Víctor Matellano y el fantaterror

Almería

"Echo de menos a Paul Naschy. Porque nos veíamos y hablábamos mucho, de todo. Era muy culto, sufría mucho, y luchó siempre por el género"

Víctor Matellano y el fantaterror
Víctor Matellano y el fantaterror / Rubén García Felices

Almería/Aprovechando que el pasado 30 de octubre visitó Tabernas Víctor Matellano para recoger su premio-homenaje “Spirit of the West” y pronunciar un breve discurso en el Almería Western Film Festival (AWFF) 2022, visité Fort Bravo – Texas Hollywood para poder conocerle en persona y entrevistarle, puesto que soy un gran admirador de su trabajo. No pude evitar la tentación de hacerme unas fotos junto a él, y de paso aproveché y le di para que me firmara una copia de la película Vampus Horror Tales. Víctor Matellano García, natural de Madrid y vecino de Colmenar Viejo, es uno de los directores de cine fantástico y de terror españoles con una de las trayectorias más interesantes dentro del cine de género actual. Con El valle de Concavenator, su último documental, fue seleccionado a concurso en “Sitges Documenta” en la 55º edición del Sitges - Festival Internacional de Cine Fantástico de Catalunya. Su anterior obra obtuvo el Premio Especial del Jurado en la 11ª Setmana de Cinema Fantàstic i de Terror de Girona. Matellano es el director y guionista de las películas (largometrajes) de terror y fantástico Wax (2014), Vampyres (2015), Parada en el infierno (2016) (un wéstern con elementos de terror) y Vampus Horror Tales (2020); así como de los cortometrajes La cañada de los ingleses (2014) y Llámame Vampus (2018), entre otros. Asimismo, es el director de los documentales largometrajes Zarpazos! Un viaje por el Spanish Horror (2013), Regresa El Cepa (2019), Mi adorado monster (2021) y El valle de Concavenator (2022), al igual que del documental cortometraje Paisajes para después de una guerra (2020). Entre sus obras teatrales dirigidas cabe destacar "Danza de la muerte" (anónimo siglo XII) y "Una vida en el teatro" (David Mamet). En cuanto a libros, hasta la fecha ha escrito una treintena de libros entre individuales y colectivos, incluyendo sus libros propios Spanish Horror (con presentación de Christopher Lee y prólogo de Paul Naschy, segunda edición, 2017), Terror en el Museo de Cera (que incluye el guión inédito "Horror en el Museo de Cera" de Paul Naschy, 2017) y Spanish Exploitation. Sexo, sangre y balas (con prólogo de Alaska, 2011). Entre sus últimas publicaciones se encuentra Colin Arthur. Criaturas, maquillajes y efectos especiales (con prólogo de Ray Harryhausen, 2013). Además es el editor de los libros ¡Clint, dispara! La trilogía del dólar de Sergio Leone (2012) y Espartaco. Edición especial 50 th (2009).

R. G. F.: Víctor, cuéntame cómo surgió tu fascinación por el género cinematográfico de terror.

Víctor: ¿Has jugado alguna vez con recortables? ¿Verdad? Los niños de ahora juegan con elementos más sofisticados, pero los de entonces dibujábamos y recortábamos las figuras de nuestros personajes. En mi caso, dibujaba a cuatro de los monstruos más clásicos: Drácula, la criatura de Frankenstein, el hombre lobo y la momia. Lo hacía de muy pequeño. E intentaba que me dejasen ver las películas que programaba Narciso Ibáñez Serrador en Mis terrores favoritos. Casi nunca me dejaban, era muy crío, pero intentaba verlas por la rendija de la puerta del salón. O me las contaban al día siguiente en el colegio, los amigos más mayores. ¿Por qué este interés? Supongo que jugar con miedos ficticios y controlados, ayuda a olvidar los propios. Esa es la clave del triunfo de todo lo que tiene que ver con el terror como centro de interés.

R. G. F.: ¿Cuándo eras escritor (antes de dirigir el documental Zarpazos! Un viaje por el Spanish Horror en 2013), pensabas que acrecentarías tu propia popularidad como cineasta, que habría gente que iría a El Corte Inglés a comprar un blu-ray de Vampus Horror Tales (2020)?

Víctor: La verdad es que en todo este proceso me he dejado llevar. Lo de dirigir me parecía algo lejano, sólo destinado a unos privilegiados, y nunca pensé, ni deseé que se fuese a producir. Me dediqué a escribir, al teatro profesional después, y más tarde a la ayudantía en cine y televisión. Y trabajando, con persistencia, muchas veces sufriendo, se ha producido la cadena. El día en que la revista americana Fangoria reseñó Zarpazos! Un viaje por el Spanish Horror, y el mítico Charles Band estrenó una noche de Halloween, Wax, mi primer largo de ficción, en Estados Unidos, todo eso antes de que se viesen en España, entonces pensé que estaba cumpliendo sueños.

R. G. F.: Me gusta el personaje de Vampus por su vena siniestra y cómica a la vez. ¡Saturnino García lo interpreta de miedo! ¿Pensaste en él para el papel o cómo llegó al corto y posteriormente al largometraje?

Víctor: Vampus se relaciona con lo anterior. Desde mi preadolescencia soy consumidor de los cómics de la Warren, Creepy, Eerie, Vampirella,... Y Vampus se basa en todos esos mundos. Necesitábamos nuestro propio presentador, enterrador, malhumorado, criminal, mezcla de lo anglosajón de Robert L. Stevenson y el humor negro español. Y mi querido Saturnino García podía interpretarlo a la perfección, y de hecho lo hace con un punto muy equilibrado entre el humor y el horror, es un gran actor. Estoy muy contento con el trabajo de mis compañeros codirectores de Vampus Horror Tales, y con el empeño en la producción de Erika Elizalde.

R. G. F.: Sé que ya te lo han preguntado con anterioridad, pero yo también insisto porque tengo curiosidad por saberlo, ¿es posible que Vampus sea el origen de una franquicia en España?

Víctor: Ojalá. Nació para ello.

R. G. F.: El tuyo es un cine de personajes dignos de aparecer en pesadillas. ¿Qué tanto de ti hay en ellos?

Víctor: Supongo que en todos los personajes que creo, hay parte de mí. Yo soy muy pacífico y tranquilo, quizá saco la parte que necesito soltar, a través de ellos, quién sabe.

R. G. F.: Tu primera película de ficción fue Wax (2014), un homenaje a todo el género de terror. ¿Recuerdas el momento y las sensaciones que experimentaste cuando te enfrentaste a tu primer largometraje como director?

Víctor: Se cumplen ahora diez años del rodaje de Wax. Fue para mí como una fiesta de cumpleaños en su escritura junto a Hugo Stuven, lo mismo que en su planificación y su rodaje. Y, por otro lado, fue mi particular Vietnam en su postproducción. Con ella aprendí que no siempre me van a dejar hacer la película que quiero hacer. Y no es lo que quería, salvo en parte. Pero ahí está la película, la tengo mucho cariño, y agradezco al cielo haberla podido realizar, aunque al igual que con el resto de mis películas, no la he vuelto a ver.

R. G. F.: Háblame del elenco de Wax.

Víctor: Para mí, la esencia de las películas son los actores y las actrices. Aquí tuve en el reparto a Jimmy Shaw, Denis Rafter, Yolanda Font, Almudena León y a Alito Rodgers, entre otros. Muy queridos todos ellos. E incluso conté con la voz de mi añorado Paul Naschy, ya entonces fallecido, puesta en un animatronic. Y, sobre todo, tuve a Jack Taylor, que compone un villano maravilloso. Taylor, aparte de un gran amigo, es, probablemente, el mejor actor con el que he trabajado nunca. Tuve oportunidad de que ese personaje lo interpretase otro actor muy afamado, establecido en Hollywood, pero nunca me imaginé entonces a otro intérprete para Knox que no fuese Taylor. Y luego estaba Geraldine Chaplin, qué te voy a contar. Con ella me pasó algo maravilloso. Íbamos juntos por el pasillo del estudio al set, y le dije: "estoy nervioso, el primer plano que ruedo de mi primera peli es contigo". Me tomó la mano y me dijo: “¿Lo notas? Yo también tengo inquietud. Que nunca se te pase esa sensación”.

R. G. F.: Cuéntame algo que la gente no sepa de tu siguiente largometraje, la película Vampyres (2015).

Víctor: No sé cuánto he contado de esta película. Nace inicialmente como la ilusión de hacer algo con mi querido José Ramón Larraz. Íbamos a rodar un guion suyo sobre el demonio, mucho más sencillo, pero después hablando, me comentó las cosas que cambiaría de su película Las hijas de Drácula, si la volviese hacer. Y ahí comenzamos con la idea de hacer una revisión de esos mundos. Íbamos a codirigir, después él enfermó y me dijo que dirigiese yo, y le dejase estar a su lado. Y finalmente falleció, tras rodar el teaser del proyecto. Esa película es un milagro, porque se hizo en muy poco tiempo, con un equipo muy joven pero muy volcado, en localizaciones que distaban hasta setenta kilómetros entre sí. Por ejemplo, la casa de las vampiras, que parece una unidad, está rodada en cuatro sitios diferentes de dos provincias. Lo mejor, volver a rodar con Caroline Munro, a quien tanto quiero y admiro. Y con el resto del reparto y con mis vampiras, Marta Flich y Almudena León.

R. G. F.: En 2017 estrenaste en Almería Parada en el infierno (Stop Over in Hell), tu tercera película de ficción. Se presentó durante el transcurso de la clausura de la V edición del Almería Western Film Festival (AWFF) en el Teatro Municipal de Tabernas. Rodada íntegramente en España, en localizaciones de distintas ciudades, incluyendo Almería, este wéstern con tintes de terror, según la crítica, supuso un planteamiento moderno y actualizado de los viejos mitos del cine del Oeste. ¿Me puedes explicar por qué esto es así? ¿Y qué recuerdos tienes del rodaje de la película y del festival?

Víctor: Fue una iniciativa de Antonio Durán, una idea que me cuenta preparando Vampyres, y que después pasamos a guión junto al almeriense Juan Gabriel García. Nos apoyó desde el principio el gran Enzo G. Castellari, buen amigo, quien terminó por hacer un personaje en la película. Después, Andrés Acevedo tiró para adelante con la producción ejecutiva, y la puso en marcha. La idea era doble: volver a la ambientación y los mundos del wéstern, pero contar una historia de secuestros que podría ocurrir hoy en día, una reflexión sobre el poder y la violencia. Y lo actualizamos con una música muy rompedora. Si, es un thriller en el Oeste, o digamos un weird western. La verdad es que todo era un atrevimiento, ya que hacía décadas que nadie se arriesgaba a rodar un wéstern en España, y estrenarlo en cine.

R. G. F.: Paul Naschy es sin duda mi actor favorito del fantaterror español. Compartisteis unos cuantos proyectos cinematográficos juntos. ¿Cómo era trabajar con él, y cómo era él dentro y fuera del plató?

Víctor: Echo de menos a Paul. Porque nos veíamos y hablábamos mucho, de todo. Era muy culto, sufría mucho, y luchó siempre por el género. No trabajé con él como tal en ninguna película, aunque le acompañé a rodajes, y por ejemplo pude verle transformarse en hombre lobo haciendo Licántropo: El asesino de la luna llena (Francisco Rodríguez Gordillo, 1996). Ahí, contemplando cómo se miraba al espejo en maquillaje, me di cuenta de la autenticidad de todo. Sí que le dirigí en teatro, en el espectáculo La danza de la muerte, y era muy disciplinado trabajando, muy amable con el equipo.

R. G. F.: Si tuvieras que presentar tu libro Spanish Exploitation. Sexo, sangre y balas (T&B Editores, 2011) a los lectores del Diario de Almería, ¿con qué palabras lo harías?

Víctor: Es un popurrí, de las películas españolas que miraron géneros foráneos. Y de otras que se convirtieron en géneros dentro de los géneros, repitiendo esquemas una y otra vez. Lo que se ha llamado "cine de explotación", aunque quizás, como decía Larraz, "todo el cine es explotación".

R. G. F.: ¿Cómo es que Alaska escribió el prólogo?

Víctor: A Alaska le gusta todo ese tipo de cine y más el de terror. Por eso su grupo se llama Fangoria, en honor de la revista americana del mismo nombre. Después lo ha comentado y demostrado en mi documental Mi adorado Monster (2021), y recientemente, trabajando juntos, en la instalación Wax Horror Experience del Museo de Cera de Madrid.

R. G. F.: ¿Y en qué se complementa este libro tuyo con tu otro libro titulado Spanish Horror (T&B Editores, 2009 / Segunda edición, 2017)?

Víctor: Spanish Horror en sí mismo es una entidad. Es maravilloso que, en esos tiempos de la dictadura en España, con el landismo y las películas con Paco Martínez Soria y Lina Morgan, se dedicasen a rodar películas de género fantástico, sobre todo para el exterior. Y eso llega, con diferencias, hasta hoy. Un placer enorme que Christopher Lee y Paul Naschy me hiciesen la presentación y el prólogo, respectivamente.

R. G. F.: ¿El fantaterror de Víctor Matellano en qué se caracteriza?

Víctor: No sé si he hecho fantaterror, o fantástico, o terror con comedia. Siempre he tenido la voluntad de que mis películas sean diferentes, no tienen que ver entre sí. Y, de hecho, a veces no tengo claras las fronteras entre ficción y documental, por eso tampoco podría definir Mi adorado Monster.

R. G. F.: En los últimos años, el cine fantástico y de terror se encuentra experimentando un nuevo gran auge. ¿A qué crees que es debido?

Víctor: El género siempre ha estado ahí. La residencia o La noche de Walpurgis (León Klimovsky, 1971) fueron en su día películas más taquilleras que las comedias, y después ha pasado con El Orfanato (Juan Antonio Bayona, 2007), etcétera. Vuelvo a reiterar que el público necesita jugar con un terror controlado, para soltar adrenalina y olvidar sus miedos reales.

R. G. F.: Háblame sobre El valle de Concavenator (2022), tu último largometraje dirigido.

Víctor: Creo que El valle de Concavenator no se parece a los anteriores documentales que he hecho. En este caso, la dinomanía nos da paso a hablar de dos personajes reales únicos, que se han relacionado con seres legendarios que llegaron o no a existir, los dinosaurios y los dragones. Y a partir del descubrimiento del dinosaurio Concavenator y de El valle de Gwangi (1969), un weird western de Harryhausen, rodado también en Almería, por cierto.

R. G. F.: No puedo terminar esta entrevista sin preguntarte por tus próximos proyectos. ¿Se te verá pronto dirigiendo una nueva película de terror? ¿En qué proyectos andas metido últimamente?

Víctor: Siempre estoy con proyectos, de todo tipo, ojalá lleguen a buen puerto. Y el terror, bueno, ahí está siempre.

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