La UTE cumple 9 años ayudando a los internos de Almería a dejar atrás la droga
Instituciones penitenciarias
El 80% de los internos que pasan por este espacio de la prisión de la capital almeriense logran reinsertarse en la sociedad
Almería/La Unidad Terapéutica y Educativa (UTE) es un departamento “estrella” del centro penitenciario El Acebuche, un lugar en el que aquellos internos que quieren dar un “giro a su vida” y alejarse del infierno de la droga tienen todos los medios y recursos a su disposición. En ella residen de forma voluntaria presos que quieren reencontrarse con sus familiares, estudiar para reincorporarse al trabajo, adquirir hábitos que nunca tuvieron o que se dejaron por el camino.
Los internos que se acogen a este programa voluntariamente, firman un contrato previo donde asumen la obligatoriedad de realizar todas las actividades, terapias, programas y un itinerario educativo. A partir de aquí, el equipo técnico de la UTE elabora un programa individualizado de tratamiento.Un equipo con profesionales de diversas ramas como la psicología, la educación, el trabajo social la medicina, y los propios funcionarios del centro, junto a colaboradores externos como el Servicio Provincial de Drogodependencia, psicólogos de NOESSO; voluntarios como Cruz Roja, etc., realizan esta labor dirigida por la subdirectora de Tratamiento, María del Mar Soriano.
Coincidiendo con su noveno aniversario, este martes los internos y profesionales de la UTE han desarrollado diversas actividades para celebrar la ocasión. La primera de ellas ha sido una asamblea general en la cada uno ha expresado su sentir acerca de lo positivo y también los aspectos negativos de su evolución. A dicha asamblea ha asistido el director del centro penitenciario, Miguel Ángel de la Cruz, quien ha destacado el programa para toxicómanos que se desarrolla en la UTE como una “pieza clave” dentro de las diferentes líneas de tratamiento que se desarrollan en el centro. Un amplio espectro de posibilidades dirigidos a agresores sexuales, condenados por violencia de género o delincuencia económica, o hasta la atención integral a enfermos mentales.
“Es una magnífica oferta que hace el centro para todos aquellos internos que desean abandonar el consumo de drogas y, con ello, la actividad delictiva”, precisa De la Cruz sobre el trabajo que se efectúa en la UTE. “De la misma forma, se procura generar en los internos un sentimiento de que su vida en el mundo libre debe cambiar y normalizar su integración social, familiar, laboral, etc. Con esta iniciativa, tras nueve años de existencia, podemos afirmar que el proyecto de la UTE es una de las mejores ofertas que se puede realizar a las personas penadas”.
El director de El Acebuche subraya además que “si medimos los resultados por el nivel de reincidencia, este es muy positivo, siendo un escaso número de internos los que reinciden en la actividad delictiva y en el consumo de drogas”. “En definitiva, nos sentimos muy orgullosos de la labor realizada en dicha Unidad y agradecemos la inestimable colaboración de los funcionarios de servicio interior, psicólogos, juristas, maestros, educadores, trabajadores sociales y personal colaborador externo”, insiste.
Precisamente, los datos dicen que un 80% de los internos que pasa por la UTE no vuelve a delinquir una vez deja la prisión. En el resto de módulos, la tasa de reinserción ronda el 60%. Y en estos nueve años, han sido centenares los internos que han pasado por este módulo tan especial, alcanzando posteriormente su derivación a un centro terapéutico o la libertad. Esta asamblea, en la que no faltó la imprescindible degustación de bizcocho y chocolate, sirvió además para analizar ya valorar las actividades desarrolladas y los puntos en los que se deben incidir y profundizar para alcanzar los objetivos marcados.
Objetivos que pasan por transformar la realidad penitenciaria en un espacio educativo y terapéutico para lograr autoestima, educación, hábitos de higiene, confianza, control de la impulsividad, responsabilidad de los actos y una motivación, que propicia el abandono de conductas adictivas y les permita alcanzar la reinserción social.
Estupefacientes como origen de la delincuencia
La drogodependencia es uno de los factores más importantes de desarraigo social y de delincuencia. Los internos que se encuentran cumpliendo privación de libertad responden mayoritariamente a la pertenencia a colectivos vulnerables, donde se dan la mano, pobreza, marginalidad, drogadicción y fracaso escolar. Las cifras dan vértigo, las infracciones y la pérdida de libertad por delitos contra la salud pública y contra el patrimonio por robos y hurtos, motivados por esta adicción a las drogas, superan al resto de delitos juntos. En unas ocasiones la droga conduce a la delincuencia y en otras ocasiones lo contrario, pero siempre va unido este binomio. La Constitución Española de 1978 que “las penas privativas de libertad y las medidas de seguridad están orientadas hacia la reeducación y la reinserción social”, haciendo de dichos objetivos uno de los fines primordiales de la Institución Penitenciaria. “Actuar en prisión en beneficio de los internos es un mandato constitucional y una obligación moral y cívica. El fin de la pena es la resocialización de los infractores, por lo que el tratamiento debe dirigirse a paliar, en la medida de lo posible, las carencias”, afirman desde la UTE.
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