¡Vamos pá Sayso, chiquilla!

Almería

“Galerías Sayso”, en la Plaza de San Pedro, popularizó en los setenta y ochenta el uso del traje de gitana para la feria

Dos niñas vestidas de flamencas en la feria de 1996
Dos niñas vestidas de flamencas en la feria de 1996 / D.A.

Almería/Durante estos días previos a la feria de agosto de Almería, muchas mujeres de la capital sacan de los armarios y limpian en las tintorerías sus trajes de gitana para lucirlos en las casetas nocturnas, en los toros o en la feria del mediodía.

Aunque en los últimos lustros varios grupos regionalistas almerienses han reivindicado –y con razón- un mayor uso y visibilidad del atuendo auténticamente típico de Almería, lo cierto es que el de flamenca, andaluza, sevillana o gitana (como quieran llamarlo) ha protagonizado muchos de los actos lúdicos en honor de la Virgen del Mar desde hace décadas.

Meses después de concluir la Guerra Civil, en la feria de agosto de 1940, el Tiro Nacional ya premiaba el mejor vestido de gitana entre las señoras y señoritas que lo lucieran en la llamada “verbena azul”. En 1944, el Casino Cultural diseñó una velada por la Virgen del Carmen, en la que rogaba que las invitadas fuesen vestidas con “un traje de gitana”. Así fue en la posguerra: las entidades culturales y sociales, cuando organizaban un evento, efectuaban llamamientos similares a éste publicado en la prensa local: “¡Mujer almeriense, realza la fiesta asistiendo ataviada con traje de gitana!!”.

Esa costumbre de vincular feria con los volantes, encajes y lunares se mantuvo en los años posteriores. Es más, se elegían a los siete mejores conjuntos, que representaban a cada uno de los siete distritos en los que antes se dividía la ciudad. En 1950, Juanita Puertas fue la más elegante en el concurso de la caseta popular y Ángela Manzuco en la verbena del Tiro Nacional. Los premios consistían en 250, 150 y 100 pesetas para cada uno de los tres primeros. Además, en diferentes actos para promocionar el turismo, las jóvenes se acicalaban con el de gitana para atender a turistas y autoridades.

La extinta “Obra Sindical de Educación y Descanso” se fijó en que este traje de fiesta potenciaba los valores y tópicos de la época y se lanzó a organizar concursos, exposiciones y conceder premios a quienes los lucieran. Carmina Crespo obtuvo en la primavera de 1967 un galardón por su vestido con lazos negros. En 1970, cuando Almería y Vinaroz se unieron en diferentes actos sociales y culturales, la reina de las fiestas de aquella población castellonense, Ángela María Giner Díaz, se paseó por la ciudad con el precioso atuendo de gitana y con un mantón de manila claro sobre los hombros.

La moda se fue acrecentando con el paso del tiempo. Ya no solo los confeccionaban las modistas que cosían en sus talleres caseros, sino que diferentes tiendas contemplaron que el traje de gitana era un buen nicho de negocio. Aun siendo Almería. A mediados de los sesenta, el histórico comercio de tejidos “La Pajarita” del empresario José del Pino Castillo (1898) vendía vestidos ya acabados o la tela y los encajes para su elaboración doméstica. Era en su local del número 6 de la actual plaza de Manuel Pérez García, que lo fundó en 1934 y estuvo abierto 37 años.

Hace 35 años, un traje de faralaes costaba entre 19.000 y 75.000 pesetas

Más de cien opciones para elegir

Anuncio de Galerías Sayso de 1991
Anuncio de Galerías Sayso de 1991 / D.A.

Sin lugar a dudas, la popularización del vestido de gitana para la feria de agosto llegó en los años setenta. Y en eso mucho tuvo que ver el matrimonio formado por Emilio Salvador López y María Dolores Soriano Castellón. Ambos montaron en 1974 “Galerías Sayso”, nombre comercial tomado de las primeras sílabas de sus apellidos. En un local del número 13 de la plaza de San Pedro, a cuatro pasos del altar mayor donde se casaron el 16 de enero de 1966, comenzaron a ofrecer decenas de trajes de volantes y lunares de todas las tallas, tonos y modelos, además de vistosos complementos. “Más de cien opciones para elegir”, decían sus anuncios en la radio. También disponían del típico de Almería, pero era menos demandado. Casi todo el producto de faralaes se adquiría a representantes de afamadas casas de Sevilla y Granada. Las clientas buscaban un traje en un cuerpo entallado sobre el perfil de la cadera y una falda de volantes, aunque no siempre era posible por la fisonomía de las peticionarias.

En “Sayso” te encontrabas decenas de cajas llenas de grandes, elegantes y llamativos pendientes de plástico de aro o de pera, collares de bolas de mil tonalidades, alargadas peinetas de flamenca, pulseras redondeadas y de bolitas, broches y alfileres para los mantones de manila, zapatos de tacón, horquillas y flores para el moño. Además, la gama de precios permitía a muchos clientes con recursos limitados disfrutar de esos abalorios para la feria. De los pueblos bajaban familias enteras a buscar el vestido de gitana para la niña o la mamá; eso sí, sin mangas porque en la feria hace calor. Era habitual ver a mujeres y chiquillas sentadas en los bancos de la plaza, con un bocadillo en la mano, esperando la apertura de la tienda durante las tardes de verano. Más aún, cuando la empresa efectuaba constantes campañas de publicidad con el lema “¡Vamos pá Sayso”! que se oía en casi toda la provincia gracias a la onda media de las emisoras.

Pero Sayso pegó el gran “pelotazo” publicitario en 1985. El grupo “Cantores de Hispalis” lanzó una sevillana especialmente dedicada a la tienda con el pegadizo y sonoro estribillo “¡Vamos pá Sayso, chiquillaaaa!” La grabación se efectuó en los estudios “Alta Frecuencia” de Sevilla, donde ultimaba los detalles de la salida de su álbum “El autobús de la Primavera”. Allí, la agencia de publicidad “Plataforma” negoció con “Cantores de Hispalis”, cuyos miembros pusieron música y voz a la canción, que se repetía insistentemente en las radios locales. Además, se reprodujeron mil copias en cintas de cassette, que se distribuyeron gratuitamente entre los clientes y los organizadores de casetas de feria de media provincia.

En 1985 pegó un gran “pelotazo” publicitario: “Cantores de Hispalis” lanzó una sevillana especialmente dedicada a la tienda
Mujer almeriense vestida de gitana en la Puerta de Purchena, en la feria de 1995
Mujer almeriense vestida de gitana en la Puerta de Purchena, en la feria de 1995 / D.A.

Y hasta la Plaza de San Pedro llegaba una marabunta de clientes días antes de la feria. Un traje en condiciones costaba en 1987 unas 19.000 pesetas, precio que subía hasta las 75.000 dependiendo de la tela, talle, mangas, costuras o elaboración manual; el de niña pequeña oscilaba entre las 8.900 y las 37.000 pesetas. La tienda estableció promociones como las de vestir a toda la familia por cien mil pesetas, patrocinar concursos de sevillanas en las Cruces de Mayo y la posibilidad de pagar en nueve meses o con tarjeta de crédito, ya que fue uno de los primeros comercios de tejidos en aceptar su uso.

En los setenta y ochenta, “Sayso” no era la única tienda que los vendía para la feria. Frente a la Bola Azul, en la calle Encinas, estaba “Gemma”, que alardeaba en su publicidad de contar con “un amplio surtido de trajes de gitana”. Como “Arcos”, abierto en el tramo bajo de la calle Juan Lirola desde el año 1975, o “Coppelia” en la galería del Paseo, cerca de Reyes Católicos, fundada por la familia Garrido Martínez que los ofrecía de altísima calidad.

Sayso”, la tienda de los sueños de faralaes, cerró en 1992. Pero la costumbre de ir a la feria vestida con el traje de gitana se acrecentó entre las almerienses. Si no, den el próximo fin de semana una vuelta por el Real de la Feria.

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