profesor de la Universidad de Almería y presidente de la asociación Acuíferos Vivos, José María Calaforra. Y la explicación es bien sencilla: “La demanda que tenemos es muy superior a los recursos disponibles”.
Y señala con resignación a los olivares superintensivos del campo de Tabernas que están detrás del ecocidio del Río Aguas con una sobreexplotación superior al 400%. El manantial vertía más 40 litros por segundo y hoy no llega ni a 15. Calaforra entiende que hay que seguir mirando a las fuentes no convencionales como la desalación o la reutilización de aguas, que es la gran olvidada en Almería. El mejor ejemplo es la EDAR de Roquetas que lleva sin ponerse en marcha desde 2008. También reclama más control de los acuíferos para saber cuánta agua queda y se puede emplear. “Aquí no tenemos apenas sensores piezómetros que nos indiquen el estado de las masas, debería ser como un río que se mide con su caudal ecológico”. Es, precisamente, una reivindicación de Greenpeace que entiende que sin herramientas de control no se puede conocer el agua disponible para garantizar su capacidad de regeneración.
El responsable de la campaña de los acuíferos de Greenpeace, Julio Barea, asegura que “es evidente que España ha descuidado y sigue descuidando sus aguas subterráneas” y señala directamente a la esquilmación de los recursos por parte de la agricultura intensiva. “Tenemos que apostar por un modelo agrícola más sostenible, no se pueden mantener tres cosechas al año”, argumenta al tiempo que recuerda que no siempre se puede disponer de los trasvases. En este sentido, Julio Barea detalla que la recuperación de los acuíferos sobreexplotados es difícil, pero lo es más aún, y requiere largos plazos, cuando están contaminados por el impacto de nutrientes asociados a un exceso de nitratos por fertilizantes orgánicos, plaguicidas y pesticidas, sulfatos y por intrusión salina que se produce cuando se produce un exceso de extracción en los acuíferos costeros dando pie al cambio de flujo por agua salada.
Calaforra mantiene que el agro almeriense, que está cimentado en un modelo familiar, ha tenido siempre un uso sostenible de los recursos, si bien son denunciables otro tipo de prácticas como riegos superintensivos de los fondos de inversión que se han hecho con los campos de olivos en Tabernas. El presidente de la Federación de Regantes de Almería (Feral) y portavoz de la Mesa del Agua, José Antonio Fernández, destaca la mejoría de algunos acuíferos en los últimos años como el del Poniente con el que vienen trabajando. Desde que entró en funcionamiento la planta de Balerma se han ido reduciendo las extracciones, a lo que también contribuye las nuevas tecnologías que se han ido aplicando a los regadíos e invernaderos.
“Estamos trabajando en su recuperación, cada año se dejan de extraer 30 hectómetros cúbicos y hay datos que avalan su mejora en calidad y cantidad”, ha explicado en base a la monitorización permanente del Poniente. Y confía en una evolución favorable en Almanzora y Levante cuando se arregle la desaladora de Villaricos y se amplíe la de Carboneras. Feral reclama infraestructuras hídricas que permitan fijar el agua cuando llueve como la reforestación de la Sierra de Gádor y levantar diques en las ramblas para que se filtren las correntías a los maltrechos acuíferos. “Llevamos más de 50 años de riego por goteo y con tecnología de vanguardia para optimizar al máximo los recursos, somos los primeros interesados en revertir la situación de sobreexplotación histórica”, argumenta. Los regantes necesitan un esfuerzo inversor del conjunto de las administraciones públicas para seguir avanzando en la regeneración de los acuíferos.
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