Sobrevivir al suicidio de un ser querido
Salud mental
Psicólogos celebran el Día del Superviviente con una formación específica para profesionales que trabajan con personas que han sufrido una pérdida irreparable. Reclaman mayor visibilidad y políticas de sensibilización
El gran desafío de la salud mental: 327 muertes por suicidio en el último lustro en Almería
El tercer sábado del mes de noviembre se celebra el Día Internacional del Superviviente, una jornada para dar voz a las personas que suelen padecer en silencio la muerte de un ser querido por suicidio. Un duelo complejo con atributos como la culpa, la vergüenza, el estigma o el tabú que requiere de una atención especializada que en muchas ocasiones no encuentran. La conmemoración permite dar visibilidad a un problema de salud mental creciente y concienciar a la sociedad sobre la importancia de avanzar en la prevención de las conductas suicidas y la necesidad de dotar de mayores recursos la atención que permita paliar el sufrimiento de los supervivientes. Sin embargo, esta efeméride ha pasado de largo un año más, "sin pena ni gloria" en palabras de Carlos Soto Madrigal, uno de los más destacados activistas en la prevención al que esta epidemia silenciosa le arrebató a su hija Ariadna. El formador y coordinador del Grupo de Apoyo Mutuo a Supervivientes de Suicidio de Psicólogos Princesa 81 de Madrid impartió un seminario online el pasado fin de semana organizado por el Colegio Oficial de Psicólogos de Andalucía Oriental (COPAO) en el que participaron un importante número de profesionales de la provincia.
Fue una de las actividades del grupo de trabajo de Prevención, Intervención y Postvención de la Conducta Suicida, cuyo responsable es el psicólogo almeriense Israel Mañas. Bajo el título El duelo de un superviviente, Carlos Soto compartió durante más de dos horas su experiencia y respondió a un sinfín de preguntas de los especialistas, una formación "con un altísimo valor teórico y especialmente humano", en palabras de Mañas. "Estamos muy agradecidos a Carlos por su loable labor". Uno de los ejes de su reflexión para avanzar en el duelo que conlleva la pérdida de un ser querido fue la necesaria aparición de grupos de ayuda mutua, un espacio seguro de confianza, comprensión y apoyo donde las personas que han pasado por la misma situación pueden encontrar un salvavidas de esperanza. Según la Organización Mundial de la Salud, cada suicidio afecta a un mínimo de seis personas que no tienen por qué ser exclusivamente familiares. También pueden ser supervivientes los amigos y compañeros del equipo de fútbol, el médico o los vecinos.
Israel Mañas explica que en la comunidad existen varios colectivos, entre los que destaca la Asociación de Profesionales en Prevención y Postvención de la Conducta Suicida (Papageno) y la Asociación Andaluza de Supervivientes por Suicidio (Ubuntu). En Almería de momento no se han creado estos grupos, es una asignatura pendiente, aunque hay entidades claramente comprometidas con la prevención como la asociación de salud mental El Timón, el Teléfono de la Esperanza y la Facultad de Psicología de la UAL. La delegación provincial del COPAO también está realizando numerosas acciones orientadas tanto a prevenir estas conductas como a ayudar a los supervivientes en su duelo. "Falta mucha concienciación y visibilización. Todo lo que hagamos por dar visibilidad a este grave problema de nuestra sociedad es poco. Todos estamos implicados. La realización de charlas, jornadas, congresos, eventos, fomentar la investigación, hablar con las personas de nuestro entorno abiertamente sobre suicidio, publicaciones como este reportaje, contribuyen a dar visibilidad, a reducir el estigma y el tabú, en definitiva, a prevenir el suicidio", argumenta el psicólogo almeriense.
62 muertes y 304 tentativas en el último año
En la provincia de Almería ya se han superado las 70 muertes por suicidio en lo que va de año y se contabilizaron 62 en el ejercicio anterior, 69 en 2021, 72 en 2020, 57 en 2019 y 67 en 2018. Nada menos que 327 fallecidos por autolesiones y conductas autolíticas en el último lustro (2018-2022), 233 hombres y 94 mujeres, una estadística que roza los 400 si se incorporan los del año en curso. Los registros más altos se produjeron durante la crisis económica, cuando empezaban a aflorar las deudas, el desempleo y los desahucios, con 84 y 76 suicidios en los años 2008 y 2009, casi el doble de los que se daban a principios de siglo como, por ejemplo, en 2003 cuando fueron 43.
La tendencia vuelve a ser hoy al alza con el agravante de que tiene una mayor incidencia en edades más tempranas. En 2022 se registraron en los hospitales andaluces 799 tentativas de suicidio, 304 en la provincia de Almería, una cifra superior a la contabilizada el año anterior (284). De ahí que el sistema sanitario público tenga muchas carencias aún por resolver, pese al avance asistencial de la salud mental en los últimos años, y que resulte indispensable, según Israel Mañas, que "el psicólogo, el médico, la enfermera y todos los sanitarios implicados en el tratamiento de estas personas posean una formación especializada en conducta suicida".
El proceso de duelo es único para cada persona, pero suele implicar una serie de fases bien diferenciadas para los supervivientes, según detalla el doctor en Psicología. La primera se llama fase de shock (suele caracterizarse por un estado de desconcierto, confusión y cierta insensibilidad emocional), la segunda es la fase de rabia o agresividad (hacia la persona considerada como responsable o hacia nosotros mismos apareciendo principalmente la culpa), la tercera es la fase de desorganización (comenzamos a ser conscientes de lo ocurrido, suele aparecer sentimientos de desesperanza, tristeza, apatía, sensación de desorganización y de sentido de la propia vida) y la cuarta es la fase de reorganización (nos vamos adaptando a la nueva situación, desarrollamos nuevos patrones de vida, las emociones se van transformando). Israel Mañas asegura que los estudios demuestran que hablar del suicidio ayuda a prevenirlo en lugar de incrementar la posibilidad de cometerlo, por lo que recalca la importancia de visibilizarlo y afrontarlo como sociedad.
"Evitamos hablar del suicidio porque es un tabú”
Israel Mañas está al frente del Grupo de Prevención, Intervención y Postvención de la Conducta Suicida del Colegio Oficial de Psicólogos de Andalucía Oriental. Doctor en Psicología, desde hace años se ha convertido en uno de los profesionales que encabeza en Almería esa silenciosa batalla con la que prevenir y tratar las conductas suicidas, uno de los grandes desafíos de la salud mental en el siglo XXI.
Pregunta.- ¿Cuenta el sistema sanitario con medios para la atención y acompañamiento de las personas con problemas de salud mental? ¿Hay algún tipo de asistencia para las familias supervivientes de suicidios?
Respuesta.- La respuesta es bien conocida: no. Con respecto a la salud mental, aún queda mucho por avanzar. Es cierto que en los últimos años se observa un mayor interés y sensibilidad y esto es muy positivo, dado que contribuye a visibilizar y a combatir el estigma y el tabú. Un superviviente es una persona que ha perdido a alguien por suicidio y son muchísimas las que pueden verse afectadas más allá de sus familiares. Si un adolescente logra terminar con su vida también podrían ser supervivientes sus compañeros de clase o del equipo deportivo, sus profesores, su psicólogo, su médico, sus vecinos, etc. Esto vendrá determinado por el tipo de vínculo que tengamos con esa persona. En el suicidio conviene diferenciar entre la prevención (las acciones dirigidas a evitarlo, por ejemplo, jornadas de visibilización o incluso este reportaje), la intervención (acciones como la atención o terapia psicológica a una persona con ideación suicida) y la posvención (acciones dirigidas a los supervivientes por suicidio).
P.- ¿Cuáles son las claves y pautas que se pueden aportar desde la psicología para el duelo y acompañamiento emocional?
R.- El duelo es el nombre que empleamos para designar el proceso de adaptación que realizamos tras la pérdida de un ser querido. Este proceso es único para cada persona y en los supervivientes es diferente del duelo convencional, el que se deriva de una muerte por un accidente de tráfico o infarto, por ejemplo. ¿Por qué? Porque el suicidio es un tabú, un estigma en nuestra sociedad. No solemos hablar sobre ello, ha adquirido ciertas connotaciones negativas. Lo evitamos. Se le tiene miedo. Se cree que al hablar de suicidio lo podemos producir. Y eso no es cierto.
P.- ¿Hablar de lo ocurrido ayuda a prevenir suicidios y al superviviente a superar esta pérdida?
R.- Existen estudios que muestran que hablar de suicidio ayuda a prevenirlo en lugar de incrementar la probabilidad de cometerlo. Por tanto, el estigma y tabú asociado, reduce la probabilidad de que los supervivientes hablen de lo ocurrido, al tiempo que el contexto (sanitarios, familiares, amigos, etc.) no ofrece la cantidad y calidad de ayuda que sí ofrece en duelos más convencionales. De hecho, en ocasiones, se produce cierto distanciamiento social y aislamiento. Todo esto dificulta o impide que se realice el proceso de duelo correctamente. Resulta indispensable que el psicólogo, el médico, la enfermera, todos los sanitarios, posean formación especializada en conducta suicida. Existe una carencia de formación generalizada en el ámbito del suicidio; los planes de estudios anteriores y los existentes, en general, no incluyen el estudio e investigación de la conducta suicida. Muchos supervivientes deberían de recibir atención sanitaria especializada. Sin embargo, los supervivientes no suelen pedir ayuda. Por eso es tan importante la visibilización. Y por eso es tan importante también esta formación, este reportaje. Es muy posible que muchas personas al leer esto sientan que no están solos, que lo que les ha ocurrido es realmente relevante, que es normal lo que sienten, que pueden pedir ayuda, que es conveniente recibirla.
P.- ¿A quién debe acudir a pedir ayuda un superviviente?
R.Un superviviente puede acudir a un centro de psicología sanitario especializado en conducta suicida en el ámbito privado. También puede acudir a los denominados Grupos de Ayuda Mutua (GAM) para supervivientes por suicidio. En Madrid, por ejemplo, contamos con los GAM de Psicólogos Princesa 81, del que forma parte José Carlos Soto Madrigal. En Andalucía es posible contar con varias asociaciones con GAM, entre ellas destacan la Asociación de Profesionales en Prevención y Postvención de la Conducta Suicida (Papageno) y la Asociación Andaluza de Supervivientes por Suicidio de un Ser Querido (Ubuntu). En Almería, según mi conocimiento, aún no existe un GAM con las características de los mencionados anteriormente. No obstante, debemos resaltar a dos asociaciones claramente comprometidas con la prevención del suicidio en nuestra ciudad. La asociación de Salud Mental El Timón liderada por su presidenta Cristina González Azién y El Teléfono de la Esperanza, presidida por María Isabel Orland. Por su parte, en el Colegio Oficial de Psicología de Andalucía Oriental (COPAO) hemos creado un grupo de trabajo denominado Grupo de Prevención, Intervención y Postvención de la Conducta Suicida, del que tengo el honor de ser el responsable.
"Hablar salva vidas y ayuda, el silencio mata”
"Sobrevivir al suicidio de Ariadna es la montaña que escalo cada día”. En su perfil de redes sociales, Carlos Soto deja bien claro el motivo por el que se ha convertido en uno de los principales activistas de nuestro país en la prevención del suicidio. Es el coordinador del Grupo de Apoyo Mutuo para Supervivientes en Psicólogos Princesa 81, una actividad que compagina con la de formador testimonial en los cursos organizados por las autoridades sanitarias y colegios de psicólogos de todo el país.
P.- ¿Cómo se sobrevive a la muerte por suicidio de un ser querido? ¿A qué cree que hay que aferrarse para poder salir adelante y superar el profundo dolor que dejan?
R.- Cada caso es un mundo, somos personas diferentes con elementos distintos que nos transforman. En mi caso, mi mujer Olga y mi madre fueron decisivos e hicieron que la falta de ganas de vivir derivara en seguir siendo el padre de Ariadna haciendo prevención.
P.- Entiendo que para cualquier familiar es muy fácil obsesionarse buscando explicaciones e incluso culparse de una muerte por suicidio. ¿Cómo debe ser la intervención los profesionales de la psicología cuando el familiar se responsabilizan o no acepta los sentimientos que se generan?
R.- Lo primero es buscar un profesional que sepa mucho de duelo, de trauma, de suicidio, no sirve cualquiera, hablamos del duelo más complicado que existe y las herramientas a usar son especificas. Por experiencia te diré que solo los que lo han vivido pueden comprender de verdad que sentimos y quizás alguno de esos seres especiales que tienen una extraordinaria sensibilidad y dedicación.
P.- Visibilizar el duelo por la muerte de un ser querido se complica cuando sigue existiendo es estigma a la hora de hablar del suicidio, todavía hay cierto tabú que empieza a superarse en los medios de comunicación. ¿Hemos evolucionado como sociedad? ¿En qué ha cambiado el duelo de estas familias?
R.- Algo ha cambiado, hay un cierto interés por la salud mental y el suicidio, pero no lo suficiente, falta mucha información en los medios, cuidada, con conocimiento. El sábado fue el día de los supervivientes de suicidio y ha pasado sin pena ni gloria, como si más de 11 muertos diarios en España por suicidio no tuvieran la importancia que merecen. El duelo de los familiares se recrudece con este olvido, nos quedamos con la sensación de que no importa nuestra perdida, que pasó la “moda” y volvemos a dejar de existir.
P. - El sentimiento de abandono del fallecido, la culpa, la vergüenza y la aparición de conductas autodestructivas. ¿Cómo se pueden contrarrestar estas respuestas en los supervivientes?
R.- Acompañando, permitiendo expresar lo que sentimos desde el primer momento de la perdida, llanto, enfado, rememoración constante del suceso... es fundamental que no nos impidan dar salida a lo que necesitamos para que el duelo comience de forma adecuada. Tener cerca el apoyo de nuestro entorno es fundamental y necesario.
P.- ¿Cuáles son las claves que se pueden aportar desde la psicología a un proceso de duelo y acompañamiento emocional? ¿Ayuda hablar de lo ocurrido o es preferible evitarlo por el rechazo que pueden generar las personas tristes en una sociedad que los invisibiliza?
R.- Hablar salva vidas y ayuda a recuperar la que perdemos junto al ser querido que se suicida, contar repetidas veces lo que sentimos tiene un efecto terapéutico que nos hace centrarnos en la realidad. Del suicidio hay que hablar porque pasa, porque son más de 11 diarios y nos puede tocar a cualquiera, de hecho lo hace.
P.- ¿Hablar del suicidio puede salvar vidas?
R.- El silencio mata, cuando no se cuenta lo que nos está pasando, cuando negamos que tenemos problemas que nos impiden hacer vida normal, cuando no escuchamos lo que necesitan los demás. Hablar salva vidas.
P.- ¿Cómo valora el impacto de la pandemia y el papel de las redes sociales en la evolución de la salud mental?
R.- Para acabar con el suicidio necesitamos voces, información en los medios, que se sepa lo que está pasando en colegios e institutos de todo el país, que se haga mucha formación, que nos concienciemos que mañana podemos ser víctimas de algo que existe. La pandemia ha hecho que la salud mental se visibilice pero el problema ya existía, no dejemos ahora de darle valor, volver a cubrirlo de estigma y tabú solo nos llevará a retrasar las soluciones y hablamos de vidas.
P.- Repite que falta mucha prevención y concienciación, ¿en qué más debemos avanzar como sociedad para frenar el aumento de los suicidios?
R.- Tomando conciencia de la situación, comenzando en los centros de estudios, inteligencia emocional, frenar el exceso de competitividad, las informaciones catastrofistas, generando ilusión. No podemos seguir lanzando mensajes de “fin del mundo” que los jóvenes reciben y les lleva a la desesperación, les estamos cerrando las puertas al futuro a quienes tienen menos herramientas para valorar si esto es cierto o tienen otros intereses.
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